Un nuevo estudio dirigido por investigadores del Hospital General de Niños de Massachusetts (MGHfC) y la Escuela de Medicina de Harvard ha descubierto que las preferencias y patrones de sincronización del sueño de los adolescentes deben considerarse factores de riesgo para la obesidad y la salud cardiometabólica, y que los efectos son mayores en las chicas que en los chicos.
“Más allá de la cantidad y la calidad, el tiempo es un componente vital del sueño porque determina si el reloj circadiano de un individuo, el horario interno de sueño / vigilia, está sincronizado con los ritmos de sus actividades diarias”, señala Elsie Taveras, jefa de la División de Pediatría en el MGHfC e investigador principal de un nuevo estudio publicado en JAMA Pediatrics.
“Esto es particularmente importante para los adolescentes cuyas preferencias nocturnas y demandas académicas a menudo resultan en horarios de sueño irregulares que pueden causar una desalineación circadiana, añade. Nuestra investigación encontró que los adolescentes que prefieren acostarse tarde pero tienen que levantarse temprano para ir a la escuela, tenían una circunferencia de cintura mayor y una mayor adiposidad abdominal que aquellos que prefieren acostarse temprano y levantarse temprano para comenzar su día”.
Los investigadores enfatizaron la necesidad de patrones consistentes de sueño-vigilia durante la semana, incluso los fines de semana, para reducir el riesgo de obesidad y promover la salud cardiometabólica.
El equipo de investigación estudió a 804 niños que formaban parte del Proyecto Viva, un innovador estudio de cohorte iniciado hace 20 años por investigadores del Harvard Pilgrim Health Care Institute que siguió a madres y niños del área de Boston para caracterizar los factores de vida temprana que influyen en la salud a largo plazo.
Los científicos examinaron los cronotipos y el “desfase horario social” (diferencias en el horario de sueño entre la escuela y los días libres) en niños de 12 a 17 años de edad. Los cronotipos nocturnos y el mayor desfase horario social se asociaron con una mayor adiposidad.
“Una gran variabilidad en los patrones de sueño durante la semana puede alterar la fisiología normal, resultando en obesidad y riesgo cardiometabólico”, explica la autora principal Elizabeth Cespedes Feliciano, científica investigadora en el Kaiser Permanente División de Investigación del Norte de California.
“Nuestro estudio respalda la importancia de los relojes biológicos para influir en el riesgo de obesidad. Se observaron asociaciones más fuertes con la adiposidad para niñas frente a niños. Si bien las razones de esa diferencia no se entienden completamente, pueden incluir influencias biológicas y socioculturales”, explica Feliciano.
Según los investigadores, ayudar a los adolescentes a abordar los efectos de los cronotipos y las llamadas sociales de jet lag para iniciativas familiares, clínicas y comunitarias. “Las familias deben alentar la consistencia en los horarios de sueño de sus hijos y sus horarios de cama y vigilia, así como las mejoras en su higiene del sueño al limitar los medios electrónicos y el uso de cafeína en la noche”, dice Feliciano.
Desde un punto de vista clínico, agrega, los médicos deberían comenzar a incluir cronotipos y ‘jet lag’ social en su asesoramiento preventivo.
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