Una nueva investigación ha encontrado que no es solo lo que comes, sino que es importante cuándo comes, un conocimiento que podría mejorar la salud de los trabajadores por turnos y las personas que sufren jet lag. El estudio financiado por el Consejo de Investigación Médica (MRC, por sus siglas en inglés) de Reino Unido identificó la insulina como una señal primaria que ayuda a comunicar el tiempo de las comidas a los relojes celulares ubicados en todo nuestro cuerpo, comúnmente conocido como el reloj corporal.
El equipo detrás de la investigación, publicada en la revista ‘Cell’, cree que esta mejor comprensión puede conducir a nuevas formas de aliviar la mala salud asociada con la interrupción del reloj corporal. Estas fórmulas podrían incluir comer en momentos específicos o tomar medicamentos dirigidos a la señalización de la insulina.
El reloj corporal, también conocido como ritmo circadiano, es un ciclo biológico de 24 horas que se produce individualmente en cada célula del cuerpo, impulsando los ritmos diarios en nuestra fisiología, desde cuándo dormimos hasta los niveles de hormonas, y cómo respondemos a los medicamentos. Nuestro reloj corporal está sincronizado con el entorno circundante por la exposición a la luz del día y el tiempo de las comidas.
Esta sincronía es importante para la salud a largo plazo, y es bien sabido que interrumpir el ritmo circadiano mediante el trabajo por turnos o viajar a través de zonas horarias puede ser perjudicial para la salud. Es importante destacar que se piensa que comer en momentos inusuales, como ocurre a menudo durante el trabajo por turnos y el jet lag, es una causa importante de la interrupción del reloj corporal. Sin embargo, anteriormente no se sabía exactamente cómo el reloj corporal detecta y responde a la hora de las comidas, lo que dificulta la prestación de consejos médicos o intervenciones que puedan aliviar el problema.
La insulina, una señal de sincronización para las células del cuerpo
Investigadores del Laboratorio de Biología Molecular (LMB) de MRC en Cambridge y la Universidad de Manchester, en Reino Unido, han identificado la insulina como una señal primaria que ayuda a comunicar el tiempo de las comidas a los relojes celulares en todo nuestro cuerpo, y al hacerlo fortalecen el ritmo circadiano. Los experimentos del equipo en células cultivadas y replicados en ratones muestran que la insulina, una hormona que se libera cuando comemos, ajusta los ritmos circadianos en muchas células y tejidos diferentes de forma individual, al estimular la producción de una proteína llamada PERIOD, un engranaje esencial dentro del reloj circadiano de cada célula.
El doctor John O’Neill, líder de investigación en el LMB de MRC que dirigió el equipo de investigación de Cambridge, apunta: “En el corazón de estos relojes celulares se encuentra un conjunto complejo de moléculas cuya interacción proporciona una sincronización precisa de 24 horas. Lo que hemos mostrado aquí es que la insulina, liberada cuando comemos, puede actuar como una señal de sincronización para las células de todo nuestro cuerpo”.
En colaboración con el doctor David Bechtold, profesor titular de la Universidad de Manchester, los investigadores encontraron que cuando se administraba insulina a los ratones en el momento biológico “incorrecto”, cuando los animales normalmente descansaban, se interrumpían los ritmos circadianos normales, lo que provocaba una menor distinción entre el día y la noche.
“Ya sabemos que la sociedad moderna plantea muchos desafíos para nuestra salud y bienestar: las cosas que se consideran comunes, como el trabajo por turnos, la falta de sueño y el desfase horario, interrumpen el reloj de nuestro cuerpo. Ahora es evidente que esa interrupción circadiana está aumentando la incidencia y la gravedad de muchas enfermedades, incluidas las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2”, apunta Bechtold.
La doctora Priya Crosby, investigadora de LMB en MRC y autora principal del estudio, destaca: “Nuestros datos sugieren que comer en los momentos equivocados podría tener un gran impacto en nuestros ritmos circadianos. Todavía hay trabajo que hacer aquí, pero prestar especial atención a la hora de la comida y la exposición a la luz es probablemente la mejor manera de mitigar los efectos adversos del trabajo por turnos. Incluso para aquellos que trabajan en horarios más tradicionales, tener cuidado cuando comemos es una manera importante de ayudar a mantener relojes corporales saludables, especialmente a medida que envejecemos”.
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