Catedrática del Departamento de Bioquímica y Genética de la Universidad de Navarra, su dedicación preferencial se ha centrado en el estudio de los mecanismos implicados en la muerte neuronal, con el fin de diseñar estrategias de neuroprotección para el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas.
Dedicarse a la investigación en España es un reto en general, ¿lo es más si eres mujer? ¿En qué se percibe?
Hoy en día, si queremos, las mujeres tenemos muchas posibilidades de dedicarnos a la investigación. Comenzar una carrera investigadora no es un reto, para mí, el reto reside en mantenerse dentro de esta carrera a lo largo de los años. Es decir, es cierto que en los grados biosanitarios predominan las mujeres, no hay problema para conseguir una beca predoctoral en función del género y una plaza postdoctoral. Pero, poco a poco, nos vamos descolgando. Hay un momento en el que se invierte la tendencia, sobre todo el momento de dar el paso a dirigir tu propio laboratorio.
Entones, desde su punto de vista como profesora, ¿hay más interés en las nuevas generaciones de mujeres por acercarse a la ciencia?
Existe un gran interés de las nuevas generaciones por las ciencias de la salud, como lo demuestra el hecho de que en los grados biosanitarios hay mayoría de alumnas. Sin embargo, generar interés por las ciencias exactas como matemáticas o física sigue siendo una asignatura pendiente. También en los grados de ingeniería, las mujeres están en minoría.
¿Y esas nuevas generaciones van a tener más referentes que las que tuvisteis en vuestro momento?
Sí, el hecho de que poco a poco las mujeres vayan llegando a puestos de mayor responsabilidad permite visibilizar su trabajo y así ser un referente para las generaciones que vienen detrás.
En su caso, en su currículo destaca su estancia postdoctoral en el National Eye Institute, ¿son más accesibles estos postdoctorados internacionales para hombres que para mujeres?
En mi experiencia y por lo que veo a través de los estudiantes que han pasado por el laboratorio (predominan las mujeres) no he visto diferencia en el acceso a un puesto postdoctoral entre hombres y mujeres. Siempre se han valorado los méritos científicos. Los problemas que pueden surgir son a título personal pero no institucional.
¿Y a la hora no de realizar, sino de ser primer autor de publicaciones en revistas de impacto internacional?
La autoría principal en un trabajo de investigación es un frecuente foco de conflicto. En general, las mujeres somos menos competitivas y muchas veces nos sentimos más vulnerables a lo largo de la carrera investigadora. Por eso tendemos a evitar el conflicto y es fácil que frente a este tipo de injusticias salgamos perjudicadas. En este sentido, es importante que en los centros de investigación o universidades haya comisiones o personas de referencia a las que acudir por si se da una situación de este tipo.
Si tuviéramos que analizar el papel de la mujer en la ciencia en los últimos años en España, ¿cuáles diría que han sido los grandes escollos que no hemos logrado resolver?
Uno de los grandes escollos para que la mujer pueda tener un papel relevante en la ciencia es la gran dedicación que requiere la investigación y la dificultad para compaginar una carrera investigadora con decisiones personales, principalmente la maternidad. En numerosas ocasiones la mujer se ha visto en la tesitura de tener que elegir entre ambas opciones. Es cierto que se está avanzando en este sentido, pero todavía está lejos de ser un hito conseguido. Hay que tener en cuenta que a lo largo de la carrera investigadora hay diferentes etapas. Tras obtener el doctorado y después de una estancia postdoctoral, comienza una etapa de prueba en la que hay que demostrar independencia, liderazgo, capacidad para conseguir recursos, competitividad… Esta etapa coincide con el momento en el que muchas mujeres deciden ser madres y prefieren puestos de trabajo con una menor responsabilidad o dedicación. Este es precisamente el punto en el que más mujeres dejan la ciencia, invirtiéndose la curva de mujeres que se dedican a la investigación. Tanto la conciliación en el ámbito personal como laboral, o la flexibilidad de horarios son medidas necesarias para que una mujer pueda desarrollar su carrera científica.
Además de cuestiones como la ya mencionada conciliación, ¿por qué pese a la feminización del ámbito sanitario la mujer sigue estando un paso por detrás en representatividad y liderazgo?
Diría que es por un conjunto de factores. Como ya he dicho, en general, somos menos competitivas y ambiciosas que los hombres. Pero también es cierto que nos planteamos de manera diferente la responsabilidad que supone asumir cargos que impliquen representatividad y liderazgo. Precisamente por eso, porque muchas veces tienen un elevado coste personal que nos cuesta más asumir, porque frecuentemente coincide con la etapa de tener hijos pequeños a nuestro cargo.
Centrándonos ahora en su campo, el ámbito de neurociencias, ¿qué papel han tenido las investigadoras en los últimos años?
En el ámbito de las neurociencias he conocido y estoy rodeada de muchas mujeres pioneras y grandes investigadoras. El papel que han tenido en este campo no es diferente al de otras disciplinas biomédicas. Las que ya se han jubilado tuvieron que abrir camino, las que seguimos en activo tenemos la responsabilidad de apoyarnos para que todas las mujeres que así lo deseen puedan tener una carrera investigadora.
Una de sus áreas de interés es la genética, precisamente uno de los ámbitos de investigación con más trayectoria de futuro, ¿qué papel está teniendo la mujer en el mismo?
Efectivamente, el desarrollo de herramientas de la genética está revolucionando nuestra investigación y se prevé que lo siga haciendo en el futuro. En el caso concreto de las enfermedades cerebrales, por la dificultad de identificar factores de riesgo y desarrollar terapias, las herramientas de análisis genético podrían tener un papel fundamental. Por ejemplo, sería muy interesante poder clasificar a los pacientes en subgrupos en función de determinados perfiles genéticos y así mejorar la eficacia de los ensayos clínicos y las terapias. El papel de la mujer en este ámbito es similar al de otras disciplinas de investigación biomédica. En la pregunta, en cambio, matizaría que la genética sea uno de los ámbitos con más trayectoria de futuro. Personalmente, te diría que el gran reto en los próximos años va a estar en las enfermedades del cerebro. Precisamente, por el elevado número de personas afectadas y por la dificultad para desarrollar terapias. En cualquier caso, desde el punto de vista de la investigación no me parece que haya grandes diferencias en el ámbito de la genética o de las neurociencias en cuanto al papel de la mujer.
Hablando de su propia investigación, ¿qué repercusión tienen sus últimos hallazgos a la hora de modificar la progresión de la degeneración en párkinson?
Nuestro grupo de investigación trabaja en el desarrollo preclínico de terapias capaces de frenar el proceso neurodegenerativo que tiene lugar en la enfermedad de Parkinson. En los últimos años nos hemos centrado investigar cómo es la respuesta inflamatoria dentro del cerebro porque creemos que contribuye al proceso de muerte neuronal. Nuestros resultados indican que el tipo de células implicadas en la respuesta inflamatoria va cambiando en las distintas etapas de proceso degenerativo y es diferente en función de la región cerebral afectada. Modulando específicamente aspectos de la reacción inflamatoria que están alterados en modelos experimentales de enfermedad de Parkinson somos capaces de frenar el proceso neurodegenerativo.
Centrándonos no tanto en los trabajos de investigación, sino en las instituciones que los amparan, ¿qué ofrece el trabajo en instituciones de prestigio en investigación como es la Universidad de Navarra?
El trabajo en la Universidad de Navarra ha permitido mi desarrollo profesional como mujer en un entorno de respeto hacia mis decisiones personales. Las dificultades que he ido encontrando han sido las propias del mundo de la investigación y cuando he necesitado apoyo lo he tenido.
¿Cuáles son los proyectos en los que trabaja actualmente?
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad multifactorial, por eso investigamos cómo distintos factores desencadenantes de la neurodegeneración influyen en el tipo de reacción inflamatoria. A partir de estos datos, utilizamos animales transgénicos o herramientas moleculares para alterar elementos en dicha respuesta inflamatoria y determinar su relación con la muerte neuronal, es decir, si la frenan o la aceleran. Una vez hemos identificado el tipo de modulación que queremos llevar a cabo, evaluamos estrategias terapéuticas que puedan llegar a la clínica utilizando modelos experimentales. Nuestros resultados indican que una modulación adecuada del sistema inmune retrasa el proceso neurodegenerativo.
¿Y sus retos de futuro?
Mis retos del futuro serían dos. Me gustaría que nuestros resultados puedan contribuir al desarrollo de terapias que mejoren la calidad de vida de los pacientes con enfermedad de Parkinson. En este sentido, uno de los grandes objetivos que tenemos es conseguir que los resultados obtenidos en los estudios preclínicos se reproduzcan en los ensayos clínicos. Por eso uno de mis retos sería dar el salto de estudiar la inflamación en el cerebro humano y su correlación con los resultados que tenemos en los modelos experimentales. Por otro lado, me gustaría contribuir a la formación y al entusiasmo de la gente joven por la investigación en el ámbito de las neurociencias.
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