Uno de los más grandes desafíos para el sector salud de México son las enfermedades hematológicas, ya que actualmente la mayoría de los casos son detectados en etapas tardías.
Se estima que los tumores en la sangre representan el séptimo lugar en el catálogo de tipos de cáncer con aproximadamente 15.610 mil casos nuevos cada año en México y al menos 10.927 de estos son detectados en etapas avanzadas. Las enfermedades más comunes de este tipo son: 6.406 casos de leucemias (entre agudas y crónicas), 7.562 son por linfomas y 1.642 pacientes con mieloma múltiple.
La mediana de edad de estas personas que presentan estas enfermedades (leucemias, linfomas (Hodking y no Hodking) y mieloma múltiple) es de 60 años y lamentablemente genera un gran consumo de recursos hospitalarios y económicos para los pacientes, ya que los tratamientos son de alto costo.
En el caso del cáncer infantil la Leucemia aguda linfoblástica (LAL), es uno de los frecuentes representando aproximadamente el 40% de los casos nuevos, con una incidencia anual de 4 casos por cada 100.000 habitantes.
Estas enfermedades hematológicas cobran la vida de 9.141 personas cada año, según datos del Observatorio Global del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (GLOBOCAN). Además, se estima una prevalencia a cinco años de 45.062 casos en México.
En este contexto, toma relevancia la citometría de flujo, un método de laboratorio que permite determinar el número de células, el porcentaje de células vivas y ciertas características de las células (como el tamaño y la forma) en una muestra de sangre, médula ósea u otro tejido que permite identificar marcadores tumorales, como antígenos, en la superficie celular. Esta herramienta funciona coloreando las células con un tinte sensible a la luz que posibilita, de acuerdo a reglas de estandarización, determinar las células que podrían convertirse en un problema de salud para los pacientes.
Ya que la citometría de flujo (CF) es una técnica de análisis celular que mide las características inmunofenotípicas que poseen las células al pasar a través de un rayo de luz, como ejemplo, cuando se diagnostica LAL en un paciente, el número logarítmico de células leucémicas se acerca a 1 x 1.012, estando en remisión clínica, es decir, sin datos evidentes de la enfermedad, puede existir hasta 1 x 1010 células malignas microscópicamente en el paciente, esta cantidad residual de células malignas no detectable por técnicas de rutina se define como enfermedad mínima residual negativa (EMR).
La CF y la biología molecular son las técnicas más empleadas para cuantificar la EMR en las enfermedades hematológicas, definiendo con más precisión la remisión y respuesta al tratamiento inicial.
De acuerdo con el Dr. Carlos M. Fernández Giménez, investigador de la Universidad de Salamanca, “La citometría de flujo ha tenido una relevancia cada vez mayor en los últimos años, a la hora del diagnóstico, seguimiento y monitorización del tratamiento de las enfermedades hematológicas, donde tiene una clara ventaja respecto a otras enfermedades porque las células de la sangre ya están en un medio líquido y esa accesibilidad a las células ha permitido hacer un mejor estudio”.
Agregó que “La citometría de flujo ha sido esencial en el diagnóstico de determinadas enfermedades como los linfomas y las neoplasias, donde se ha posibilitado un diagnóstico mucho más precoz”.
La citometría de flujo permite analizar desde 10 mil hasta 10 millones de células, una por una, en un tiempo cercano a 45 minutos, para identificar si alguna de estas es maligna. Esto, en comparación con la técnica por microscopio, que alcanza a ver solo 500 células en una muestra. A su vez, la citometría de flujo impacta en el número de muestras analizadas en un día. Mientras que otras técnicas permiten 15 o 20 muestras, hoy, con esta tecnología estandarizada, se pueden alcanzar hasta 30 muestras al día.
Por su parte, la Dra. Xochitl Cota Rangel, hematóloga encargada del laboratorio de citometría de flujo del Hospital Ángeles Lomas dijo que “la citometría de flujo es una herramienta esencial que también permite identificar patologías o enfermedades benignas como las inmunodeficiencias y dar seguimiento a la respuesta que tienen los pacientes ante el tratamiento que se les ha brindado”.
Por último, el Dr. Roberto Villa-Martínez, hematólogo jefe del Departamento de Hematología y Trasplante de Médula Ósea del Hospital Ángeles Lomas, indicó que “lo más importante es actualizar el conocimiento de la citometría de flujo en el nivel en que se encuentra hoy en día y expandir la tecnología a los institutos públicos y privados para un beneficio directo para el paciente, pues es una tecnología que se encuentra estandarizada a nivel mundial gracias al estudio Euroflow y debe aprovecharse esa particularidad”.
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