¿Qué hemos aprendido de la COVID-19 desde el punto de vista de la gestión sanitaria? Pues, básicamente, que nuestro sistema sanitario no estaba preparado para una pandemia de estas dimensiones. ¿Y qué necesitamos cambiar para que no nos vuelva a pasar lo mismo? Pues en general hay coincidencia: saber aprovechar la información que aportan los datos, reforzar la salud pública y la Atención Primaria, ajustes en la organización, descentralizar y eliminar burocracia.
Este, al menos, es el análisis coincidente de los participantes en la Mesa de Gerentes de Servicios Sanitarios que se celebró en las XV Jornadas de Evaluación y Gestión en Salud de la Fundación Signo. Organizadas en formato virtual desde la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), en este foro se lanzaron mensajes como que el coronavirus “ha supuesto una cura de humildad enorme”, que “hay que reinventarse” y que los sistemas necesitan herramientas para que la lucha contra esta enfermedad no sea “a costa de esfuerzos personales” enormes por parte del personal sanitario.
Las jornadas han tenido como eje argumental ‘Innovando en gestión después del Covid’, y para eso hay que reconocer primero qué ha fallado. Para Juan González Armengol, viceconsejero de Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid, la cosa está clara: “se ha puesto de manifiesto el déficit importante que tenemos en arquitectura y volcado de datos”. “Este virus veloz y constante ha puesto a prueba estas carencias, especialmente sensibles en salud pública”.
Aprovechar los datos
La cuestión no es sencilla, porque la información debería reflejar parámetros como efecto multisemilla, densidad de población y movilidad. “Hay que volcar esto en datos para tratar de ir más allá de ideas de la Edad Media”, subrayaba. Al tiempo que insistía en que “cuando se legisla hay que aplicar la legislación”. ¿Por qué ese comentario? Pues porque la Ley General de Salud Pública se aprobó en 2011 y no se ha aplicado, y en ella se sientan las bases para contar con un buen sistema de información que tan bien habría venido ahora.
En la mesa, moderada por Josep M. Pomar, presidente de la Fundación Signo, también reconoció los problemas con la falta de datos la directora general de Atención Sanitaria de la Comunidad Valenciana, Mª Amparo García Layunta. Además, introducía el factor de la salud pública. “Si tenemos una red potente las cosas funcionan mejor” a la hora de enfrentarse a problemas desconocidos de partida como este virus, “que al principio parecía una plaga de Egipto”.
Desde Andalucía, Alfonso García Rosa, subdirector de Accesibilidad y Continuidad Asistencial del Servicio Andaluz de Salud (SAS), puso el acento en la falta de información inicial del enemigo a batir y en la “reorganización en tiempo récord” que hubo que acometer durante la primera ola. ¿Lo peor? El efecto colateral de la “falta de atención a otras patologías no Covid”, como ha ocurrido en toda España, algo que hay que saber equilibrar.
La Atención Primaria, clave
Para Juli Fuster Culebras, director general del Servicio de Salud de Baleares (Ibsalut), la clave está en una Atención Primaria que hay que reforzar, y para ello se diseñaron equipos volantes tanto asistenciales como de extracción y toma de muestras. Esto, en los momentos más duros, “dio oxígeno a los hospitales”,
En la importancia capital de la Atención Primaria coincidía González Armengol, quien no obstante admitía que “decir que hay que apostar por la Atención Primaria es un insulto a la inteligencia” de tan manida que está la expresión. “Hay que reivindicar la descentralización”, al tiempo que reconocía que la pandemia “es una buena oportunidad” para terminar de impulsar la transformación digital, ya que por ejemplo la consulta telemática sigue sin regular.
Uniendo tecnología y la importancia de los datos, señaló que hasta la tarjeta sanitaria podría usarse para realizar rastreos electrónicos. Eso sí, y desde su “profundo respeto a los derechos democráticos”, le llama la atención que se consideren “invasivas” estas herramientas electrónicas de seguimiento que tanto podrían ayudar a luchar contra el virus.
“Posiblemente estábamos preparados técnicamente pero todavía no había empezado a usarse, la Sanidad ha llegado tarde a implementar lo que ya hacían otros sectores” desde el punto de vista tecnológico, incidía García Rosa. En esta línea también introdujo la importancia de la “digitalización de la humanización”, para permitir el contacto con su entorno familiar de pacientes aislados en centros sanitarios.
Brecha digital
Esta idea también la suscribió García Layunta, y es que ello es posible incluso con tabletas y móviles. “La teleasistencia ha venido para quedarse”, sentenciaba, aunque hay que cerrar la “brecha digital” que sufren algunas zonas rurales y muchas personas mayores. Fuster Culebras, por su parte, destacó que hasta se han desarrollado nuevas herramientas, como la videoconferencia directa desde la historia clínica, que al ser en red “ayuda a descongestionar las líneas telefónicas”.
Y ya que se dice que toda crisis es una oportunidad de cambio, ¿qué más habría que modificar? Aquí hubo coincidencia: hay que desburocratizar y eliminar la actual rigidez administrativa, además de potenciar la investigación y la salud pública. En cuanto a planes de contingencia, el problema es que “se cambia de procedimiento al día, los análisis reales son muy difíciles de hacer ahora porque hace falta tiempo”, según González Armengol. Todo esto, con la gran evidencia que ha dejado la pandemia: “Somos vulnerables”, sentenciaba García Layunta.
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