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viernes, 25 de junio de 2021

La dificultad para conseguir y/o mantener una erección marca el diagnóstico de la disfunción eréctil

Los síntomas que deben hacer sospechar la presencia de disfunción eréctil es la dificultad para conseguir y/o mantener una erección lo suficientemente firme y duradera como para tener relaciones sexuales satisfactorias. Por lo tanto, la falta de rigidez del pene o la pérdida de erección durante el coito o previo a él una vez conseguida la erección son signos de esta disfunción.

Hay que recordar que en estos casos, la libido está conservada y que, dependiendo de la gravedad, puede imposibilitar o no la penetración.

La disfunción eréctil se puede deber a diversas causas, como la psicógena, la secundaria a cirugías pélvicas, a fármacos, a radioterapia o a síndrome metabólico.

Suele aparecer con la edad o estar relacionada con otras patologías, como la cardiopatía, diabetes, hipercolesterolemia,  o con cirugías pélvicas.

El paciente pasa de tener erecciones normales a tener dificultad o imposibilidad para la erección.

Los test que se emplean con más frecuencia para detectarla son el IIEF-5 (índice internacional de función eréctil) y el perfil de encuentro sexual (sexual encounter profile o SEP).

Anamnesis

En el momento de abordar al paciente con disfunción eréctil, es clave preguntarle por sus antecedentes médicos, centrándose, sobre todo, en factores de riesgo cardiovascular, como hipertensión, diabetes, colesterol y obesidad. Estos factores  pueden estar relacionados con el problema, por lo que precisan estudio y modificación. También hay que contemplar los antecedentes quirúrgicos o traumáticos sobre el área pélvica y los aspectos psicosexuales, interrogando sobre la presencia de elementos estresores que haya podido desencadenar el cuadro, aspectos culturales sobre el sexo, relación interpersonal,…

Tras historiar al paciente en la exploración física dirigida se debe descartar alteraciones de la morfología peneana, signos de hipogonadismo, alteración en el tacto rectal (por aumento del tamaño o presencia de nódulos) y alteraciones cardiovasculares o neurológicas a las que responsabilizar del proceso.

Pruebas de laboratorio

En cuanto a las pruebas de laboratorio, es necesario realizar un perfil lipídico, que incluya colesterol total, HDL, LDL y triglicéridos; función renal, glucosa y hemoglobina glicada.
Dentro del perfil hormonal, hay que solicitar TSH, para poder descartar afectación tiroidea, testosterona y FSH/LH.

Es muy importante realizar una evaluación completa de todo el eje hipotálamo-hipófisis-testicular. También hay descartar otras patologías endocrinas como el síndrome metabólico, la diabetes mellitus, el hipotiroidismo y la hiperprolactinemia de diferentes causas.

Técnicas de imagen

El diagnóstico por imagen juega un papel secundario en la detección de la disfunción eréctil. Sin embargo, puede ser muy útil en ciertos casos la ecografía dinámica durante la erección, que permite diagnosticar fugas venosas e insuficiencias arteriales del pene.

Con respecto a la arteriografía de arterias pudendas y cavernosas, hay que mencionar que ha caído en desudo en los últimos años, aunque puede jugar un papel en ciertas situaciones específicas.

Otras pruebas más específicas, como arteriografías y la resonancia, se reservan para casos muy seleccionados.

En caso de sospecha de disfunción eréctil por traumatismo se puede solicitar una TC pélvico y una angiografía para valorar lesiones vasculares peneanas o de los vasos pélvicos que irrigan el pene.

También se puede llevar a cabo una TC craneal si hay sospecha de hiperprolactinoma.

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