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miércoles, 8 de mayo de 2019

Rinitis alérgica y asma, una relación peligrosa

El asma y la rinitis alérgica son dos enfermedades que afectan al sistema respiratorio y que son bastante frecuentes entre la población. Aunque ambas patologías cuentan con sus propias guías de diagnóstico y tratamiento, con cierta frecuencia, se producen al mismo tiempo lo que ha dado lugar a la hipótesis de que se trata de dos polos opuestos de una misma enfermedad cuya principal característica es el proceso inflamatorio crónico de una única vía aérea.

La rinitis alérgica y el asma se producen al inhalar partículas suspendidas en el aire que producen una reacción inmunológica. En el caso de la primera, los mencionados alérgenos producen la inflamación de las membranas mucosas que recubren el interior de la nariz, siendo típicos los picores, estornudos, la obstrucción nasal, el moco abundante y, es habitual, que curse también con una conjuntivitis. La rinitis afecta a alrededor de un 21% de la población y se considera un factor de riesgo del asma.

Por su parte, el asma bronquial es una enfermedad crónica que se caracteriza por una inflamación y obstrucción de los bronquios causada por los alérgenos, que impide respirar con normalidad. Entre los síntomas recurrentes encontramos tos, sibilancias al respirar, opresión en el tórax y un aumento de la secreción mucosa, entre otras. Se calcula que afecta al 5% de la población adulta y al 10% de niños y adolescentes, en los países industrializados.

Según el Informe Alergológica 2015, en función de los factores que la desencadenan, el asma puede ser alérgica (afecta al 82,2% de los pacientes) y está provocada por condicionantes alérgicos. Por tanto, ese elevado porcentaje de pacientes con asma tendría también rinitis alérgica, pese a que la prevalencia del asma en las personas afectadas por rinitis es de un 15%, en el caso de la rinitis estacional, y de hasta un 40% en personas con rinitis grave persistente, según los datos que maneja la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

Por su parte, los estudios epidemiológicos han demostrado ampliamente esta relación poniendo de manifiesto que la rinitis se presenta en más de 75% de los pacientes con asma alérgica y en más del 80% de aquellos con asma no alérgica. No obstante, los pacientes suelen referir los síntomas que más les preocupan y que suelen coincidir con las manifestaciones bronquiales, aunque la mayoría tenga también inflamación nasal.

Otros estudios apuntan a que la rinitis alérgica es un factor de riesgo para el desarrollo del asma, sobre todo n los niños. En este sentido, la SEAIC resalta que, en Pediatría, los niños con rinitis tienen hasta un 50% más de posibilidades de desarrollar asma.

Aspectos terapéuticos

En lo que se refiere al tratamiento, es importante tener en cuenta tres aspectos: la educación del paciente, la terapia farmacológica y la inmunoterapia específica. Ahondando en la relación entre ambas patologías, hay estudios que han evaluado el efecto de los corticoides tópicos nasales sobre la inflamación bronquial y la función pulmonar que concluyen que el correcto tratamiento de la rinitis con estos medicamentos reduce las visitas a urgencias y los ingresos hospitalarios de los pacientes por exacerbaciones de asma.

Por su parte, la inmunoterapia también ha demostrado ser efectiva en el manejo de la rinitis y el asma alérgica, no obstante, la decisión de utilizar esta terapia se debe basar en la sensibilización alergénica más que en el predominio de una u otra enfermedad.

En definitiva, una revisión realizada por la Unidad de Alergia del Servicio de Neumología y Alergia Respiratoria del Hospital Clinic, en Barcelona, refleja que el tratamiento de la rinitis con corticoides, antileucotrienos y anhististamínicos ha demostrado una mejoría clínica y de la infamación en los bronquios; y que la inmunoterapia parece modificar la enfermedad alérgica respiratoria y prevenir la aparición de asma en pacientes con rinitis. Asimismo, dicha revisión concluye que los datos refuerzan la interrelación entre ambas patologías lo que, a su vez, incide en la necesidad de un manejo integral de la enfermedad alérgica respiratoria.

En el ámbito internacional, existe la Guía ARIA (Allergic rhinitis and its impact on asthma), la iniciativa más relevante para el diagnóstico, la valoración, el tratamiento y el seguimiento de la rinitis alérgica. En ella se aborda la hipótesis de ‘una vía respiratoria única’, por lo que propone tres aspectos que se deben considerar al enfrentarse a un paciente con enfermedad respiratoria alérgica:

  • Los pacientes afectados con rinitis persistente deben ser evaluados sobre la presencia de asma.
  • Los pacientes afectados con asma persistente deben ser evaluados sobre la presencia de rinitis.
  • Una estrategia terapéutica adecuada debe combinar el manejo de las vías respiratorias superiores con las inferiores en términos de eficacia y seguridad.

 

De lo que no cabe duda es de que ambas enfermedades se presentan con mucha frecuencia, que las dos coexisten de forma habitual y que la rinitis se relaciona directamente con el desarrollo de asma. Por tanto, una rinitis mal controlada puede agravar el asma subyacente e incrementar los recursos sanitarios que se destinen a controlar a ese paciente; y un diagnóstico y tratamiento de la patología nasal contribuirá a optimizar el control de la enfermedad asmática.

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