El tabaco es un factor ya socialmente identificable como un riesgo para desarrollar enfermedad respiratoria y cáncer, pero casi una cuarta parte de la población española aún lo consume de forma habitual. Parece que la legislación sigue un enfoque lógico para prevenir la contaminación de terceros con el humo del tabaco. De hecho, sabemos que la exposición ambiental al humo del tabaco causa enfermedades. Sin embargo, necesitamos estudios más concluyentes para cuantificar la exposición en lo que se define como humo de segunda mano. Si esto es cierto, aún tenemos un conocimiento limitado sobre los posibles riesgos de la exposición al humo de tercera mano. Este tipo de exposición ocurre cuando quedan residuos de tabaco en superficies después de fumar y se reemiten en forma de gas, oxidando otros componentes del ambiente. Sabemos que en ratones este tipo de exposición aumenta el riesgo de desarrollar cáncer, y también se ha observado que los niños presentan niveles más elevados de FENO (óxido nítrico exhalado) en este contexto en comparación con aquellos que no están expuestos.
Cigarrillos electrónicos
La innovación de las empresas tabacaleras, al promover los cigarrillos electrónicos para mejorar la imagen del tabaco, ha experimentado un auge importante en nuestros días. Sin embargo, es importante destacar que el cigarrillo electrónico contiene cantidades de nicotina y partículas similares al cigarrillo convencional, lo que provoca efectos similares. A pesar de esto, necesitamos más estudios a gran escala que definan de manera concluyente la causalidad del daño.
Por otro lado, la exposición a los aerosoles generados por los cigarrillos electrónicos en espacios cerrados es un tema menos comprendido. A diferencia de los cigarrillos tradicionales, estos aerosoles presentan una menor concentración de compuestos en el ambiente. Para establecer evidencias sobre posibles enfermedades en las personas expuestas, se requieren estudios epidemiológicos específicos de exposición a estos contaminantes.
El cannabis
En relación con otras drogas conocidas, como el cannabis, hemos observado un creciente número de casos publicados de enfisema en la literatura. Sin embargo, la ausencia de enfisema en la mayoría de los consumidores habituales de cannabis sugiere que debe existir un patrón de susceptibilidad en ciertos individuos para desarrollar esta enfermedad, aunque hasta la fecha este patrón sigue siendo desconocido y susceptible de identificación.
Por otro lado, es sabido que el consumo de cannabis inhalado en forma de porro provoca una inflamación bronquial significativamente mayor que el consumo de tabaco, lo que puede llevar a bronquitis y tos. A pesar de esto, aún no comprendemos completamente las implicaciones a largo plazo de esta inflamación ni el impacto de su concentración en productos artesanales derivados del cannabis, como el cristal de cannabis. Además, sabemos que fumar un porro dentro de una casa genera 3.5 veces más partículas PM2.5 que el consumo de un cigarrillo. Sin embargo, aún desconocemos las implicaciones de esta exposición en niños y en las personas expuestas a estas partículas en ambientes cerrados.
Cocaína inhalada
Otras injurias pulmonares por tóxicos son la provocadas por el consumo de cocaína inhalada recogido ampliamente en la literatura. Este daño incluye complicaciones como el barotrauma, neumonía organizada (incluso resistente a terapia esteroidea), neumonía eosinófila, vasculitis, hemorragias alveolares, granulomatosis, hipertensión pulmonar, embolia pulmonar y fibrosis. La cocaína se revela como un agente verdaderamente perjudicial para los pulmones. Sin embargo, aún no comprendemos completamente cuál es el mecanismo preferente de acción de esta droga en el pulmón.
El entorno laboral
El entorno laboral y su exposición constituyen una parte importante de la injuria pulmonar, a menudo pasada por alto. La exposición a sustancias de bajo o alto peso molecular interactúa con la susceptibilidad individual del huésped. Factores como la concentración del agente en la exposición, el consumo habitual de tabaco y otros elementos propios, como la atopia, la rinitis y la hiperrespuesta bronquial no específica, así como las enzimas antioxidantes, pueden desencadenar una respuesta de asma ocupacional. Estos aspectos requieren una investigación más amplia y una globalización de datos e interacciones en epidemiología. El uso de inteligencia artificial podría contribuir a comprender mejor a las personas susceptibles en entornos laborales específicos y su propensión a desarrollar asma ocupacional.
La aparición de enfermedad pulmonar intersticial en personas en edad laboral debe sugerirnos la presencia de una neumonitis de hipersensibilidad que tiene tendencia a presentarse de forma silente. Establecer el agente causal (como hongos ambientales, micobacterias, proteínas de pescado o isocianatos) es difícil. En el medio hospitalario, se requiere desarrollar pruebas diagnósticas específicas para demostrar cambios en la función pulmonar según los agentes etiológicos. Además, se necesita la investigación de terapias eficientes para las fases fibróticas de la enfermedad en estos pacientes.
La asbestosis
La asbestosis, causada por la exposición al amianto, es la neumoconiosis más común. Aunque su relación entre exposición y respuesta es evidente, los síntomas suelen aparecer tardíamente. A pesar de las políticas de prevención actuales y vigilancia, aún carecemos de una terapia específica. Actualmente, seguimos con interés los estudios sobre fibrosis pulmonar en pacientes expuestos al amianto, especialmente aquellos con una disminución gradual de la función pulmonar.
En la actualidad y también en el entorno laboral, la exposición a sílice sigue siendo relevante en diversos trabajos, especialmente aquellos que involucran instrumentos de corte y abrasivos. Estos trabajos abarcan desde la manipulación de piedra ornamental hasta la instalación de superficies, la joyería, la tunelización y la eliminación de pinturas etc.
Para abordar este problema, se está desarrollando una red mundial de estudio sobre la silicosis. Aunque aún está en sus primeras etapas, esta red nos ayudará a establecer protocolos de detección temprana para los casos de silicosis. Esto es crucial para el manejo y la prevención secundaria de esta enfermedad.
Erupciones volcánicas
Fuera del ámbito laboral, la exposición de la población a erupciones volcánicas puede ser otro factor de riesgo. Durante estos desastres naturales, las personas pueden inhalar gases que causan daño directo en los pulmones. Entre estos gases se encuentran el monóxido de carbono (CO), el dióxido de carbono (CO2) y el sulfuro de hidrógeno (H2S). Esta exposición puede provocar envenenamiento y, en casos graves, llevar al desarrollo de edema pulmonar y, en última instancia, a la muerte.
En ocasiones, no se reconoce suficientemente la exposición a factores dentro de nuestras casas. La baja humedad relativa del ambiente en nuestros hogares, combinada con el exceso de calor, puede provocar irritación de las vías aéreas. Por lo tanto, es fundamental que los diseños de construcción estén orientados al confort térmico y contribuyan a la reducción de la huella de carbono.
Quema de combustibles fósiles
En relación con la EPOC desarrollada en el ambiente doméstico, se reconoce el posicionamiento de la Sociedad Torácica Americana (ATS) desde 2010. Según sus conclusiones, existen suficientes evidencias para afirmar que la quema de combustibles fósiles en el hogar, como el carbón y el keroseno, supone un factor de riesgo para el desarrollo de la EPOC, especialmente en mujeres. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que este factor ambiental es crucial para la salud global y requiere la implementación de estrategias preventivas tanto en el ámbito laboral como en el doméstico para evitar esta enfermedad.
Gas radón
También en el ambiente doméstico, la exposición al gas radón que emana del subsuelo en determinadas zonas de Galicia, El Bierzo, la sierra de Madrid, Extremadura, Tenerife y Castilla-La Mancha, como factor co-carcinógeno, exigiría también unos diseños constructivos que impidieran su acumulación en el ambiente de las viviendas.
Otro factor en el interior de las viviendas serían la presencia de hongos visibles que se relaciona con rinitis y asma, e incluso con crisis asmáticas en niños. Sin embargo, los resultados contradictorios en población adulta no nos permiten establecer una evidencia causal de este hecho. Desconocemos su influencia real y la cantidad ambiental que puede desencadenar la exacerbación, lo que hace de este un campo de investigación interesante.
Todos estos son un resumen de los innumerables factores que pueden establecer el riesgo de enfermedades respiratorias y la dirección que puede llevar su investigación.
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