El uso de la asistencia respiratoria no invasiva —la presión positiva continua de las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés) y el oxígeno nasal de alto flujo (HFNO)– para tratar la infección moderada a grave por COVID-19 no está relacionado con un mayor riesgo de infección como se pensaba, sugieren las conclusiones de dos estudios publicados en línea en la revista ‘Thorax’.
Ambos métodos de respiración asistida produjeron poca contaminación viral medible en el aire o en la superficie, y no más que la simple oxigenoterapia, mientras que la tos produjo mucho más aerosol que cualquiera de los dos métodos, muestran los estudios.
Procedimientos generadores de aerosoles
Los resultados llevan a los investigadores a pedir una reevaluación exhaustiva de las medidas de control de la infección aplicadas a estos métodos de asistencia respiratoria, que se han clasificado como “procedimientos generadores de aerosoles” que exponen al personal sanitario y a otros pacientes a un mayor riesgo de infección.
La presión positiva continua en las vías respiratorias suministra un nivel constante de aire presurizado y oxígeno a través de una manguera y una máscara para ayudar a la respiración, mientras el oxígeno nasal de alto flujo bombea oxígeno a un alto flujo a través de dos pequeños tubos en la nariz.
A diferencia de la ventilación mecánica, que requiere intubación y sedación, la CPAP y el HFNO no son invasivos. Pero se cree que generan partículas víricas capaces de contaminar el aire y las superficies cercanas, lo que exige precauciones adicionales para el control de las infecciones.
Entre ellas se encuentran la separación de los pacientes y el uso de mascarillas de alto grado FFP3 para los trabajadores sanitarios con el fin de frenar el riesgo de transmisión de aerosoles, lo que tiene implicaciones en los costes y la capacidad.
Impacto de la CPAP y/o la HFNO en casos de COVID-19
En varios estudios se ha constatado la contaminación ambiental por el SARS-CoV2. Pero muy pocos han evaluado específicamente el impacto de la CPAP y/o la HFNO en casos de COVID-19 moderados o graves, o han encontrado virus viables (infecciosos), lo que confirma un riesgo de transmisión al personal sanitario. Y otros estudios de generación de aerosoles han utilizado principalmente simuladores de pacientes o voluntarios sanos.
Por lo tanto, los investigadores querían comparar la cantidad de contaminación ambiental del aire y de la superficie con SARS-CoV2, el virus responsable de la infección por COVID-19, producida por el uso de CPAP, HFNO y la simple terapia de oxígeno, conocida como oxígeno suplementario, en pacientes con COVID-19.
Treinta pacientes hospitalizados con COVID-19 moderadamente grave, ninguno de los cuales requería ventilación mecánica, fueron divididos en tres grupos de 10 y se les administró oxígeno suplementario, CPAP o HFNO.
A cada paciente se le hizo un frotis para detectar el SARS-CoV2, y se recogieron tres muestras de aire y tres de superficie en las inmediaciones. Las muestras positivas y las sospechosas de serlo se cultivaron para comprobar su viabilidad biológica.
En general, 21 (70%) pacientes dieron positivo para el SARS-CoV-2 mediante frotis de PCR. Pero sólo 4 de 90 (4%) muestras de aire fueron positivas a la PCR.
Las superficies clínicas estaban más contaminadas que las muestras de aire, y casi la mitad (14;47%) de los pacientes tenían al menos una muestra positiva o sospechosa de partículas virales en una o más de las tres muestras de superficie recogidas.
En total, 6 de 90 (7%) hisopos de superficie resultaron positivos para el virus: 5 de 30 (17%) muestras de suelo (otras cuatro sospechosas); ninguna muestra de superficie de mesa (otras tres sospechosas) y sólo una muestra de superficie de objetos altos (otras tres sospechosas).
Ni el uso de CPAP ni de HFNO ni la tos se asociaron con una contaminación ambiental significativamente mayor que el uso de oxígeno suplementario. Del total de 51 muestras positivas o sospechosas de serlo por PCR, sólo una procedente de la nariz y la garganta de un paciente con HFNO era biológicamente viable en cultivo celular.
Los investigadores reconocen que su estudio sólo incluyó a 30 pacientes, y que serán necesarios estudios más amplios para informar de forma fiable sobre las medidas pragmáticas de control de la prevención de infecciones en torno al uso de CPAP/NOAF, afirman.
No obstante, concluyen que “la evolución de las pruebas de los pacientes hospitalizados con infección por SARS-CoV-2 y los riesgos de exposición ocupacional/nosocomial deberían impulsar una reevaluación basada en la evidencia de las medidas de prevención y control de la infección para los tratamientos de asistencia respiratoria no invasiva que actualmente se consideran “procedimientos generadores de aerosoles”.
“Ha dado lugar a medidas excesivamente cautelosas para determinados entornos, exigiendo un EPI completo para todas las intubaciones e impidiendo que los familiares visiten a los pacientes más enfermos, mientras que se infravalora el riesgo en otros, como los pacientes con tos e infección temprana en las unidades de admisión o en las salas generales”, añaden.
Un segundo estudio publicado en la revista también cuestiona si la CPAP y la HFNO merecen ser clasificadas como procedimientos generadores de aerosoles.
En él se comparó la producción de aerosoles de diferentes sistemas de suministro de oxígeno entre 25 voluntarios sanos y 8 pacientes hospitalizados con infección por COVID-19. La producción de aerosoles se midió mientras se respiraba, se hablaba y se tosía con el aire de la habitación y luego de nuevo mientras se recibía CPAP y HFNO en un quirófano ultralimpio.
La cantidad de aerosol producida fue mayor al toser; una sola tos generó al menos 10 veces más aerosol que hablar o respirar. La producción de aerosoles no aumentó en los que recibieron CPAP y los aerosoles generados durante la HFNO procedían de la máquina y no del individuo en cuestión.
Los investigadores de este estudio concluyen: “En resumen, nuestros datos sugieren que el riesgo de infección por SARS-CoV-2 no se debe a que la CPAP o la HFNO generen aerosoles infecciosos. Esto tiene implicaciones para la política de control de la infección y la prevención, ya que la generación de aerosoles parece ser mayor en los pacientes con COVID-19 que tosen”.
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