El avance de las tecnologías médicas ha revivido el debate entre los especialistas en el campo de la bioética sobre la aplicación de la eutanasia, con el fin de evitar el sufrimiento de los pacientes ante algunas enfermedades, sobre todo de carácter terminal.
La directora del Programa Universitario de Bioética (PUB) de la UNAM, Jennifer Hincapie Sanchez, subrayó que si bien la discusión sobre la eutanasia no es nueva, los avances médicos ponen en análisis los fundamentos de los derechos humanos y el papel de las instituciones médicas al final de la vida.
“En las civilizaciones antiguas, la muerte era frecuentemente vista como una transición natural ante la que las intervenciones médicas eran limitadas. Con el tiempo y el auge de la ciencia médica se abrió la posibilidad de prolongar la vida más allá de lo que la naturaleza podría permitir”, afirmó.
El progreso médico ha permitido enfrentar enfermedades que hace menos de 100 años eran incurables, tales como padecimientos renales y cardiacos, entre otros.
Convenio para proteger la vida y derechos humanos
Al participar en el Sexto Congreso de Bioética, organizado por la UNAM, cuyo tema fue “Eutanasia: por el derecho a morir dignamente”, el titular del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE), Samuel Ponce de León Rosales, destacó la importancia de tener en cuenta no solo a la medicina en la permanencia de la vida, sino en los deseos de los individuos.
Por separado, el Comisionado Nacional de Bioética, Patricio Santillán Doherty, resaltó el convenio de colaboración entre el PUIREE y el organismo que dirige con respecto a las aplicaciones de la Biología y Medicina sobre la Protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano.
Este convenio busca también ser una herramienta más para combatir el tráfico de órganos y coadyuvar en la vía legal para los trasplantes.
Ley de Voluntad Anticipada
En México existe la Ley de Voluntad Anticipada, un derecho a una muerte digna, pues permite a enfermos terminales decidir si continuar o no con tratamientos que prolonguen su vida.
De acuerdo con cifras oficiales, el 60% de las solicitudes de voluntad anticipada en la Ciudad de México son firmadas por personas que tienen de 61 a 80 años, y el 64% de las personas que otorgan su voluntad anticipada son mujeres.
Tomando en referencia experiencias internacionales, en países como Canadá y Australia, que tienen en su legislación una regulación relacionada con una voluntad anticipada, los pacientes con cáncer, enfermedades neurológicas, cardíacas, pulmonares y con esclerosis lateral amiotrófica son las que, en su mayoría (más del 60%), optan por esta disposción legal.
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