El Ministerio de Sanidad ya ha aprobado la cuarta dosis. Y aunque de momento solo está prevista para población vulnerable, los expertos piden prudencia con los tiempos. También aplauden que se haya dilatado de cuatro semanas a cinco meses la inoculación de las dosis de refuerzo contra la infección en personas que hayan superado la COVID-19. El motivo es el posible “agotamiento inmunológico”.
“En todo caso, cuatro semanas puede ser el intervalo mínimo para una emergencia, pero los razonable y necesario eran esos cinco meses”, asegura Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (SEI), con respecto a la tercera dosis.
En cuanto a la cuarta, el experto recuerda que los datos que hay publicados sobre la experiencia en Israel muestran que no es tan eficaz como lo ha sido la tercera frente a Ómicron. La reacción de anticuerpos no es tan buena.
“Hay que advertir de que, si de forma continuada vas aplicando la misma vacuna y a intervalos cortos, se puede producir un fenómeno de tolerancia inmunológica que hace que el organismo vaya respondiendo cada vez menos al estímulo antigénico”, añade.
Vacunas distintas
Los inmunólogos coinciden. Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), explica que “puede llegar a haber cierto agotamiento” si se inocula la misma vacuna en un periodo corto de tiempo.
«En otro sistemas no COVID, cuando se inmuniza mucho tiempo con el mismo producto y con la misma molécula en experimentación animal, puede ocurrir que se induzca un cierto grado de agotamiento de los linfocitos«, asegura. En ocasiones, también se han encontrado estas asociaciones en patología humana.
“Aún no hay evidencia de que esto ocurra en COVID, pero es una teoría plausible. Por eso pedimos precaución a la hora de volver a estimular para inducir anticuerpos y usarlo como estrategia para evitar infección”, señala.
López Hoyos indica que quienes “han recibido dos dosis y se infectan, cuentan con una inmunidad híbrida más potente que cuando damos tres dosis de la misma vacuna”. “Ese mismo argumento es el que usamos o manejamos para defender que cuando pongamos la cuarta dosis, que se está proponiendo en alguna situación, lo hagamos con modelos distintos de la vacuna que ataquen o incluyan otras partes del virus”, añade.
Cuarta dosis para personas de riesgo
Ambos especialistas consideran que la tercera dosis es necesaria. La cuarta, por el momento, solo para cierta población. Son necesarias, recuerda Moraga-Llop, para el que se denominó grupo 7 en la estrategia de vacunación. Es decir, las personas con condiciones de muy alto riesgo por padecer ciertas patologías o estar recibiendo tratamientos inmunosupresores.
Con todo, el vicepresidente de la AEV recuerda que se trata de “un grupo muy heterogéneo”. Por ello, se debe investigar si ciertos pacientes tienen problemas para responder ante las vacunas. Ocurre por ejemplo con la vacuna de la Hepatitis B: no todo el mundo responde a ella y, cuando eso pasa, deben dejar de inocularla. «Por eso hay que usar la Medicina personalizada y valorar la respuesta inmunitaria«, añade el Dr. López Hoyos. Y, “para esos casos en los que no se puede prevenir la infección por la vacuna, cobran más importancia los tratamientos de antivirales y de anticuerpos monoclonales”, continúa Moraga-Llop.
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