Las células T extraídas de la sangre de las personas que se recuperaron de una infección por COVID-19 pueden multiplicarse con éxito en el laboratorio y mantener la capacidad de dirigirse eficazmente a las proteínas que son clave para la función del virus, según un nuevo estudio publicado en la revista ‘Blood’.
“Encontramos que muchas personas que se recuperan de COVID-19 tienen células T que reconocen y atacan las proteínas virales del SARS-CoV-2, dándoles inmunidad contra el virus porque esas células T están preparadas para combatirlo. Esto sugiere que la inmunoterapia adoptiva que utiliza células T convalecientes para atacar estas regiones del virus puede ser una forma eficaz de proteger a las personas vulnerables, especialmente a aquellas con sistemas inmunológicos comprometidos debido a la terapia del cáncer o a un trasplante”, explica el líder del estudio, Michael Keller, especialista en inmunología pediátrica del Hospital Nacional Infantil.
Células T que se dirigen a las proteínas virales
Basándose en la evidencia de los ensayos clínicos de fase 1 anteriores que utilizaban células T dirigidas a virus “entrenadas” para atacar virus como el virus de Epstein-Barr, los investigadores del Programa de Terapia Celular de Children’s National formularon la hipótesis de que el grupo ampliado de células T dirigidas a virus COVID-19 podría ser infundido en pacientes inmunocomprometidos, ayudándoles a construir una respuesta inmunológica antes de la exposición al virus y, por lo tanto, protegiendo al paciente de una infección grave o que ponga en peligro su vida.
“Sabemos que los pacientes que tienen inmunodeficiencias como resultado de condiciones preexistentes o después de un trasplante de médula ósea o de un órgano sólido son extremadamente vulnerables a virus como el SARS-CoV-2. Hemos visto que estos pacientes son incapaces de eliminar fácilmente el virus por sí mismos, y que pueden prevenir o retrasar los tratamientos necesarios para combatir el cáncer u otras enfermedades. Este enfoque podría servir como una opción viable para protegerlos o tratarlos, especialmente porque sus condiciones subyacentes pueden hacer que las vacunas contra el SARS-CoV-2 sean inseguras o ineficaces”, señala Catherine Bollard, autora principal del estudio y directora del programa de terapias celulares novedosas y del Centro para la Investigación del Cáncer y la Inmunología del Children’s National.
Sangre periférica de donantes
Las células T se cultivaron predominantemente a partir de la sangre periférica de donantes que eran seropositivos para el SARS-CoV-2. En el estudio también se determinó que las células T dirigidas por el SARS-CoV-2 se han adaptado para dirigirse predominantemente a partes específicas de las proteínas virales que se encuentran en la membrana celular, lo que revela nuevas formas en que el sistema inmunológico responde a la infección por COVID-19.
Las investigaciones actuales sobre vacunas se centran en proteínas específicas que se encuentran principalmente en los “picos” del coronavirus SARS-CoV-2. El descubrimiento de que las células T se dirigen con éxito a una proteína de la membrana en su lugar puede añadir otra vía que los desarrolladores de vacunas deben explorar al crear nuevas terapias para protegerse contra el virus.
“Este trabajo proporciona un poderoso ejemplo de cómo tanto los avances científicos como las relaciones de colaboración desarrolladas en respuesta a un desafío particular pueden tener impactos amplios e inesperados en otras áreas de la salud humana”, concluye otro de los autores, Brad Jones.
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