Asma y alergia son dos enfermedades que afectan al sistema respiratorio, son frecuentes y en numerosas ocasiones se producen al mismo tiempo. El Informe de Alergología señala que el 82% de los pacientes con asma, además, padecen rinitis alérgica1. Una coexistencia que puede derivar en confusión clínica, por lo que resulta esencial un conocimiento profundo de ambas que propicie diagnósticos y tratamientos adecuados.
El asma se define como una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias que provoca una obstrucción reversible del flujo de aire. La causa se debe a diferentes mecanismos inflamatorios y/o inmunológicos. La alergia se produce por una hipersensibilidad a un alérgeno que causa una respuesta inflamatoria que, en el caso del asma alérgica o rinitis, es respiratoria.
La doctora Rocío Atoche Correa, médica de familia del SCCU Hospital de La Merced, en Osuna (Sevilla), evidencia la necesidad de aprender a distinguirlas, especialmente a la hora de establecer el tratamiento. Una de las principales características a tener presentes en esa diferenciación −apunta la especialista− es tener en cuenta la estacionalidad de la alergia.
“Son pacientes que acuden a Urgencias en determinadas épocas del año en las que alérgenos específicos predominan, sobre todo, pólenes. Si bien es cierto que vemos pacientes alérgicos todo el año relacionados con alérgenos respiratorios presentes en todas las estaciones como los ácaros, los pelos de animales, el moho, etcétera”, argumenta.
Diferentes síntomas
Estas personas afectadas por el asma presentan como síntomas principales el prurito nasal y ocular, la inyección conjuntival, la rinorrea acuosa y el goteo nasal, los estornudos y, en ocasiones, “pueden manifestar disnea por la respuesta inflamatoria alérgica que se produce en los bronquios, lo que dificulta el flujo aéreo”, recalca la doctora Aroche. “La mayoría de dichos pacientes tienen antecedentes personales y familiares de atopia”.
En lo que se refiere a los pacientes con asma, estos presentan una obstrucción al flujo aéreo a nivel bronquial, variable y reversible, con una inflamación crónica de dichos bronquios e hiperreactividad bronquial. Un proceso que, pese a que puede estar desencadenado por una alergia, no se debe única y necesariamente a una respuesta alérgica. La clínica de los pacientes asmáticos se refiere más a tos, disnea, sibilancias, irritabilidad y astenia, sin estornudos ni rinoconjuntivitis.
Tal como destaca la médica de familia, en el asma intervienen factores hereditarios que influyen, entre otros, en la producción de IgE y en la activación de mecanismos y células que intervienen en la inflamación, hipersecreción mucosa y posterior proceso de remodelación de la pared bronquial. “Si bien es cierto que puede existir una hipersensibilidad a determinados alérgenos que activen el proceso inflamatorio y que pacientes alérgicos desarrollen con el tiempo asma. En estos casos hablamos de asma alérgica”, asegura.
¿Cómo saber si es asma o alergia?
Para el doctor Rafael Siendones, facultativo especialista del área de Cuidados Críticos de Hospital Costa del Sol, existe una clara asociación entre asma y alergia donde los factores genéticos y ambientales tienen mucho que decir. “Hay síntomas guías para conocer su probabilidad diagnóstica, aunque no son patognomónicos”.
En ese sentido, ante una sospecha clínica se deben realizar pruebas objetivas de función respiratoria como la espirometría forzada con pruebas broncodilatadoras. “Parámetros como el volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) y flujo espiratorio máximo (FEM) o capacidad vital forzada (CVF)” son claves, explica Siendones.
Asimismo, es importante tener en cuenta que, para detectar la alergia, “normalmente, habrá antecedentes o síntomas indicativos de alergias como sería una rinitis de perfil alérgico, dermatitis o una historia personal o familiar de atopía”, añade. El especialista señala que, en el caso de asma, sería la dificultad respiratoria episódica junto a tos seca con sibilancias, y en caso de una alergia sin asma, podremos ver rinitis con rinorrea, estornudos y secreción nasal o dermatitis o eczemas si solo son cutáneas.
“Ante la sospecha de asma en pacientes no jóvenes, es importante su diagnóstico diferencial con procesos de sintomatología similar con la EPOC”, sugiere el doctor Siendones.
Otras pruebas que ayudan a diferenciar estas enfermedades son los test de provocación que confirman alergias. Y para las alergias respiratorias también pueden utilizarse pruebas cutáneas de alergia, como el Prick-Test, capaces de identificar sustancias que pueden alterar la función respiratoria. Otras pruebas complementarias que señala el experto son la de broncodilatación con inhaladores presurizados valorando la respuesta inmediatas y repitiendo la espirometría a los 15 min; o a las dos-tres semanas tras uso de corticoides, evaluando la mejoría del FEV1.
Qué alérgenos pueden provocar asma
El asma bronquial alérgica es, por tanto, un tipo de asma desencadenada por una respuesta inmunitaria debida a la inhalación del alérgeno al que está sensibilizado. Esta reacción cursa con disnea y sibilancias a la vez que con opresión torácica y tos. Se trata de una patología reversible que, de no tratarse, puede cronificarse.
Teniendo en cuenta la alergia como factor de riesgo del asma, es importante identificar aquellos alérgenos más propicios a desencadenarla. En ese escenario, la mayoría de los alérgenos que producen asma son los estacionales como el polen de las plantas y los ácaros domésticos presentes en los colchones, sofás y alfombras de nuestras casas.
Otras causas frecuentes, señala el doctor Rafael Ángel Maqueda, médico de familia del Centro de Salud Victoria, en Málaga, son los ácaros del polvo, las esporas del moho, la descamación de los epitelios de animales domésticos como perros o gatos, determinados insectos o los excrementos de animales blatoideos como son las cucarachas. El asma alérgica también puede estar provocada por alimentos, principalmente, frutos secos, cereales, legumbres y frutas, en especial, las tropicales o aquellas que tienen vellosidades en la piel, añade.
El doctor José Luis Arjona, facultativo del Hospital Costa del Sol, incide que otros alérgenos pueden ser aquellos que provocan el asma profesional por contacto continuado durante el trabajo. Son los casos de harinas, tintes de peluquería, químicos industriales, sustancias habituales en granjas, etcétera. También pueden producir asma las alergias a medicamentos como el ácido acetilsalicílico y algunos antiinflamatorios.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de Rocío Atoche Correa, Rafael Siendones Castillo, Luis Manuel Gordillo Resina, José Luis Arjona Huertas, José Javier Tejero de Santiago, Antonio Infantes Montiel, Antonio García Recuero, Rafael Delgado Márquez y Rafael Ángel Maqueda.
Referencia
1 SEIAC. Alergológica 2015. 2017. Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Pág. 296. Disponible en: https://www.sefac.org/sites/default/files/2017-06/alergologica_2015_web-1.pdf
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