El estudio ‘CEASAR’ (Análisis comparativo de laeficacia de la cirugía y la radiación para el cáncer de próstata localizado), coordinado por el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos), es un trabajo de investigación en múltiples lugares que realiza un seguimiento de hombres a los que se les diagnosticó cáncer de próstata localizado entre 2011 y 2012, en relación con la función intestinal, vesical y sexual a largo plazo, con el fin de aclarar las expectativas y permitir al paciente tomar decisiones informadas sobre el tratamiento a elegir.
Los resultados a cinco años, publicados en la revista ‘Journal of the American Medical Association‘, proporcionan evidencia sobre los resultados con la radiación, la cirugía o la vigilancia activa en pacientes de todas las edades y etnias.
“Estamos proporcionando información sobre los efectos secundarios de los diferentes tratamientos para el cáncer de próstata que los pacientes y sus médicos pueden utilizar para tomar decisiones de tratamiento. Sin embargo, solo hemos tocado una faceta de una decisión compleja. Hay más en una decisión de tratamiento que solo los efectos secundarios, el más obvio es la eficacia del tratamiento, explica el autor principal del trabajo, Daniel Barocas.
Los investigadores estudiaron a 1.386 hombres que tenían cáncer de próstata de riesgo favorable y otros 619 hombres con cáncer de próstata de riesgo desfavorable para evaluar el impacto de sus decisiones de tratamiento en relación con la función intestinal, vesical y sexual a largo plazo, con el fin de aclarar las expectativas y permitir al paciente tomar decisiones informadas.
En su investigación, los pacientes que se sometieron a la cirugía experimentaron una disminución inmediata y aguda de la función eréctil en comparación con otros grupos. Sin embargo, en promedio, los hombres tratados con prostatectomía mejoran con el tiempo, mientras que los sometidos a radiación disminuyen, de modo que las diferencias en la función sexual entre los grupos de tratamiento se atenúan en 5 años. Si bien la diferencia en la función sexual entre la cirugía y la radiación todavía se podía medir en el grupo de riesgo desfavorable, la mayoría de los hombres tenían puntuaciones tan bajas a los cinco años que la diferencia entre los tratamientos puede no ser clínicamente significativa.
“Para la función sexual, todas las opciones de tratamiento, incluso la vigilancia, se asociaron con disminuciones significativas. De hecho, la magnitud del declive a lo largo del tiempo dentro de cada grupo de tratamiento era mayor que la magnitud de la diferencia entre los grupos de tratamiento a los cinco años. Se realice una cirugía o una radiación, existe la posibilidad de que se reduzca la función eréctil. Solo alrededor de la mitad de los hombres que se someten a estos tratamientos y que tuvieron erecciones lo suficientemente buenas para el coito antes del tratamiento seguirán teniendo una erección suficiente cinco años después”, asegura Barocas.
En términos de función urinaria, la prostatectomía se asoció con una peor incontinencia en comparación con otros tratamientos a lo largo de cinco años tanto para el grupo de riesgo favorable como para el de riesgo desfavorable. A los cinco años, entre el 10 y el 16 por ciento de los hombres que se sometieron a la cirugía tuvieron un problema moderado o grande de fugas, en comparación con el 4-7 por ciento de los hombres que se sometieron a otros tratamientos.
Los pacientes expuestos a radiación reportaron peores síntomas irritativos y obstructivos urinarios dentro de los primeros seis a 12 meses, particularmente aquellos que se sometieron a la braquiterapia de baja dosis. Sin embargo, estos síntomas urinarios volvieron en gran medida a la línea de base después de un año.
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