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lunes, 13 de marzo de 2023

“El equipo mixto en investigación es el ideal, cada uno aporta sus fortalezas”

Dolores Corella Piquer es jefa de grupo en el CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición del Instituto de Salud Carlos III desde 2006 y catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia. Pionera en investigación en Medicina de Precisión, lleva trabajando en el campo de las ómicas desde 1990. Llegar a ser un referente en la investigación biomédica en España no ha sido un camino fácil, pero se muestra satisfecha de los logros conseguidos. Defiende los equipos de investigación multidisciplinar para avanzar y mejorar.

¿Cómo fueron sus comienzos en la investigación médica?

En los años 90 fundamos la primera Unidad de Epidemiología Genética y Molecular en la que integramos la investigación genómica en la Epidemiología tradicional. Tenemos ya una experiencia de más de 30 años en la integración de ómicas en la investigación en salud.

¿Es pionera en su campo?

En España, sí, y prácticamente en el extranjero también. Me formé en Estados Unidos. Empezamos con la genómica, que fue la primera que se desarrolló, y luego todas las demás ómicas, como la transcriptómica, la epigenómica, la metabolómica y la proteómica, a las que también se suma la metagenómica.

¿Qué aportan las ómicas a la investigación?

Nuevos instrumentos para investigar, nuevos biomarcadores que antes desconocíamos. También sirven para conocer mejor lo que siempre hemos denominado susceptibilidad genética de las personas. Hasta que no se terminó el Proyecto Genoma Humano, se sabía que algunas personas tenían más riesgo de enfermar dentro de su familia, como son los casos de cáncer de mama familiar, los casos de cáncer de colon o de enfermedades cardiovasculares. A esta lista también se puede sumar incluso alguna demencia. Pero no se sabía qué genes eran los responsables. Entonces, el desarrollo de las ómicas, sobre todo la genómica, nos está posibilitando tener esa información de una manera muy rápida.

¿Cómo ha evolucionado este campo de la Medicina?

Muchísimo. Los test ahora son muy rápidos y más asequibles, por lo que se puede incorporar esta información tanto para la prevención como para el tratamiento de distintas enfermedades. Estamos incorporando lo que se ha ido descubriendo y después incorporando de estos marcadores, ya que antes carecíamos de esta información y no sabíamos las personas que tenía más o menos riesgo.

Y, ¿ahora se sabe?

Podemos saber las personas que pueden tener mayor riesgo genético, por ejemplo, de diabetes y se puede hacer todo lo posible por retrasarla.

¿Se está implantando ya en la práctica clínica diaria?

No se está haciendo aún. Estamos todavía en época de investigación. Hay que tener en cuenta que hasta ahora todo se hacía sin tener en cuenta las características particulares de cada persona. Por eso, ahora se habla de Medicina Personalizada de Precisión.

¿Qué es lo que ha cambiado?

Cuando se hacen estudios, incluso ensayos clínicos de un fármaco, siempre se llevan a cabo con la media que sale en todos los pacientes. Habrá pacientes que responderán muy mal y eso simplemente son un número, ya que se hace una media para extrapolarla. Si se aplica la Medicina Personalizada se tienen que hacer nuevos estudios. De hecho, ahora estamos con la financiación para hacer nuevos estudios. Estados Unidos tiene una corte para generar este conocimiento de un millón de personas.

¿Qué han aportado las ómicas al estudio de la obesidad y Nutrición?

Las ómicas han aportado mucho conocimiento al estudio de la obesidad y Nutrición. En primer lugar, información sobre las variantes genéticas que predisponen a un mayor o menor riesgo de obesidad, pudiendo explicar así el motivo por el cual, ante la misma ingesta de alimentos y ejercicio unas personas engordan y otras no. También se están aportando muchos conocimientos del riesgo epigenético y sus modificaciones por la dieta, pero estos hallazgos todavía los tenemos a nivel de investigación con poca traslación a la clínica.

¿Qué es lo que se sabe hasta ahora?

Como la investigación en ómicas es muy amplia y el problema es muy multidisciplinar y complejo, todavía estamos generando conocimiento a nivel de investigación. Se conocen muchos genes y variantes genéticas que se asocian con obesidad, pero, en cambio, conocemos muy poco sobre los genes y variantes genéticas que se asocian con pérdida de peso. Sabemos que hay interacciones gen-dieta y que cada persona puede responder a la dieta de una determinada manera, avanzando hacia la Nutrición de Precisión, pero todavía no tenemos información suficiente. Estamos conociendo la influencia del metagenoma, del metaboloma, del proteoma y también del exposoma.

¿Qué repercusión clínica puede tener a corto y medio plazo?

Precisamente por la complejidad de la investigación, la aplicación clínica no será a corto plazo. Posiblemente, a medio plazo consigamos avanzar en las denominadas Nutrición de Precisión, Medicina de Precisión o Salud de Precisión, pero para algunas enfermedades o situaciones concretas. La aplicación más amplia requerirá todavía más plazo y más investigación.

¿Cómo ha sido, desde su experiencia como mujer, liderar esta línea de investigación?

En la investigación médica, bueno biomédica porque siempre dentro de la investigación médica no se puede prescindir de la investigación más básica, estamos en una situación donde ya hay muchas mujeres. Pero, cuando comencé había muy pocas en papel del liderazgo. Fui de las primeras catedráticas en mi área, todo eran hombres.

¿Cómo vivió aquellos años?

Era todo muy difícil y afortunadamente ahora está un poco mejor. Lo que todavía era más difícil era ser mujer y joven, porque la mujer con unos ciertos años era un poco más respetada, pero una mujer joven se veía como algo curioso. Me acuerdo cuando iba a los congresos y presentaba líneas de trabajo novedosas e innovadoras, siempre me decían: “niña, ¿quién es tu jefe?”. Yo les decía que no tenía jefe, que yo era mi jefa, y pensaban que les estaba tomando el pelo. Fue costoso liderar esta línea de investigación.

¿Qué es lo que ha cambiado en estos años?

Ahora, afortunadamente en la investigación ya se reconoce la necesidad de una multidisciplinariedad. Es importante que colaboren investigadores de distintas áreas de conocimiento; así es como se avanza en la ciencia. Hace 30 años, las áreas de investigación estaban muy cerradas. Si hacías Epidemiología, te tenías que dedicar a la Epidemiología, si hacías Genética, a la Genética… Todo lo que era dedicarse a otra cosa se veía como que no estaba muy bien, no entraba dentro del estándar.

¿Qué recuerda de sus inicios?

Tuve la suerte de que, desde muy pequeña, quería ser investigadora. Cuando estudié, tenía muy buenas notas. Fui premio extraordinario en la licenciatura y en la tesis doctoral. Esto me permitió elegir; porque cuando tienes muy buen expediente, te buscan, y puedes acceder a becas y elegir lo que te gusta. Lo que más me gustaba entonces, que era lo novedoso porque en esa época se terminaba de poner en marcha el proyecto genoma humano, era incorporar el estudio de la susceptibilidad genética en la investigación epidemiológica tradicional. Tuve que empezar desde cero y formar completamente el departamento.

Y, ¿cómo fue la puesta en marcha?

La ventaja es que podía optar a todas la convocatorias de ayudas, porque entonces ya había ayudas para jóvenes investigadores. Las iba obteniendo y fui montando el laboratorio desde cero, comprando todos los instrumentos, todos los equipos. Cuando no lo tenía algo que necesitaba, iba a otros departamentos, como el Genética o de Biología Molecular, para que me dejaran hacer ciertas pruebas. Poco a poco se fue materializando el laboratorio y fui ascendiendo a todas las categorías universitarias: de profesora titular a catedrática.

En esos años, ¿contó con ayuda?

Ayuda se encuentra muy poca, sobre todo cuando son áreas muy competitivas porque, aunque parece que no, había mucha envidia. Más que ayudar, muchas veces ha habido trabas. No obstante, sí que me he encontrado puntualmente personas que me han ayudado y estoy muy agradecida. Ahora, es diferente.

¿Cree que si hubiera sido varón hubiera tenido menos trabas y hubiera agilizado un poco todo el proceso?

Creo que sí, que en aquella época sí estaba bastante mal visto que una persona joven fuera independiente, sobre todo que siendo mujer y con ideas innovadoras. Esto sucedía sobre todo con catedráticos mayores. Si hubiera sido hombre, posiblemente lo hubiera tenido más fácil. Pero no se puede generalizar.

En su equipo ahora, ¿cuál es el porcentaje de hombres y de mujeres?

Siempre he tenido más mujeres, pero me gustan los equipos mixtos, porque es verdad que hace falta de todo. Tampoco tenemos que decir que las mujeres son mejores que los hombres, sino que todos contribuimos.

¿Qué aporta cada uno?

Lo que he visto en todos estos años es que las mujeres son más más minuciosas a la hora de los controles de calidad de los procesos. Quieren cuidar más el detalle. Quizás, el hombre va más más acelerado, no se fija tanto. Esto no quiere decir que no haya hombres perfectos a la hora de investigar.

¿Qué aporta un equipo mixto de investigación?

El equipo mixto es el ideal, porque cada uno aporta sus fortalezas. Pero no solo que sea mixto de hombres y mujeres, sino que tiene que ser multidisciplinar, sobre todo en las ómicas, ya que necesitamos la visión de los clínicos y la de los básicos, porque en los hallazgos que encontremos también tenemos que ver el mecanismo por el que suceden. Además, necesitamos informáticos, matemáticos por la inteligencia artificial… todos  integrados en equipos multidisciplinares.

¿La mujer ha ido adquiriendo protagonismo en la investigación?

La investigación es algo muy complejo, requiere una gran dedicación y unos medios específicos, que, desafortunadamente, en España no tenemos. Sobre todo, en las ómicas, que todo es muy caro. Estamos haciendo una investigación muy precaria, siempre estamos al límite, puesto que las determinaciones genómicas tienen un coste muy elevado. Por eso, tenemos que trabajar con tamaños de muestra muy pequeños para poder pagar las determinaciones. Esto supone una desventaja cuando vamos a publicar.

¿Cuáles son los principales problemas de la investigación femenina en España?

Hay una situación muy difícil, en general, para dedicarse a investigación biomédica. Si quieres estar a un nivel elevado, tiene que haber un equipo grande detrás. Actualmente, hay pocas mujeres que estén dirigiendo grandes equipos de investigación. Se está potenciando, pero todavía hay pocas.

Pero ¿ha aumentado el número de mujeres que hacen Medicina?

La mayoría de las mujeres que están terminando Medicina se incorporan en las etapas básica a formar parte de los equipos investigadores. Todavía no han llegado al nivel de poder liderar. Es muy complicado; la mujer tiene muchas trabas, entre ellas, la maternidad. En un ambiente tan competitivo es complejo. Otra cosa es que seas un miembro del equipo investigador, no líder, que no tiene tanta implicación a la hora de conseguir financiación para pagar a los miembros del grupo, para obtener fondos… Estamos haciendo de todo, somos multitarea, y eso es complicado con la maternidad.

¿Cómo ve el futuro?

Soy positiva, porque ha habido un cambio importante desde que comencé hasta ahora. Sí que hay muchas más mujeres en la investigación. El hecho de que se incentive la investigación liderada por mujeres a través de la discriminación positiva está ayudando. También se está pidiendo que haya paridad en las comisiones, que en un proyecto haya un investigador principal hombre y un segundo investigador principal mujer, o al revés. En las ómicas, lo que se persigue es obtener nuevo conocimiento para que haya una prevención y un tratamiento más personalizado, no solo basados en marcadores sino también analizando las diferencias que existen entre hombres y mujeres. En muchos estudios se incluían hombres porque era más fácil que reclutar a mujeres. A la hora de publicar y de presentar los resultados se exige que estén desglosados por hombres y mujeres. También se están incorporando a los estudios epidemiológicos factores de riesgo que son solamente de mujeres. Por ejemplo, los hombres no se quedan embarazados y no tienen los aumentos del peso del embarazo. Esto hay que tenerlo en cuenta cuando se hacen estudios de factores de riesgo en obesidad.

¿Cómo se podría visibilizar más el papel de la mujer en la investigación?

Creo que actualmente sí se está visibilizado. Se tiene que seguir manteniendo esta tendencia. Siempre se puede mejorar, pero en comparación con hace unos años hay bastantes oportunidades.

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