Algunas personas que experimentan insuficiencia cardíaca tienen menos biodiversidad en su intestino o tienen metabolitos intestinales elevados, ambos asociados con más visitas al hospital y mayor riesgo de muerte, según una revisión sistemática de los resultados de la investigación dirigida por los investigadores de la Escuela de Enfermería y Estudio de Salud de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) y sus colegas, según publican en la revista ‘Heart Failure Reviews’.
El microbioma intestinal es un ecosistema delicadamente equilibrado compuesto principalmente por bacterias, así como por virus, hongos y protozoos. El microbioma puede afectar a las enfermedades cardiovasculares, que son una de las principales causas de muerte en el mundo, y la insuficiencia cardíaca suele ser la fase final de una enfermedad cardiovascular progresiva.
Diseño del estudio
Para su visión general, los investigadores examinaron siete años de hallazgos genéticos, farmacológicos y de otros tipos de investigación de todo el mundo para generar una amplia perspectiva sobre cómo el microbioma puede influir en la insuficiencia cardíaca. Se centraron en un metabolito nocivo, el óxido de trimetilamina-N (TMAO), que puede ser producido por la agitada microbiota intestinal cuando se consumen productos lácteos llenos de grasa, yemas de huevo y carne roja.
«Para diagnosticar y manejar la insuficiencia cardíaca nos basamos en ciertos hallazgos y resultados de pruebas, pero no sabemos cómo la mala función cardíaca influye en las actividades del intestino, incluida la absorción de alimentos y medicamentos», señala Kelley Anderson, profesora asociada de enfermería en Georgetown y autora correspondiente del estudio.
«Ahora se aprecia una relación de ida y vuelta entre el corazón y los elementos del intestino, ya que está claro que el corazón y el sistema vascular no funcionan de forma aislada: la salud de un sistema puede influir directamente en el otro, pero todavía se están elaborando científicamente conexiones claras», añade.
Los investigadores analizaron 511 artículos de investigación publicados entre 2014 y 2021 que relacionaban el microbioma con la insuficiencia cardíaca y redujeron su atención a los 30 artículos más relevantes. En los últimos años, la tecnología más avanzada, en particular las herramientas que pueden examinar de cerca las funciones biológicas del ADN y el ARN en el cuerpo, proporcionaron una visión más detallada de la relación entre el intestino y el corazón, y esos estudios fueron de particular interés.
Los investigadores no pudieron precisar los efectos de la dieta en la interacción entre el microbioma y el sistema cardiovascular debido a la falta de datos sólidos de los estudios que revisaron. Señalan que la nutrición es un componente importante de la salud cardiovascular en general, por lo que tener la oportunidad de explorar el impacto de la dieta en relación con el microbioma es un área prometedora para futuros esfuerzos de investigación.
En cuanto a las posibles intervenciones para mitigar los efectos negativos del microbioma en las enfermedades cardíacas, Anderson señala que hay estudios en curso que evalúan el uso de antibióticos, prebióticos y probióticos, todos los cuales pueden influir en el microbioma, así como de aglutinantes intestinales que se adhieren y ayudan a transportar los elementos nocivos fuera del intestino.
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