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jueves, 20 de febrero de 2025

Los anticoagulantes y el riesgo de hemorragia: una evolución inesperada

Un estudio realizado por la Universidad de Gotemburgo y publicado en el Journal of Internal Medicine ha analizado cómo evoluciona el riesgo de hemorragia en pacientes tratados con anticoagulantes tras un evento tromboembólico. Los hallazgos revelan que el riesgo de sangrado es mayor en los primeros seis meses de tratamiento, especialmente en mujeres y personas mayores de 80 años. Sin embargo, este riesgo disminuye con el tiempo y, en el tratamiento prolongado, deja de estar asociado al sexo y la edad.

Fases del tratamiento anticoagulante y sus riesgos

El protocolo estándar para el tratamiento de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar consiste en una fase inicial de 3 a 6 meses de anticoagulación, seguida de una evaluación médica para decidir si el tratamiento debe continuar a largo plazo. Esta decisión se basa en la necesidad de prevenir nuevos coágulos y el riesgo de hemorragias.

Durante el tratamiento inicial, los efectos adversos más comunes incluyen hemorragias nasales, sangre en la orina o en las heces, y hematomas extensos, lo que refleja el efecto directo del fármaco sobre la coagulación. Sin embargo, el estudio indica que este riesgo disminuye con el tiempo, lo que podría influir en las decisiones médicas sobre la prolongación del tratamiento.

Riesgo elevado de hemorragia en los primeros seis meses

Para evaluar el impacto del tratamiento anticoagulante en la incidencia de hemorragias, los investigadores analizaron datos de un registro sueco con más de 36.000 pacientes que habían recibido anticoagulantes tras un coágulo en la pierna o los pulmones. Estos pacientes fueron comparados con un grupo de control emparejado por edad y sexo que no había sufrido eventos trombóticos ni recibido tratamiento anticoagulante.

Los resultados mostraron que en los primeros seis meses de tratamiento:

  • El 1,07 % de los pacientes tratados con anticoagulantes presentó hemorragias, en comparación con el 0,29 % del grupo de control.
  • Las mujeres tenían un mayor riesgo de sangrado en comparación con los hombres.
  • El grupo de 80 años o más presentaba el mayor riesgo de hemorragia.

Estos datos confirman que el riesgo de hemorragia es más alto durante la fase inicial del tratamiento y que ciertas poblaciones, como los adultos mayores y las mujeres, pueden ser más vulnerables en esta etapa.

Reducción del riesgo en el tratamiento prolongado

El estudio también analizó el riesgo de hemorragia en pacientes que continuaron con anticoagulantes más allá de los seis meses. En este grupo, el riesgo de sangrado mayor:

  • Disminuyó del 2 % en la fase inicial a 0,7 % en la fase prolongada.
  • Ya no mostró una asociación significativa con el sexo ni la edad.

Estos hallazgos sugieren que el tratamiento prolongado con anticoagulantes es más seguro de lo que se creía previamente y que el riesgo de hemorragia inducida por el tratamiento se estabiliza con el tiempo.

Implicaciones clínicas y toma de decisiones

Según la investigadora Katarina Glise, especialista en medicina interna en el Hospital Universitario Sahlgrenska e investigadora en la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, estos resultados tienen implicaciones importantes para la práctica clínica.

La decisión de continuar con el tratamiento anticoagulante a largo plazo debe basarse en una evaluación individualizada de riesgos y beneficios. La reducción del riesgo de hemorragia en el tratamiento prolongado es una información valiosa para médicos y pacientes, especialmente cuando se considera la prevención de trombosis recurrentes.

Conclusión: mayor seguridad en el uso prolongado de anticoagulantes

Este estudio aporta evidencia sólida sobre la evolución del riesgo hemorrágico en pacientes que reciben tratamiento anticoagulante tras un evento tromboembólico. Si bien la fase inicial del tratamiento conlleva un mayor riesgo de sangrado, este riesgo disminuye con el tiempo, lo que sugiere que la anticoagulación prolongada puede ser una estrategia segura en pacientes seleccionados.

Estos hallazgos pueden ayudar a mejorar la toma de decisiones clínicas y ofrecer tranquilidad tanto a los médicos como a los pacientes que requieren anticoagulación a largo plazo.

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miércoles, 19 de febrero de 2025

Síndrome de ovario poliquístico, ¿estoy también ante una enfermedad metabólica?

El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una de las endocrinopatías más frecuentes en mujeres en edad reproductiva, pero su impacto va más allá de la salud ginecológica. Son varios los trabajos que han puesto de manifiesto la estrecha relación entre el SOP y la resistencia a la insulina o la obesidad abdominal. Así como un mayor riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico. Pero… ¿hasta dónde llega esta relación?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome de ovario poliquístico afecta a entre el 6 % y el 13 % de las mujeres en edad reproductiva. Este trastorno endocrino complejo se caracteriza porque los ovarios presentan múltiples quistes. Y la persona afectada tiene irregularidades menstruales y un exceso de hormonas masculinas.

La identificación de esta patología requiere una evaluación clínica, bioquímica y ecográfica. Y su diagnóstico –siguiendo los criterios de Rotterdam– se establece cuando la paciente presenta al menos dos de las siguientes manifestaciones. Por un lado: oligoovulación o anovulación, que se manifiesta por irregularidades menstruales. Otro criterio es el hiperandrogenismo clínico (hirsutismo, acné, alopecia androgenética) o bioquímico (niveles elevados de andrógenos en sangre). Finalmente, se debe confirmar, mediante ecografía transvaginal, la existencia de ovarios poliquísticos. Estos se definen con la presencia de 12 o más folículos de 2 a 9 mm en al menos un ovario o un volumen ovárico mayor de 10 cm³.

En cualquier caso, se deben descartar otras posibles patologías que pueden cursar con síntomas similares. Este es el caso de la hiperplasia suprarrenal congénita, el síndrome de Cushing u otros trastornos tiroideos.

Factores de riesgo metabólico

Respondiendo a la cuestión del titular, más allá de sus manifestaciones ginecológicas, el SOP se asocia con diversas alteraciones metabólicas. Alteraciones que incrementan el riesgo de sufrir enfermedades crónicas.

Centrándonos en los datos, entre el 60 % y el 90 % de las mujeres con este síndrome presentan resistencia a la insulina, independientemente de su índice de masa corporal (IMC). Una alteración metabólica que puede aparecer incluso en mujeres con normopeso. Si bien el riesgo aumenta significativamente en mujeres con sobrepeso u obesidad.

Por otro lado, no todos los fenotipos del SOP presentan el mismo riesgo metabólico. Las variantes que combinan hiperandrogenismo y anovulación (fenotipos A y B) tienen una relación más estrecha con las alteraciones metabólicas. Mientras que las que no presentan hiperandrogenismo pueden tener un riesgo menor. Esta variabilidad pone de manifiesto la necesidad de una evaluación individualizada para detectar y manejar precozmente las complicaciones metabólicas en cada paciente.

Entre los factores de riesgo metabólicos más relevantes en las pacientes con síndrome de ovario poliquístico destacan la resistencia a la insulina, obesidad, dislipidemia e hipertensión arterial.

Resistencia a la insulina

Como se ha mencionado, la resistencia a la insulina es una de las principales características del SOP.  Varios estudios han demostrado que aproximadamente el 80 % de las mujeres obesas padecen SOP y entre el 30 % y el 40% de las mujeres con SOP y normopeso presentan resistencia a la insulina e hiperinsulinemia compensatoria. Esta condición no solo contribuye a las manifestaciones clínicas del SOP. También aumenta significativamente el riesgo de desarrollar intolerancia a la glucosa y diabetes tipo 2 en esta población.

Según la ginecóloga Nuria Pérez, responsable de Ginemed Madrid Aravaca, la hiperinsulinemia resultante no solo exacerba la disfunción ovárica y la anovulación. También contribuye a un estado inflamatorio crónico que afecta la calidad ovocitaria y la receptividad endometrial.

Esto tiene un impacto significativo en la fertilidad de las mujeres con SOP, reduciendo las tasas de éxito en reproducción asistida. Además, aumenta el riesgo de aborto espontáneo, especialmente en pacientes con un control glucémico deficiente, asegura la especialista. Al mismo tiempo, la presencia del síndrome poliglandular autoinmune en algunas pacientes con diabetes tipo 1 y 2 puede comprometer aún más la función ovárica. Ello subraya la necesidad de un manejo integral que aborde tanto la disfunción endocrina como los factores metabólicos asociados.

Obesidad y distribución de grasa corporal

Otro factor relacionado con el síndrome de ovario poliquístico es la obesidad. En las pacientes con SOP, es más frecuente la obesidad central. Esta acumulación de grasa en la región abdominal agrava la resistencia a la insulina y se asocia con un perfil lipídico adverso y un mayor riesgo cardiovascular.

Un metaanálisis publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism ha reforzado la relación entre la obesidad y el SOP. El estudio evidencia que el aumento en la prevalencia de obesidad se asocia con un incremento en los diagnósticos de SOP. Especialmente cuando se emplean los criterios de Rotterdam. Aunque la causalidad no está completamente establecida, este trabajo sugiere que la obesidad no solo agrava las manifestaciones del SOP, sino que también podría influir en su desarrollo.

Masculinización del metabolismo

Ahondando en la relación entre SOP y problemas metabólicos, investigaciones recientes del Hospital Ramón y Cajal – IRYCIS y el CIBERDEM han aportado nuevas evidencias. El estudio, liderado por los doctores Héctor Escobar Morreale y Mª Ángeles Martínez-García, ha revelado que las mujeres con este síndrome presentan una masculinización del metabolismo intermediario. Ello sugiere que el exceso de andrógenos no solo impacta en la función ovárica, sino que también modula el metabolismo a nivel sistémico.

A través de espectroscopía de resonancia magnética nuclear de protones, se identificaron alteraciones en el perfil metabolómico en mujeres con SOP. Hecho que respalda la hipótesis de que el hiperandrogenismo contribuye a la disfunción metabólica, particularmente en el contexto de la obesidad.

De hecho, los resultados mostraron que el impacto negativo de la obesidad en el perfil metabolómico se observó exclusivamente en mujeres, con o sin SOP. Mientras que los hombres obesos no presentaron un deterioro metabólico adicional en comparación con los normopeso. Estos resultados subrayan la necesidad de un manejo del SOP considerando el control hormonal y reproductivo. Además del impacto metabólico de la enfermedad y la influencia de la obesidad en su progresión.

Dislipidemia y riesgo cardiovascular

Por otro lado, las mujeres con SOP a menudo presentan perfiles lipídicos adversos con niveles elevados de triglicéridos, reducción del colesterol HDL y aumento del colesterol LDL. Estas alteraciones lipídicas, combinadas con la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia, contribuyen a un aumento de la presión arterial. Y a un mayor riesgo de aterosclerosis y otras enfermedades cardiovasculares.

Algunos estudios han mostrado una mayor prevalencia de calcificación de las arterias coronarias y engrosamiento de la íntima-media carotídea en mujeres con SOP. Esto sugiere la presencia de aterosclerosis subclínica.

El SOP también se ha asociado a un estado de inflamación crónica de bajo grado que puede desempeñar un papel en el desarrollo de complicaciones metabólicas adicionales. Este es el caso de la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

Necesidad de un manejo multidisciplinar

Lo cierto es que, pese a su impacto en la fertilidad y en la salud metabólica de las mujeres afectadas, siguen existiendo falta de investigación e infradiagnóstico. La última investigación sobre esta patología, financiada por la Unión Europea a través del programa Horizonte 2020, el proyecto europeo SPIOMET4HEALTH, data de hace cinco años. En él se recoge que la carga económica de la enfermedad en el sector sanitario europeo alcanza los 23.000 millones de euros anuales.

Por otro lado, y según datos de la OMS, hasta el 70 % de las mujeres con SOP, desconocen tenerlo, aunque tienen que hacer frente a alteraciones menstruales, hirsutismo, acné o aumento de peso. Y mayor riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

El apoyo médico que reciben estas mujeres, con o sin diagnóstico, suele limitarse a la prescripción de anticonceptivos o recomendaciones para perder peso. Sin considerar la complejidad del trastorno. Y no hay que olvidar el impacto en la salud mental que supone, ya que se ha constatado que cerca del 40 % de las mujeres con SOP presentan ansiedad o depresión. Y esto impacta aún más en su calidad de vida.

Nuevas investigaciones

Precisamente, el mencionado proyecto SPIOMET4HEALTH ha representado un avance significativo en el tratamiento del síndrome de ovario poliquístico. Este trabajo plantea una estrategia terapéutica innovadora para abordar tanto los aspectos metabólicos, como hormonales de la enfermedad. Coordinado por la doctora Lourdes Ibáñez, del Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, este ensayo clínico multicéntrico busca evaluar la eficacia de un tratamiento combinado de espironolactona, pioglitazona y metformina (SPIOMET). Se administra en un único comprimido diario.

A diferencia de los tratamientos convencionales, que suelen centrarse en la regulación del ciclo menstrual, la fertilidad o el control del peso, este estudio trata de normalizar la ovulación. También de mejorar el perfil endocrino-metabólico en adolescentes y mujeres jóvenes con SOP, ofreciendo un enfoque más integral y preventivo.

Además de demostrar los beneficios sostenidos de esta combinación de fármacos, este trabajo pretende reducir los riesgos como la resistencia a la insulina. Y las complicaciones metabólicas asociadas al SOP a largo plazo. El proyecto cuenta con la participación de instituciones en España, Austria, Noruega, Italia, Dinamarca y Turquía.

Otro avance reciente en el tratamiento del SOP proviene de un estudio del IMIBIC y la Universidad de Córdoba, publicado en Nature Communications. Esta investigación ha demostrado la eficacia de los fármacos multi-agonistas, como el GLP1/E, en la mejora tanto el perfil metabólico como de las irregularidades ováricas en modelos preclínicos. Este descubrimiento promete una mejora significativa en el tratamiento personalizado del SOP.

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“La DE hay que abordarla desde una perspectiva multimodal, considerando siempre los aspectos biopsicosociales”

La DE psicogénica, ¿es más común en hombres jóvenes? ¿Hay un perfil tipo? ¿Qué factores psicológicos contribuyen a los problemas de erección?

Para ponernos en contexto, hay trabajos que prevén que en el año 2025 habrá en el mundo cerca de 325 millones de hombres que padezcan una disfunción eréctil de tipo psicógeno. No obstante, los porcentajes varían según la edad, aunque de media en España podemos decir que en torno a un 40 por ciento de los casos estaremos ante una disfunción psicógena según los datos más optimistas.

No obstante, la disfunción eréctil sí está vinculada a la edad, es por ello que es en los hombres menores de 40 años cuando entre el 82 y el 85 por ciento de los casos estaremos ante una disfunción psicógena, precisamente porque los hombres jóvenes están más condicionados por el estrés, la ansiedad, los problemas de autopercepción, las interacciones con otras personas, etc. Por otro lado, los varones más mayores empiezan a sufrir los efectos de las enfermedades crónicas, como la hipertensión, la diabetes, la dislipemia, el síndrome metabólico, etc. Por ello, efectivamente, si tuviéramos que establecer unos perfiles en el paciente joven sería mucho más común una disfunción con un componente más psicógeno y en el paciente más añoso tendría un componente más orgánico.

Aunque la realidad es que es complejo hacer esta diferenciación de una forma tan estricta, porque todo lo psicógeno acaba siendo orgánico y no hay nada orgánico que no acabe siendo psicógeno. Así, en algunas ocasiones, en algunos individuos o dentro del mismo individuo según los momentos, habrá un componente más de peso orgánico y en otros más psíquico.

¿Qué mecanismos neurobiológicos se han identificado en la relación entre disfunción eréctil psicógena y trastornos mentales como la ansiedad o depresión? ¿En qué otras patologías de salud mental puede encontrarse una mayor prevalencia de DE?

Hay varios estudios que apuntan a un grupo de péptidos, en concreto al péptido encargado de la liberación de la gastrina y otra proteína interesante a nivel metabólico, que se ha visto que están muy relacionados con la función sexual del varón. Está comprobado que cuando hay una situación de estrés mantenido o una situación de ansiedad, efectivamente hay una disminución del contenido de este péptido en las neuronas y en los axones de las neuronas, sobre todo a nivel de la columna lumbar y sacra. Estas son precisamente las zonas de las que salen las raíces que controlan la función y los reflejos peneanos y escrotales, por lo que se observa una repercusión negativa a nivel tanto de la calidad de la erección, como de la eyaculación.

Estamos viendo entonces una traslación de algo que es meramente psicógeno, como una situación de estrés, de ansiedad o un trastorno mental como la depresión a nivel de unas proteínas. También es verdad que se ha demostrado que el estrés disminuye la expresión genética de las proteínas que conforman los receptores de esas hormonas masculinas, que son los andrógenos, con lo cual ya son varios mecanismos que median a nivel orgánico como consecuencia de un origen psicógeno, por lo que se ha podido establecer perfectamente el mecanismo de traslación neurobiológica de algo psíquico en algo físico.

¿Hay mayores tasas de trastornos como la depresión y la ansiedad en pacientes con DE? ¿Aparecen antes o después de la propia DE?

Lo que más está estudiado es precisamente su relación con los trastornos de ansiedad, de estrés o de depresión, pero también existen, por ejemplo, en las afectaciones de la autoestima, las personas que sufren trastornos de estrés postraumático, personas que tienen trastornos de culpa o cuando hablamos de los traumas de la infancia que se manifiestan en la edad adulta, esos son digamos por ese orden aproximadamente los que más se manifiestan como prevalentes en la ocurrencia de la difusión eréctil.

Estamos hablando de que entre el 20 y el 22 por ciento de nuestra población adulta tiene trastornos de ansiedad y de depresión, así que es un tema a tener en cuenta. Así, cuando hay un trastorno preestablecido, lo habitual es que se manifieste antes el trastorno de ansiedad o de depresión y posteriormente como consecuencia o como correlato secundario a este trastorno, se manifiesta la disfunción eréctil. Sin embargo, cada vez más, estamos viendo pacientes, sobre todo jóvenes, que debutan con una disfunción eréctil y a raíz de eso se le diagnostica de un proceso de depresión o ansiedad. Llama la atención que estamos recorriendo el camino al revés y esto ocurre casi en un 40 por ciento de los pacientes que acuden a nuestra consulta con una disfunción eréctil o con una disfunción eyaculatoria.

Precisamente en los casos de trastornos por ansiedad, ¿hay evidencia no solo de una mayor prevalencia, sino también de mayor gravedad de la DE? ¿Y cómo influye el tratamiento de trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad, en la recuperación o empeoramiento de la función eréctil?

Todo viene englobado en que esta es una relación bidireccional. En una persona con un trastorno de salud mental a la que diagnosticamos una disfunción sexual, especialmente la disfunción eréctil, esta va a ser más difícil de manejar. Primero tenemos que ver cuál es el origen de su patología, la medicación que está tomando y también la afectación que tienen estas personas de sus hormonas a nivel de producción de testosterona, porque sí que es cierto que muchos trastornos de la esfera mental son paralelos a trastornos endocrinos, con lo que hay una disminución del uso periférico metabólico de la testosterona. Otro factor de gravedad en este tipo de personas que sufren trastornos de ansiedad o de depresión es que a nivel circulatorio el flujo básico, es decir la sangre que está llegando al pene, es mucho menor.

Por otra parte, cuando recorremos el camino a la inversa, en una persona que tiene algún tipo de alteración de la percepción de su cuerpo, o alteraciones sobre la percepción del tamaño de su pene, la percepción que tienen sobre su virilidad, si tienen algún tipo de duda sobre su orientación, pues qué duda cabe que eso ensombrece mucho el pronóstico de la disfunción eréctil. Todo ello tiene una dificultad añadida a la hora de no solamente enfocar el diagnóstico, sino de cómo enfocar el tratamiento y de forma global el manejo terapéutico.

Siendo así, ¿es posible abordar la DE sin tratar el impacto en la salud mental del paciente y en sus relaciones personales?

No, estaríamos haciendo un trabajo poco integrativo, no nos preocupa el pene del paciente, sino el paciente en todo su conjunto. La DE hay que abordarla desde una perspectiva multimodal y tenemos que considerar siempre los aspectos biopsicosociales del paciente e incluso aspectos emocionales o espirituales. Incluso en un paciente diabético, sabemos que la causa fundamentalmente va a ser orgánica, pero la disfunción eréctil habrá podido afectar a su autoestima o su calidad de vida, por lo que no hacer también un abordaje psicológico es un error de bulto. Afortunadamente nuestros pacientes cada vez más están más informados y ellos mismos reclaman ese abordaje integral.

Cuando la DE se relaciona más con factores psicológicos, ¿el paciente acude por norma antes al urólogo o al psicólogo/sexólogo? ¿Qué enfoque multidisciplinario se recomienda para estos casos?

Ahora los equipos son multidisciplinarios y entre todos tenemos que hacer un traje a medida para cada persona. Indudablemente puede ocurrir que un sexólogo reciba en su consulta a una persona y mediante su exploración observe que hay predominancia orgánica en el origen de su trastorno, y aunque haga su labor psicológica, derive a otro componente del equipo para tratar los aspectos más corporales. De la misma manera el médico andrólogo muchas veces consulta con otros profesionales de su equipo como el fisioterapeuta, trabajadores sociales, o enfermería. Lo mejor es trabajar juntos y discutir los casos en sesiones clínicas conjuntas. Contar con otros profesionales no solamente enriquece el trabajo de cualquier terapeuta, sino que le da carta de credibilidad frente a las personas que nos demandan una asistencia.

¿Qué enfoques terapéuticos novedosos están surgiendo en el tratamiento de la disfunción eréctil asociada a la salud mental, como la terapia cognitivo-conductual o la psicoterapia sexual?

Se ha visto que técnicas como la terapia cognitivo conductual han llegado a fronteras impensables hace unos años y técnicas tales como la relajación, la terapia integrativa, la de pareja, la sistémica o el NMDA tienen una utilidad científicamente demostrada. La tienen además no solo para el propio usuario, también para la pareja en su conjunto. Muchas veces nos olvidamos de las parejas y son fundamentales, no solamente en la ayuda del diagnóstico, sino para llevar a cabo las herramientas terapéuticas para una recuperación pronta y exitosa.

Ahora que se habla tanto de salud mental, especialmente entre jóvenes, ¿el incremento de problemas de salud mental ha traído consigo un incremento de casos de DE?

Los trastornos de salud mental están afectando a casi un 14 ó 15 por ciento de nuestros adolescentes entre 10 y 19 años, una edad en la que se producen grandes cambios. Se establecen los roles, las identidades y las orientaciones sexuales y se produce el desarrollo de la sexualidad a nivel integral. Todo eso los coloca en una situación de vulnerabilidad de riesgo de autoestima, de discriminación y todo eso hace que el desarrollo de las disfunciones sexuales se coloque en su momento más álgido. Por ello, cada vez son más los jóvenes que acuden a nosotros.

Una reflexión final

Cada vez hay una conciencia mayor en nuestros profesionales de que las personas con problemas de salud mental tienen una sexualidad y tienen derecho a una sexualidad igual que cualquiera de nosotros.

 

Publicación independiente desarrollada gracias al patrocinio financiero de CASEN RECORDATI. Los puntos de vista y las opiniones que se expresan en esta obra son de sus autores y no reflejan necesariamente la política oficial ni la posición de CASEN RECORDATI. CASEN RECORDATI no debe ser considerada responsable de la veracidad de la información ni de los posibles errores u omisiones.

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martes, 18 de febrero de 2025

Semaglutida reduce el deseo de alcohol en pacientes con trastorno por consumo

Un reciente ensayo clínico publicado en JAMA Psychiatry  ha evaluado el efecto de la semaglutida, un agonista del receptor del péptido similar al glucagón 1 (GLP-1RA), en adultos con trastorno por consumo de alcohol (TCA). Los resultados sugieren que la administración semanal de semaglutida podría reducir el deseo de alcohol y algunas medidas del consumo en esta población.

Estructura del ensayo clínico

El estudio fue un ensayo de fase 2, doble ciego, aleatorizado y de brazos paralelos, con 9 semanas de tratamiento ambulatorio. Se llevó a cabo en un centro médico académico de EE. UU. entre septiembre de 2022 y febrero de 2024. De 504 participantes evaluados, 48 fueron aleatorizados para recibir semaglutida o placebo.

Intervención y métodos de evaluación

Los participantes recibieron semaglutida en dosis progresivas de 0,25 mg/semana durante 4 semanas, 0,5 mg/semana durante 4 semanas y 1,0 mg durante la última semana, o placebo en visitas clínicas semanales. El resultado primario fue la autoadministración de alcohol en laboratorio antes y después del tratamiento. También se midieron cambios en el consumo de alcohol y el deseo de fumar.

Reducción del consumo de alcohol

Los resultados indicaron que la semaglutida en dosis bajas redujo significativamente el consumo de alcohol en la tarea de autoadministración de laboratorio. Se observaron efectos medianos a grandes en la cantidad de gramos de alcohol consumidos (β, -0,48; IC del 95%, -0,85 a -0,11; P = 0,01) y en la concentración máxima de alcohol en el aliento (β, -0,46; IC del 95%, -0,87 a -0,06; P = 0,03).

Impacto en el deseo de alcohol y consumo semanal

El tratamiento con semaglutida no afectó el promedio de bebidas por día calendario ni el número de días de consumo de alcohol. Sin embargo, se observaron reducciones significativas en las bebidas por día de consumo (β, -0,41; IC del 95%, -0,73 a -0,09; P = 0,04) y en el antojo semanal de alcohol (β, -0,39; IC del 95%, -0,73 a -0,06; P = 0,01). Además, el tratamiento predijo reducciones progresivas en el consumo excesivo de alcohol (β, 0,84; IC del 95%, 0,71 a 0,99; P = 0,04).

Efectos sobre el consumo de tabaco

Se identificó una interacción significativa entre el tratamiento con semaglutida y la reducción en el consumo de cigarrillos en un subgrupo de participantes fumadores (β, -0,10; IC del 95%, -0,16 a -0,03; P = 0,005). Este hallazgo sugiere un posible efecto del GLP-1RA en la regulación del consumo de nicotina.

Implicaciones terapéuticas y futuras investigaciones

Los resultados de este ensayo clínico respaldan la necesidad de estudios más amplios para evaluar la eficacia de los GLP-1RA en el tratamiento del TCA. La semaglutida podría representar una estrategia terapéutica prometedora para reducir el deseo de alcohol y otros comportamientos adictivos. Sin embargo, es fundamental evaluar los efectos a largo plazo y la seguridad del tratamiento en estudios clínicos posteriores.

Conclusiones

Este estudio proporciona evidencia preliminar de que la semaglutida en dosis bajas puede reducir el deseo de alcohol y algunos parámetros del consumo en adultos con TCA. Estos hallazgos justifican la realización de ensayos clínicos de mayor escala para evaluar el potencial terapéutico de los agonistas de GLP-1 en el manejo de los trastornos por consumo de sustancias.

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lunes, 17 de febrero de 2025

ESPECIAL ELECCIÓN MIR ’25. Por qué elegir Medicina Interna

 

La vocal de Residentes de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Tatiana Pire, comenta cinco motivos para que los futuros MIR elijan Medicina Interna:

  • Visión integral del paciente
  • Especialidad versátil, ganando cada día más presencia en la asistencia compartida
  • Especialidad muy cercana que atiende al paciente en su conjunto
  • Muy docente y eje de la patología médica
  • Fundamental para hacer una buena gestión de los recursos en una Medicina cada vez más fragmentada

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