Investigadores de la Universidad de Montreal y la Universidad de Ottawa, en Canadá, y la Universidad de Bolonia, en Italia, trabajan para buscar el equilibrio farmacológico adecuado para los pacientes de Parkinson y evitar los efectos secundarios del principal medicamento para esta patología, según publican en la revista ‘Chaos’.
La enfermedad de Parkinson se trata comúnmente con levodopa, un fármaco que alivia la ralentización de los movimientos corporales, llamada bradicinesia, propia de estos pacientes. Pero sus beneficios desaparecen a medida que avanza la enfermedad. La relación entre su dosificación y su efectividad se vuelve borrosa, y las dosis altas pueden resultar en discinesia, que son movimientos involuntarios e incontrolables.
Para comprender mejor las razones subyacentes detrás de estos efectos, investigadores de la Universidad de Montreal y la Universidad de Ottawa, en Canadá, y la Universidad de Bolonia, en Italia, crearon un modelo de las interacciones entre la levodopa, la dopamina y los ganglios basales, un área del cerebro que juega un papel crucial papel en la enfermedad de Parkinson.
Neuronas dopaminérgicas
“En la enfermedad de Parkinson, las neuronas dopaminérgicas de los ganglios basales están muriendo, lo que da como resultado una concentración más baja de dopamina. La levodopa es eficaz al comienzo de la enfermedad, porque puede ser transformada en dopamina por las neuronas dopaminérgicas restantes –explica Florence Véronneau-Veilleux, una de las autoras–. Sin embargo, en las etapas avanzadas de la enfermedad, no quedan suficientes neuronas dopaminérgicas para que la levodopa prevenga los síntomas”.
Una vez que confirmaron la precisión de su modelo usándolo para predecir comportamientos como la modificación de la dinámica de la dopamina con la degeneración neuronal, el grupo lo usó para simular a un paciente tocando su dedo unas horas después de tomar levodopa, una evaluación clínica de la bradicinesia.
Lo que encontraron verificó sospechas sobre la progresión de la enfermedad de Parkinson. Eventualmente, a medida que el cerebro pierde más y más neuronas, su concentración de dopamina cae y ninguna cantidad de levodopa puede compensar esto. Esto conduce a una competencia de efectos, en la que mantener niveles bajos de levodopa no es suficiente para tratar la bradicinesia, pero aumentar continuamente la levodopa administrada para intentar restaurar la dopamina provoca discinesia.
Al proporcionar una visión más profunda de cómo evoluciona la enfermedad de Parkinson, los autores esperan que su modelo se aplique para adaptar los tratamientos individuales. Cuando se combina con dispositivos de control para medir la frecuencia de golpeteo de los dedos de un paciente en varios momentos después de tomar levodopa, el modelo puede ayudar a estimar las especificaciones de dosis individuales.
“Con un algoritmo de optimización, podemos encontrar el régimen óptimo (dosis y tiempo) de acuerdo con diferentes criterios para este paciente específico”, avanza Véronneau-Veilleux.
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