Año tras año, y ya llevamos más de una década, nos reunimos con otras entidades y organizaciones para celebrar, el 12 de abril, el Día Mundial de la Atención Primaria. Nuestra AP bien merece ser celebrada para reconocer el trabajo que se realiza en este ámbito, pilar fundamental en el Sistema Nacional de Salud (SNS).
La ciudadanía de nuestro país valora el esfuerzo de los cerca de 100.000 profesionales que la componen —entre especialistas en medicina, personal de enfermería, técnicas sanitarias, personal administrativo y de mantenimiento— pero valora todavía más el poder contar con una asistencia sanitaria pública, universal, referente en calidad, con visión integral, con continuidad y longitudinal.
El vínculo en continuidad médico-paciente que las personas establecen con su médica o médico de familia, uno de esos 30.000 especialistas que estamos en AP, mejora las expectativas de esperanza de vida, impulsa la pluripotencialidad de una medicina de Familia que en España resuelve hasta el 90 por ciento de las necesidades de asistencia y reduce agravamientos, contribuyendo a extender la calidad de vida entre la ciudadanía.
Pero no solo eso: una Atención Primaria fuerte y una Medicina Familiar y Comunitaria impulsada hasta su máximo competencial, beneficia de forma directa a los demás niveles asistenciales, como el hospitalario y el sociosanitario, gracias al trabajo de las profesionales en materia de prevención y promoción de la salud y en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de enfermedades crónicas y agudas.
El debilitamiento de Atención Primaria generaría una sobrecarga en otros servicios, lo que resalta su papel crucial en el equilibrio del sistema sanitario, y, sobre todo, tendría efectos directos en la salud de la ciudadanía.
Gracias al trabajo de la Atención Primaria, España, en comparación con Europa, registra la tasa más baja de ingresos por patologías previsibles como pueden ser el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la insuficiencia cardíaca, entre otros. Este hecho hace que nuestro país se encuentre en los primeros puestos de los rankings europeos y mundiales en cuanto a sistema sanitario, calidad asistencial y Atención Primaria, contando con una cartera de servicios máxima que permite abordar de forma integral las necesidades de la población, si bien pensamos que aún es necesario seguir redoblando los esfuerzos en ofrecer una cartera de servicios de excelencia, con una orientación a la clínica compleja en consulta de Medicina de Familia.
Es cierto que en los últimos años el sistema ha tenido que hacer frente a la escasez de recursos y una insuficiente renovación de equipos, lo que se evidenció aún más ante el desafío que supuso la pandemia de la COVID-19. A pesar de ello, los profesionales del primer nivel demostraron una capacidad excepcional, atendiendo tanto la infección aguda como el seguimiento de los pacientes crónicos. Sin embargo, cinco años después de aquel reto, creemos que sigue siendo necesario impulsar un cambio estructural y organizativo que garantice a las especialistas de Medicina de Familia —y a todos los equipos que forman parte de Atención Primaria— la posibilidad de desarrollar profesionalmente sus competencias aprovechando al máximo su potencial para ofrecer la mejor asistencia posible. La reforma del primer nivel es, en definitiva, una apuesta por la salud de toda la sociedad.
Desde la semFYC apostamos por una atención integral, con una visión salutogénica, accesible y equitativa, y desde una perspectiva de género. Para ello, necesitamos equipos multidisciplinarios, y reorganizar las tareas y roles para evitar saturar a los clínicos con tareas burocráticas que se traducen en un menor tiempo en las consultas. Además, debemos adaptarnos a fenómenos como la multimorbilidad, el envejecimiento de la población, el aumento de las patologías crónicas o los problemas de salud mental. En este sentido, otro reto a tener en cuenta es la digitalización de las consultas y una implantación prudente de la inteligencia artificial, ya que pueden ser herramientas esenciales para mantener una atención cercana, de calidad y en línea con la evolución tecnológica.
Por otro lado, se vuelve vital cuidar a quienes cuidan de los demás. Si consideramos que la Atención Primaria es el pilar de nuestra Sanidad Pública, debemos ofrecer la mejor formación posible a las nuevas generaciones de médicas y médicos de Familia. No olvidemos que los residentes de hoy son los médicos del futuro. En este contexto, el nuevo programa oficial de la especialidad debe ser un impulsor del desarrollo profesional de las especialistas. Eso sí, una vez formadas, el sistema debe proporcionar las condiciones laborales adecuadas e incentivos para que estos médicos y médicas se establezcan en nuestros centros de salud, incluyendo medidas que faciliten la conciliación entre la vida personal y profesional y de fidelización.
El Plan de Acción de Atención Primaria 2025-2027, aprobado el año pasado, supone una oportunidad para avanzar en esta dirección, con propuestas históricamente defendidas por la semFYC. Este documento debe traducirse en mejoras reales que noten los ciudadanos y los profesionales. Esto no solo implica un aumento presupuestario y una financiación finalista que permitan la planificación a largo plazo y mecanismos de control financiero, sino también y especialmente una evaluación transparente de impacto de las medidas adoptadas para beneficio de todos.
La Atención Primaria de nuestro país es un referente en todo el mundo y debemos cuidarla, por eso, desde la semFYC defendemos y tenderemos la mano a aquellos que ejerzan activismo transformador que apueste todos los días -y no solo el 12 de abril de cada año- por la salud de todos.
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