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jueves, 17 de marzo de 2022

La Salud Mental requiere cambiar su modelo para adaptarse a las nuevas exigencias

Expertos en Salud Mental de Andalucía han compartido sus impresiones sobre la situación actual en este campo en el marco del Foro Salud Mental de EL MÉDICO, celebrado en Sevilla. La iniciativa, que cuenta con el apoyo de Angelini Pharma, se celebra en el contexto de la reciente publicación del estudio ‘Presente y futuro de la salud mental en España, coordinado por José Martínez Olmos y Celso Arango López y en el que han colaborado algunos de los participantes en este evento.

En el encuentro se constató la crónica falta de recursos, tanto humanos como materiales, se reclamó una mayor accesibilidad al sistema y se resaltó la necesidad de prestarle mayor atención a la población infantojuvenil y a la que cuenta con menos recursos económicos. Es necesario, en definitiva, un enfoque centrado en las personas y replantear el modelo de atención para adaptarse a las cambiantes necesidades de la sociedad, ya que en la actualidad asistimos a una «psiquiatrización de la vida cotidiana«.

Los asistentes al Foro de Salud Mental en Sevilla.

Benedicto Crespo-Facorro, jefe del Servicio de Psiquiatría del hospital Virgen del Rocío de Sevilla, señaló que en la actualidad se vive una «alta demanda» de atención en Salud Mental, algo asociado con la pandemia por coronavirus, pero también a «las necesidades de la sociedad en Atención Primaria». Esto a corto plazo «es un problema porque satura los sistemas», pero visto con perspectiva «es una oportunidad» porque «está cambiando la cultura» con respecto a estas patologías. Por ello, es un buen momento para proceder a «un cambio de paradigma y remodelar los servicios para poner el foco y la intensidad del tratamiento en las fases de entrada». «Hay que enfocar la salud mental desde el punto de vista de la prevención y la predicción», apostilló.

La población infantojuvenil, «la hermana pobre»

También Javier Romero, codirector del Plan Integral de Salud Mental de Andalucía (PISMA), cree que este contexto en el que la Salud Mental está en un primer plano es una oportunidad para abordar una problemática tan específica como la de los suicidios, en un intento de aportar «respuestas específicas». Y aunque siempre serán necesarios más recursos («hay una falta crónica»), ni en los países con una mayor inversión son suficientes, por lo que el acento hay que ponerlo también en contar con «más accesibilidad y más intensidad» en la atención. Junto a ello, abogó por poner el foco en la población infantojuvenil, «que es la hermana pobre de la salud mental».

«No tenemos los recursos que nos gustarían, pero sí soluciones en el sistema», incidió Ingrid Ferrer, farmacéutica de Atención Primaria adscrita a la Subdirección de Farmacia y Prestaciones del Servicio Andaluz de Salud (SAS). En este sentido, transmitió la implicación desde el ámbito de la farmacia también con la Salud Mental y puso como ejemplo el proyecto desarrollado para analizar el impacto de una intervención breve educativa para mejorar el uso crónico de las benzodiacepinas aportando alternativas y sensibilizar a la población sobre su uso porque en muchas ocasiones no se dice que «provocan daño, dependencia y la necesidad de ir reduciendo su dosis poco a poco». La investigación se ha traducido en un material educativo y un abordaje que ha permitido que, a los seis meses, uno de cada tres pacientes intervenidos dejase este medicamento.

Hay que avanzar, aunque sea sin recursos

Por su parte, Andrés López, psiquiatra y miembro de la dirección regional de la  Fundación Pública Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (Faisem), aportaba el matiz sociosanitario desde su trabajo en una entidad que atiende a casi 10.000 personas que, durante la pandemia, pese a la saturación de los servicios, «han tenido un comportamiento edificante». Es verdad que hay pocos recursos, «pero mientras llegan hay que hacer cosas», por lo que apostó por «replantear el modelo de atención» porque en la actualidad estamos ante una «psiquiatrización de la vida cotidiana» cuando se da la ironía de que «la vida no tiene tratamiento».

López expresó su preocupación ante el hecho de que en Salud Mental los casos más graves cada vez «están más condicionados por la pobreza», una visión social en la que también se adentró Ana María Cirera, presidenta de Asaenes Salud Mental Sevilla, que lamentó la escasa atención que por ejemplo se presta a la mujer o al colectivo LGTBI. Reclamó también no olvidar la necesidad de un modelo equitativo que tenga en cuenta a personas socialmente excluidas y una mayor coordinación entre todos los actores, ya que luego «todo se agranda por el estigma social. A la hora de la verdad hay que luchar contra el estigma y para que la sociedad nos vea como a iguales».

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