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jueves, 28 de marzo de 2019

“Los nuevos dispositivos BAI son lo más parecido a un inhalador ideal”

Una de las principales causas de la falta de adherencia terapéutica en el manejo del asma es el escaso control de la enfermedad provocado por un mal uso de los dispositivos utilizados en la terapia inhalada. Uno de los retos a los que se enfrentan los profesionales sanitarios a la hora de abordar esta enfermedad es incrementar el cumplimiento terapéutico de los pacientes, lo que lleva asociado un mejor manejo del asma y una disminución del coste sanitario que conlleva.

Para conocer mejor la situación, hemos hablado con el doctor Antolín López Vina, neumólogo y responsable de la Unidad de Asma del Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Majadahonda (Madrid), y coordinador del área de asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

¿Cuál es el principal problema de la falta de adherencia terapéutica en los pacientes con asma?

En España, se calcula que un 5% de las personas adultas y el 10% de los niños padecen asma. Muchos estudios apuntan a que en el 90% de los casos se podría controlar bien la enfermedad; sin embargo, solo está bien controlado un 20% aproximadamente. Una situación que es similar a la que hay en los países de nuestro entorno. Cuando analizamos las causas, una de la más importante es la falta de adhesión terapéutica que, a su vez, viene provocada por varios motivos siendo el incumplimiento inconsciente uno de los más acuciantes. Son personas que creen que están implementando la terapia cuando en realidad no es así, lo que se traduce en pacientes que, en realidad, no están siendo tratados. Esta situación se repite muy a menudo con el mal uso de los inhaladores y los errores en la técnica inhalatoria.

¿Cómo se puede corregir esta circunstancia? ¿Por dónde pasa la solución?

Hay dos aspectos que influyen en la adhesión terapéutica del paciente con asma. Por un lado, está su propia decisión, cuando la persona afectada participa en la elección del tratamiento y del dispositivo, este hecho en sí mismo mejora el cumplimiento. Y el propio dispositivo y su facilidad de uso es fundamental, ya que un inhalador que deje pocas posibilidades de error en la técnica de uso va a disminuir el porcentaje de incumplidores inconscientes. Por lo tanto, estos dos aspectos influyen en la adhesión del paciente.

En este contexto, ¿cuáles podrían ser los mejores inhaladores?

Ateniéndonos a las dos particularidades que mencionaba, los dispositivos BAI (Breath-Actuated Inhaler) son dispositivos de inhalación a base de cartuchos presurizados que se activan con la propia inspiración del paciente, lo que supone una ventaja sobre los inhaladores de cartucho clásicos. Estos requieren de una coordinación entre la inspiración y el disparo del medicamento que debe accionar el propio paciente, mientras que con los nuevos dispositivos BAI ese problema desaparece totalmente, lo que hace que el incumplimiento inconsciente sea muy poco probable. Por lo tanto, es de muy fácil manejo. Y en comparación con los inhaladores de polvo seco (o DPI), los BAI requieren un flujo inspiratorio menor, de modo que puede ser utilizado en personas con poca fuerza inspiratoria como, por ejemplo, los pacientes con enfisema.

En cuanto a la segunda circunstancia, la preferencia del paciente: cuando los involucramos en la elección del propio inhalador, el K-haler® -el dispositivo BAI que, actualmente, disponemos en España- les resulta muy atractivo por su diseño y porque les refuerza la seguridad de estar cumpliendo bien el tratamiento, y reduce las posibilidades de error a la hora de implementar la técnica inhalatoria.

¿Entonces, cuál sería el dispositivo ideal?

El que más le guste al paciente y cuya técnica inhalatoria la realice de forma correcta. Todos los inhaladores son similares en eficacia si la técnica inhalatoria se realiza bien, el problema está en que unos son más difíciles que otros en enseñar y aprender. El ideal sería: aquel que sea más fácil de enseñar, el que conlleve menos posibilidades de error en su aplicación, y que sea de la elección del paciente. En ese sentido, el K-haler® se puede acercar a lo que es un dispositivo ideal.

¿Qué papel juega la educación al paciente en la terapia inhalada?

La terapia inhalada sin educación es un fracaso anunciado. La instrucción del paciente mediante programas educativos, tras la prescripción del tratamiento, es absolutamente necesario. La idea que tenían algunos profesionales sanitarios de que esta terapia es una cosa muy simple de hacer ha llevado a que una gran mayoría lo haga mal. En nuestro hospital, lo tenemos organizado de tal forma que el paciente cuenta con una instrucción en la técnica inhalatoria por parte del personal de Enfermería.

Hay estudios que revelan que un alto porcentaje de médicos involucrados en el manejo del asma no conocen bien la técnica inhalatoria. ¿Qué le sugiere?

Es tristemente cierto y es un tema que hay que corregir. Para enseñar hay que aprender y eso es fundamental en todos los ámbitos, en los neumólogos y en el resto de profesionales sanitarios de hospitales y de Atención Primaria. No olvidemos que la mayoría de pacientes con asma son vistos en los centros de salud donde se debe contar con profesionales bien formados en esta técnica y con programas educacionales para el paciente.

Si sabemos que la gran mayoría de los pacientes no está bien controlada y la causa es un mal cumplimiento, la manera de corregir esto es desarrollando programas educativos que tengan como objetivo fomentar dicho cumplimiento terapéutico.

¿En qué medida este cumplimiento influye en el coste que supone el asma?

En la actualidad, no contamos con demasiados análisis sobre el coste del asma en España, pero hay uno, el estudio AsmaCost -quizás el más relevanteque se ha hecho a nivel nacional-, realizado en 2009, que calculaba que el coste anual de esta enfermedad estaba en torno a los 1.500 millones de euros anuales. De este gasto, el 70% estaba relacionado con el mal control del asma. Si tenemos en cuenta que se podría controlar hasta el 90% de los pacientes, el propio estudio revelaba que se podrían ahorrar unos 1.000 millones de euros al año. Evidentemente, la terapia inhalada tiene un impacto enorme en este capítulo y todo lo que contribuya a mejorarla incidirá sobre la adhesión del paciente y la reducción del coste de la enfermedad.

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