Un tratamiento experimental esencialmente puede revertir la diabetes tipo 1 en ciertos tipos de ratones de laboratorio, según una serie de estudios dirigidos por científicos de salud de la Universidad de Utah, en Estados Unidos. Una inyección del agente terapéutico convierte las células que normalmente controlan la producción de glucosa en células que generan insulina.
Los investigadores dicen que dar a los animales una dosis única de un anticuerpo humano que suprime las acciones del glucagón, una hormona involucrada en la regulación de la glucosa, provocó una transformación notable en el páncreas, lo que provocó un aumento de casi 7 veces en la masa celular de insulina y la supresión de los síntomas de la diabetes.
“Estos animales pasan de necesitar inyecciones de insulina a no necesitar nunca más un tratamiento para la diabetes. Mantienen la glucosa en sangre normal mucho después de que dejamos el tratamiento”, destaca William L. Holland, autor correspondiente del estudio y profesor asistente de Nutrición y Fisiología Integrativa de la U of U Health.
“Lo que esto implica para millones de personas que tienen diabetes tipo 1 es que existe la posibilidad de que eventualmente podamos regenerar su propia capacidad de producción de insulina, restablecer su equilibrio normal de glucosa en sangre y, con suerte, ayudarlos a progresar hacia la liberación de la enfermedad”, aventura.
Sin embargo, los investigadores advierten de que todavía están lejos de este objetivo. “Esta investigación es ciertamente prometedora, pero probablemente sea solo el primer paso de muchos antes de que podamos determinar si este enfoque funcionará en humanos con diabetes tipo 1 –advierte Holland–. Tenemos un largo, muy largo camino por recorrer”.
El estudio aparece en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS). Además de la U of U Health, investigadores del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, la Facultad de Medicina de Baylor, los Laboratorios de Investigación Lilly, el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, la Administración de Veteranos en Dallas y la Fundación para la Investigación de la Diabetes Juvenil (JDRF) contribuyeron a este esfuerzo.
El glucagón y la insulina son producidos por grupos de células en el páncreas conocidas como islotes de Langerhans. Estas hormonas trabajan en conjunto para mantener bajo control la glucosa en sangre. Sin embargo, la diabetes tipo 1 interrumpe ese proceso al hacer que el sistema inmunológico del cuerpo ataque y destruya las células productoras de insulina. Como resultado, la mayoría de las personas con diabetes tipo 1 dependen de las inyecciones o bombas de insulina para sobrevivir.
“Para cuando a las personas se les diagnostica diabetes tipo 1, probablemente hayan perdido el 90% de las células que producen insulina en sus cuerpos –añade E. Danielle Dean, coautora del estudio y profesora asistente de medicina en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt–. Entonces, para que una persona logre el control de la glucosa sin tratarse a sí misma con insulina, debe convencer a las células del cuerpo que producen insulina para que aumenten su número”.
Para determinar si eso puede suceder, Holland, Dean y sus colegas provocaron diabetes en ratones, lo que motivó la muerte de las células beta productoras de insulina en el páncreas. Cuando a estos mismos ratones se les administró un anticuerpo monoclonal humano llamado Ab-4 que bloquea la unión del glucagón en el hígado, sus niveles de glucosa en sangre se normalizaron y se restauraron los niveles de insulina en sangre circulante.
Profundizando, los investigadores rastrearon las células alfa productoras de glucagón utilizando un marcador de proteína fluorescente que se ilumina en rojo. El mayor número de glóbulos rojos brillantes también producía insulina, lo que sugiere que estas células productoras de glucagón habían comenzado a producir insulina en su lugar. Estos estudios iniciales se realizaron en ratones que pudieron regenerar células productoras de insulina sin interferencia del sistema inmunológico.
A continuación, los científicos centraron su atención en los ratones diabéticos no obesos (NOD). Estos animales desarrollan diabetes espontáneamente porque sus sistemas inmunes demasiado agresivos provocan fácilmente la muerte de las células beta (insulina). Esta condición se parece mucho a la diabetes tipo 1 en humanos. Sin embargo, el tratamiento con Ab-4 restauró la producción de insulina y la regeneración de un número abundante de células productoras de insulina en el páncreas.
“Es un hallazgo muy intrigante que nuestro tratamiento proteja y restaure las células beta productoras de insulina incluso en presencia de una respuesta inmune persistente –resalta Holland–. Parece que las células inmunitarias ya no pueden matar las nuevas células beta”.
Sin embargo, muchas terapias potenciales que aumentan la masa de células beta en ratones no logran tener el mismo efecto en los islotes humanos o en los pacientes. Para ver si podían superar eso, los investigadores injertaron islotes humanos en ratones diabéticos inmunodeficientes.
Luego mataron selectivamente las células beta (insulina) de ratón, dejando solo los islotes humanos en su lugar. El tratamiento de estos ratones con Ab-4 mejoró el control de la glucosa y aumentó la cantidad de insulina humana circulante en su torrente sanguíneo, lo que confirma un beneficio para los islotes humanos. Estos efectos aún eran detectables 40 días después del tratamiento.
En el futuro, los investigadores están comenzando a investigar cómo las células alfa (glucagón) se convierten en células productoras de insulina y evitan ser dañadas por el sistema inmunológico.
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