La dislipemia es un factor importante de riesgo cardiovascular, por lo que en los pacientes afectados es muy importante prevenir las enfermedades cardiovasculares. En un primer momento hay que definir si se trata de una hipertrigliceridemia, de una hipercolesterolemia o de una hiperlipemia mixta y valorar y conocer el RCV que presente el paciente.
El objetivo es siempre disminuir el riesgo cardiovascular, por lo tanto, las modificaciones del estilo de vida y los tratamientos instaurados deberán dirigirse al conjunto de los factores de riesgo cardiovascular. La base más importante para procurar reducir las cifras de colesterol está en que dicha reducción redunda en una disminución de la incidencia y mortalidad por cardiopatía isquémica. Un descenso de 39 mg/dl de CLDL consigue una reducción de en torno al 20% de enfermedad coronaria.
Controles
Una vez diagnosticada la dislipemia, el seguimiento del paciente pasa por dos etapas. Cada 6 meses se debe establecer el control de otros FRCV si los hubiera, con medición de peso, presión arterial, la circunferencia de cintura y el IMC. Además, se recomienda hacer un perfil analítico, que incluya enzimas hepáticas y lípidos. Es aconsejable realizar una reevaluación clínica para comprobar la adherencia al tratamiento, la práctica de hábitos saludables, abandono de hábito tabáquico si ha lugar, y la tolerancia al tratamiento.
Este control semestral podría hacerse trimestralmente si se produjeran modificaciones en el tratamiento o si hay un cambio en el perfil del RCV.
Por su parte, la revisión anual incluiría, además de los aspectos comentados, una revisión del riesgo cardiovascular y una nueva exploración física.
Riesgo global
A la hora de establecer el control del paciente con dislipemia, la periodicidad dependerá del riesgo global del paciente, así como de la respuesta al tratamiento instaurado.
En la práctica clínica, para determinar el CLDL, se utiliza la fórmula de Friedewald: LDL = CT – (HDL + TG/5). No obstante, este cálculo solo es válido si las concentraciones de TG son menores de 400 mg/dl, ya que por encima de 200 mg/dl se produce una pérdida progresiva de la ecuación que origina una subestimación del valor del CLDL.
Aunque el objetivo principal del tratamiento de los pacientes con dislipemia es evitar que aparezcan eventos cardiovasculares, el seguimiento debe considerar un nivel lipídico determinado dependiendo del grado de riesgo vascular.
La adherencia al tratamiento pasa por ser también un elemento importante en el manejo de los pacientes con dislipemia y debe evaluarse en cada consulta mediante preguntas y métodos que confirmen el seguimiento del tratamiento.
Como fármacos hipolipemiantes, las estatinas han demostrado su eficacia y han de ser, por lo tanto, el primer escalón terapéutico. La ezetimiba a dosis de 10 mg/día, asociada a estatinas, disminuye alrededor de un 20% los niveles de CLDL.
El tratamiento de las dislipemias está basado en tres pilares básicos: la dieta, los fármacos y el ejercicio físico. A esto hay que añadir el abandono del tabaco.
Recomendaciones de las guías
Los pacientes con dislipemia se clasifican por su riesgo cardiovascular en pacientes de riesgo muy alto, alto, moderado y bajo, y los objetivos terapéuticos están diferenciados para cada uno de los grupos. Las nuevas guías ESC/EAS 2019 marcan como principal premisa que el colesterol LDL, cuanto más bajo y cuanto antes, mejor para prevenir eventos cardiovasculares.
De esta forma las guías actuales establecen que en los pacientes de muy alto riesgo el objetivo a alcanzar sea de menos de 55mg/dL, a la vez que para pacientes de alto riesgo, el objetivos es menor de 70 mg/dL. En cualquiera de los casos la recomendación incluye también una reducción del 50% o más respecto al nivel basal, tanto en prevención primaria, como en secundaria.
Por su parte, los pacientes con enfermedad cardiovascular, diabetes con daño de órgano blanco, hipercolesterolemia familiar y enfermedad renal crónica grave son considerados de muy alto riesgo cardiovascular al igual que los que tienen síndromes coronarios agudos. Diversos estudios demuestran ampliamente que la reducción de los niveles de colesterol LDL está asociado a un marcado descenso de eventos cardiovasculares.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Dolores Recarey García, Luis Seoane Penas, María Jesús Prieto Palmeiro, María Luisa Varela Mourenzá y María Dolores Poblador Holguín, del Centro de Salud Fontenla Maristany, Ferrol; Francisco Azorín Esteban, Marwan Damaj Hamieh, John Fredy Cuero Cuero, Claudia Rodriguez Caicedo, Venancio Montalvo Falcon y Elmer Horacio Sanchez Peña, del Centro de Salud San Juan, de Alicante; Manuel Calderón Soriano, Rigal Medrano Alborta, Janet Kopke Martin y Amauris Ernesto Hernández Veras, del Centro de Salud de Denia, y Jaume Almendro Nogueres, José Gálvez Candel y Miguel Angel Belmar Bueno, del Centro de Salud Santa Pola, en Alicante.
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