Los alérgicos no son ajenos a los problemas con el polen. Pero ahora, debido al cambio climático, la temporada de polen dura más y empieza antes que nunca, lo que significa más días de picor de ojos y secreción nasal. Las temperaturas más cálidas hacen que las flores florezcan antes, mientras que el aumento de los niveles de CO2 hace que se produzca más polen.
Los efectos del cambio climático en la estación del polen se han estudiado a fondo y, según algunos científicos, han aumentado hasta 20 días en los últimos 30 años, al menos en Estados Unidos y Canadá. Pero a menudo se pasa por alto un elemento importante: “El polen está destinado a volar. Hay que tener en cuenta los fenómenos de transporte”, explica la doctora Annette Menzel, profesora de Ecoclimatología de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania).
Este equipo de investigación estudió el transporte del polen en Baviera, estado del sureste de Alemania, para comprender mejor cómo ha cambiado la estación del polen a lo largo del tiempo. “El transporte del polen tiene importantes implicaciones para la duración, el calendario y la gravedad de la estación polínica alergénica”, afirma Ye Yuan, coautor de la investigación.
Dos días al año durante 30 años
En su trabajo, publicado en la revista científica ‘Frontiers in Allergy’, Menzel y su equipo utilizaron seis estaciones de control del polen repartidas por la región para analizar los datos. Descubrieron que ciertas especies de polen, como las de los arbustos de avellano y los alisos, adelantaron el inicio de sus estaciones hasta 2 días al año, durante un periodo de 30 años (entre 1987 y 2017). Otras especies, que tienden a florecer más tarde en el año, como los abedules y los fresnos, adelantaron sus estaciones 0,5 días de media cada año, a lo largo de ese mismo periodo de tiempo.
El polen puede viajar cientos de kilómetros y, con el cambio de los patrones climáticos y la alteración de la distribución de las especies, es posible que las personas estén expuestas a “nuevas” especies de polen, es decir, a polen que nuestros cuerpos no están acostumbrados a encontrar cada año.
Aunque a veces puede ser difícil diferenciar entre el polen local y el transportado, los investigadores se centraron en los transportes previos a la temporada. Así, por ejemplo, si el polen de los abedules estaba presente en la estación de control, pero los abedules locales no florecían hasta dentro de 10 días, ese polen se consideraba transportado desde lejos.
Transporte del polén
“Nos sorprendió que el transporte de polen antes de la floración es un fenómeno bastante común que se observa en dos tercios de los casos”, señala Menzel. En cuanto a por qué es importante entender la cantidad de polen que viene de lejos, Yuan dice que “especialmente en el caso del polen alergénico ligero, el transporte a larga distancia podría influir seriamente en la salud humana local”.
Examinando otro elemento, además de la simple concentración de polen, los científicos pueden profundizar en cómo se ve afectada exactamente la estación polínica por el cambio climático. Por ejemplo, Menzel afirma que la temporada de polen puede ser incluso más larga de lo que se estima a partir de las observaciones de floración “teniendo en cuenta el transporte de polen, como se ha hecho en nuestro estudio actual”.
Aunque el estudio no ha hecho un seguimiento de la distancia a la que se transporta el polen, y solo ha diferenciado entre el transporte local y el de largo alcance (es decir, el polen que viene de fuera de Baviera), proporciona una clave crucial en la comprensión de los patrones anuales del polen.
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