Llevar un estilo de vida saludable es la clave para tener una buena calidad de vida. En el tratamiento de cualquier tipo de dislipemia, la primera recomendación terapéutica será siempre la modificación de los hábitos de vida, sobre todo la dieta y el ejercicio físico. Así, se recomienda una reducción de la ingesta de grasas saturadas (menos 7% calorías), colesterol (menos de 200 mg/dl), limitar ingesta de ácidos grasos trans e hidratos de carbono refinados. También se apuesta por las opciones terapéuticas incluidas en la dieta, que potencien la disminución del colesterol-LDL, como son los estanoles y esteroles vegetales, que presentan una estructura química similar al colesterol, y su mecanismo de acción tendría relación con la inhibición de la absorción del colesterol (2 gr. al día), fibra soluble (10–25 gr. al día).
También es recomendable bajar de peso, con un ajuste de ingesta calórica total para mantener un peso adecuado y un aumento de la actividad física, 30 minutos de ejercicio de intensidad moderada, que permita generar un gasto energético de al menos 200 calorías diarias, todos o la mayoría de los días de la semana.
En el caso de que también exista hipertrigliceridemia, ya sea aislada o asociada a hipercolesterolemia, se debe prestar especial atención a una dieta exenta de alcohol y de bebidas azucaradas y en la necesidad de perder peso.
Niveles de lípidos
La importancia de la dieta en el perfil lipídico es fundamental, un consumo elevado de ácidos grasos saturados y grasas trans aumenta considerablemente el perfil patológico del colesterol y, por el contrario, una dieta rica en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados se ha asociado a concentraciones más bajas de LDL y CT y, en consecuencia, a una disminución en la incidencia de ateroesclerosis.
Las estrategias no farmacológicas que se le recomiendan a los pacientes con dislipemias incluyen diversos aspectos, entre los que se encuentran la cesación del hábito tabáquico, moderar el consumo de alcohol, el ejercicio, control del sobrepeso y modificaciones en la dieta.
Cambios en la dieta
De los componentes de la dieta, la ingesta de ácidos grasos saturados es el factor más directamente relacionado con las concentraciones elevadas de colesterol total, la aterosclerosis y la mortalidad coronaria. La cantidad total de colesterol de la ingesta tiene menor influencia en la colesterolemia, probablemente porque el intestino absorbe aproximadamente el 40-50% del colesterol que ingerimos con un máximo de aproximadamente 500 mg.
La importancia de los ácidos grasos saturados, que reducen el aclaramiento plasmático del c-LDL, son el factor más directamente relacionado con los niveles elevados de colesterol. Los ácidos grasos monoinsaturados descienden C-LDL, cuando sustituyen a la grasa saturada en la dieta y aumenta C-HDL, y los polinsaturados, omega 6 y omega 3, mejoran también el perfil lipídico.
Por su parte, los hidratos de carbono y la fibra soluble en legumbres, frutas y algunos cereales, cebada y avena tienen una acción hipocolesterolemiante por acción quelante de los ácidos biliares en intestino. La fibra insoluble (cereales, verdura y frutas) son ricas en flavonoides y tienen un efecto antioxidante de las lipoproteínas.
Con respecto a la actividad física, se sabe que el ejercicio actúa sobre varios factores de riesgo, aumenta el C-HDL y disminuye los TGD y el VLDL. Por eso, el entrenamiento debe centrarse en actividades aeróbicas, poniendo en acción grandes grupos musculares.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Susana Hernaiz Valero y Carolina Valcarce Rodriguez, del Centro de Salud Val Miñor; Evangelina Filloy Miguez, del Centro de Salud Baiona; María Tato Fontaiña, del Centro de Salud Gondomar y Teresa Alonso Ucha, del Centro de Salud Beiramar.
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