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lunes, 8 de febrero de 2021

El COVID-19 y su impacto económico, una grave amenaza para los residentes de países de ingresos bajos y medianos

El inicio de la pandemia de COVID-19 provocó una fuerte disminución de los niveles de vida y una creciente inseguridad alimentaria en los países en desarrollo de todo el mundo, según un nuevo estudio de un equipo internacional de economistas publicado en la revista ‘Science Advances’.

La investigación ofrece una visión en profundidad de los efectos socioeconómicos iniciales de la crisis de salud en los países de ingresos bajos y medios, utilizando microdatos detallados recopilados de decenas de miles de hogares en nueve países. Las encuestas telefónicas se realizaron desde abril hasta julio de 2020 de muestras representativas a nivel nacional y subnacional en Bangladesh, Burkina Faso, Colombia, Ghana, Kenia, Nepal, Filipinas, Ruanda y Sierra Leona.

En general, los participantes del estudio informaron de caídas en el empleo, los ingresos y el acceso a los mercados y servicios, lo que se traduce en altos niveles de inseguridad alimentaria. Muchos hogares informaron de que no podían satisfacer las necesidades nutricionales básicas.

El COVID-19 y su impacto económico presentan una grave amenaza para los residentes de países de ingresos bajos y medianos, donde reside la mayor parte de la población mundial, que carecen de las redes de seguridad social que existen en los países ricos”, explica la economista Susan Athey, de la Escuela de Graduados en Negocios de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.

“La evidencia que hemos reunido muestra graves consecuencias económicas, incluido el aumento de la inseguridad alimentaria y la caída de los ingresos, que, si no se controlan, podrían llevar a millones de hogares vulnerables a la pobreza”, añade.

En las 16 encuestas, el porcentaje de encuestados que informaron pérdidas de ingresos osciló entre el 8% en Kenia y el 86% en Colombia. La mediana, o punto medio del rango, fue un asombroso 70%. El porcentaje que reportó pérdida de empleo osciló entre el 6% en Sierra Leona y el 51% en Colombia con una mediana del 29%.

“Para poder ofrecer una imagen completa del impacto económico de esta crisis mundial es necesario recopilar datos armonizados de todo el mundo”, afirma Edward Miguel, profesor de Oxfam de Economía Medioambiental y de los Recursos en la Universidad de California, Berkeley, director del Centro para la Acción Global Eficaz y coautor del estudio.

“Nuestro trabajo es un emocionante ejemplo de la fructífera colaboración entre equipos de investigación de la UC Berkeley, Northwestern, Innovations for Poverty Action, The Busara Center for Behavioral Economics de Kenia, Yale y muchos otros que trabajan en múltiples países simultáneamente para mejorar nuestra comprensión de cómo el COVID-19 ha afectado a los niveles de vida de las personas en países de ingresos bajos y medios en tres continentes”, añade.

Porcentajes significativos de los encuestados informaron de que se vieron obligados a omitir comidas o reducir el tamaño de las porciones, incluido el 48% de los hogares rurales de Kenia, el 69% de los hogares agrícolas sin tierra en Bangladesh y el 87% de los hogares rurales en Sierra Leona, el nivel más alto de la inseguridad alimentaria.

Los hogares más pobres informaron en general de mayores tasas de inseguridad alimentaria, aunque las tasas fueron sustanciales incluso entre los más acomodados. El fuerte aumento de la inseguridad alimentaria entre los niños fue particularmente alarmante dados los efectos potencialmente grandes negativos a largo plazo de la desnutrición en los resultados más adelante en la vida, según el estudio.

Los resultados de la encuesta de Bangladesh y Nepal sugieren que los niveles de inseguridad alimentaria fueron mucho más altos durante la pandemia que durante la misma temporada en años anteriores.

En la mayoría de los países, una gran parte de los encuestados informó de un acceso reducido a los mercados, en consonancia con los bloqueos y otras restricciones a la movilidad implementadas entre marzo y junio de 2020 para contener la propagación del virus.

La cantidad de apoyo social disponible para los encuestados por parte de gobiernos u organizaciones no gubernamentales varió ampliamente entre las encuestas, pero las altas tasas de inseguridad alimentaria informadas sugieren que el apoyo fue insuficiente incluso cuando estaba presente, afirman los investigadores.

El estudio muestra que, además de aumentar la inseguridad alimentaria, la pandemia y las medidas de contención que la acompañan han socavado varios otros aspectos del bienestar del hogar. Las escuelas en todos los países de la muestra estuvieron cerradas durante la mayor parte o la totalidad del período de la encuesta.

Los consultados también informaron un acceso reducido a los servicios de salud, incluida la atención prenatal y las vacunas. Combinados, estos factores podrían ser particularmente dañinos para los niños a largo plazo, señalan los investigadores.

“El impacto económico de la pandemia en estos países, donde tantas personas dependen del trabajo ocasional para alimentar a sus familias, causa privaciones y consecuencias adversas a largo plazo, incluido un exceso de mortalidad”, explica el coautor del estudio Ashish Shenoy, de la Universidad de California.

“Nuestros hallazgos subrayan la importancia de recopilar datos de encuestas para comprender los efectos de la crisis e informar las respuestas políticas efectivas –añade–. Demostramos la eficacia de las encuestas telefónicas a gran escala para proporcionar estos datos cruciales”.

Las circunstancias actuales pueden requerir programas de protección social que den prioridad a abordar la pobreza inmediata y la desnutrición antes de abordar causas subyacentes más profundas, afirman los investigadores.

Sugieren que los responsables de la formulación de políticas consideren identificar a los hogares pobres mediante teléfonos móviles y datos satelitales y luego les proporcionen transferencias de efectivo móviles.

Los investigadores también recomiendan brindar apoyo a los servicios básicos, como el agua y la electricidad, mediante subsidios y eliminando las multas por facturas impagas. Señalan un vínculo fundamental entre contener COVID-19 y brindar alivio económico, ya que los hogares que enfrentan una escasez aguda pueden estar menos dispuestos que otros a seguir las reglas de distanciamiento social para poder encontrar oportunidades para satisfacer las necesidades básicas.

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