El farmacéutico de la oficina de farmacia está muy acostumbrado a atender a personas con problemas como la laringitis o la faringitis, ya que la incidencia de ambas patologías es muy alta. Francisco Coello, vocal del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Pontevedra, ha presentado la ponencia ‘Derivación o indicación: faringoamigdalitis vs. laringitis’, durante las III Jornadas Profesionales de Otorrinolaringología de Atención Farmacéutica celebradas en Madrid. “En la oficina de farmacia a diario recibimos a personas con estos problemas. La gente pide pastillas o caramelos para la garganta, y en muchas ocasiones son suficientes porque se trata de males menores. Mi objetivo es exponer las circunstancias que se deben producir para que el farmacéutico recomiende al paciente que vaya al médico”.
¿Cuáles son esos criterios para derivar a un cliente o paciente al médico?
En primer lugar, queda claro que el farmacéutico nunca va a diagnosticar, no es nuestra misión, pero sí podemos recopilar la información necesaria sobre los signos y los síntomas para ofrecerle al paciente el consejo más adecuado. De esta forma, las oficinas de farmacia funcionan como agentes sanitarios que evitan la sobrecarga de las consultas de Atención Primaria y los servicios de Urgencias.
Los criterios de derivación para la faringitis y la amigdalitis son bastante similares, porque ambas se comportan de una forma muy similar, ya que las dos afectan a las mucosas y los procesos de inflamación e irritación son muy similares, si bien hay un par de síntomas que se dan más en la faringitis.
Fundamentalmente, tanto en la faringitis como en la amigdalitis los procesos suelen ser víricos en un 80% de los casos, por lo que el tratamiento es sintomático y, por supuesto, los antibióticos no están indicados. Aparte del alivio sintomático, la curación suele producirse a los seis o siete días de comenzar la enfermedad.
¿Qué ocurre con el porcentaje restante?
Los demás casos se pueden deber a una infección bacteriana, y estos pacientes sí tienen que acudir al médico, porque necesitan un antibiótico. En ese 20% restante, además, hay que incluir a pacientes que no tienen faringitis, sino otro problema que provoca la faringitis como síntoma, e igualmente es necesario mandar a esas personas al médico.
En definitiva, ante un paciente con faringitis tenemos que distinguir cuándo se trata de un origen infeccioso, bacteriano u otro problema primario.
¿En la oficina de farmacia tienen métodos diagnósticos?
Hay un test que distingue la infección vírica de la bacteriana, y analiza la bacteria que produce la mayor parte de las faringitis bacterianas. Se trata de un test específico del Streptococcus pyogenes, que es la bacteria que produce la infección en la faringe, aunque en algunos casos el test no es preciso (falsos positivos y/o falsos negativos), lo que se debe tener en cuenta.
Entonces, ¿cómo pueden diferenciar en la farmacia entre los tipos de infección?
Disponemos de tres elementos: conocer la enfermedad, conocer los signos y síntomas del paciente y conocer al paciente. En la farmacia tenemos que investigar un poquito para conocer el origen de la enfermedad. Le preguntamos al paciente cómo y cuándo han comenzado los síntomas, si tiene fiebre, si es alérgica, etc. También es importante saber si ha estado expuesto a factores externos como el frío, la polución o el ambiente seco. Podemos preguntarle si trabaja en una oficina con aire acondicionado, o bien con disolventes o vapores que puedan dañar la garganta. Estos factores externos ayudan a que el problema se produzca y se complique.
¿Hacen observación del paciente?
Es otra cuestión que debemos tener en cuenta, porque los signos se le ven a la persona al abrir la boca: podemos ver si la garganta está irritada, preguntarle si tiene dolor o imposibilidad al tragar, si tiene tos, carraspeo frecuente que hace que la garganta se irrite más, etc.
Creo que debemos conocer la enfermedad, sus signos y síntomas. Por último, debemos investigar un poco al paciente; por ejemplo, si es un niño, si los síntomas aparecieron lentamente o por el contrario aparecieron de golpe, si padece alguna otra enfermedad, si está a tratamiento con algún fármaco ahora mismo que también pudieran dar problemas de este tipo, alergia, alguna alteración metabólica o si tiene alguna infección de oído o sinusitis o cualquier otro problema que sea causante de este problema.
Una vez identificado el problema, ¿cuáles son los siguientes pasos?
Una vez que conocemos los síntomas y las circunstancias del paciente, debemos analizar toda esta información para diferenciar si se le puede aconsejar un tratamiento y esperar unos días a ver cómo evoluciona, o, por el contrario, aconsejarle que vaya al médico.
¿Cuáles son los criterios de derivación más habituales?
Si la aparición de los síntomas es brusca, yo le aconsejaría ir al médico, o bien si los síntomas duran más de cuatro o cinco días, si tiene dolor no solo al tragar, sino que el dolor es constante y demasiado fuerte, si tiene dolor de oídos, si tiene sinusitis, etc.
Por supuesto, otro motivo para derivar de forma inmediata a un paciente al médico es si tiene fiebre de más de 38 grados; además, si aparecen placas blanquecinas en la garganta que pueden indicar una infección bacteriana, si presenta nódulos linfáticos en el cuello que se pueda observar que estén inflamados y endurecidos o bien si es un niño menor de 10 años. Estos serían ejemplos en los que si se presenta alguno de estos síntomas, sin pensarlo, derivaría al paciente al médico.
¿Y cuáles son los síntomas que no causan alerta y pueden tratarse en la farmacia?
En el resto de los casos, cuando el paciente tiene la típica irritación, picor de garganta, tos etc. se le daría un tratamiento sintomático.
¿Qué beneficios aportan las vitaminas a estos pacientes?
Los pacientes con problemas de faringitis o laringitis pueden verse beneficiados por la toma de complejos vitamínicos que mejoren sus defensas. En cualquier caso, la mejor prevención es evitar todo lo que puede ocasionar daño a las mucosas: sequedad, cambios bruscos de temperatura, etc. A nivel de medicación, es interesante la toma de un complejo vitamínico que contenga las vitaminas A y E. También soy muy partidario de los probióticos y prebióticos, en particular aquellos pacientes que hayan necesitado tratamiento con antibióticos.
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