Durante la reunión anual de la Asociación Española de Gastroenterología, a la que han asistido más de 300 especialistas de toda España, uno de los principales temas de debate ha sido la búsqueda de nuevas vías de tratamiento en colitis ulcerosa de moderada a grave.
En concreto, en este foro se expuso que cuando los medicamentos biológicos se incorporaron a la práctica clínica abrieron un abanico de posibilidades terapéuticas para pacientes y especialistas que mejoraron el abordaje terapéutico de la enfermedad inflamatoria intestinal. Sin embargo, la irrupción de las pequeñas moléculas va a suponer una revolución en este área terapéutica, creando una corriente de tratamiento basada en un mecanismo de acción eficaz y de fácil manejo que compite con los biológicos.
A este respecto, Eugeni Domènech, del Hospital Universitari Germán Rias i Pujol de Badalona aportaba que en el caso concreto de la colitis ulcerosa, “el desarrollo de nuevos tratamientos en es imprescindible, ya que la eficacia de los fármacos más potentes disponibles a día de hoy no supera el 40 por ciento de remisión (clínicamente sin síntomas) y sin uso de corticoides a los 12 meses de tratamient”. Estas cifras suponen que 6 de cada 10 pacientes que inician cualquiera de los tratamientos más potentes y novedosos seguirán con síntomas o habrán tenido que cambiar de tratamiento o incluso operarse en el transcurso del siguiente año.
Tratamientos inhibidores de las vías JAK
En este contexto, una de las alternativas podrían ser los inhibidores de las vías JAK. Tal y como exponía Cristina Rodríguez, del Complejo Hospitalario de Navarra, esta innovadora opción terapéutica, basada en el uso de pequeñas moléculas, como tofacitinib, ha supuesto un cambio de paradigma en el tratamiento de enfermedades reumatológicas como la artritis reumatoide.
“La inhibición de las vías JAK significaría un nuevo abordaje de las enfermedades intestinales inflamatorias, en primer lugar porque su administración oral los hace especialmente atractivos para el fácil manejo de la enfermedad. Y, en segundo lugar, porque su mecanismo de acción es capaz de bloquear múltiples citoquinas al mismo tiempo, lo que nos ayuda a los especialistas a controlar la enfermedad”. Teniendo en cuenta estos datos, Cristina Rodríguez afirmaba que “todo indica que, aunque los medicamentos biológicos son una opción muy beneficiosa en este momento, avanzar en la investigación de estas pequeñas moléculas para las EII puede ser muy positivo en el futuro”.
Así, en el 2018, tofacitinib obtuvo autorización de la EMA también para el tratamiento de la artritis psoriásica y la colitis ulcerosa, lo que producirá un impacto sin precedentes en el abordaje terapéutico de ambas enfermedades.
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