La dislipemia es un trastorno que aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular, que es la primera causa de muerte en la sociedad occidental tanto en hombres como en mujeres. Cuanto más elevados sean los niveles de colesterol en sangre, mayor es el riesgo de ECV. En todos los casos se recomienda comenzar el tratamiento farmacológico al momento del diagnóstico de la dislipidemia y sin dejar a un lado la modificación del estilo de vida.
Los objetivos planteados por el especialista siempre son más exhaustivos que los marcados por los médicos de Atención Primaria y en líneas generales se deriva siempre el paciente de alto riesgo que no está en los objetivos planteados.
De esta forma, los médicos de Primaria derivan al especialista los casos de hipercolesterolemia familiar o los que no se pueden controlar desde sus consultas. Por su parte, los especialistas derivan a las unidades de lípidos correspondientes de cada hospital, donde se presta una atención multidisciplinar entre Medicina Interna y Endocrinología.
La derivación del paciente a la consulta del especialista depende de los valores detectados en analíticas realizadas en Atención Primaria. Cuando estos valores de colesterol y de triglicéridos sobrepasan los límites de normalidad y el nivel de riesgo cardiovascular del paciente es alto o muy alto, generalmente es derivado a la consulta especializada por la complejidad del tratamiento: dosis de los fármacos y combinaciones, y por la posibilidad de presentar efectos secundarios a dichos fármacos. Con valores analíticos de colesterol y triglicéridos muy elevados, también se recomienda remitir al especialista para descartar hipercolesterolemia familiar. Si no se consiguen los objetivos de control de hipercolesterolemia y/o hipertrigliceridemia una vez iniciado el tratamiento desde Primaria, se deriva a la consulta especializada.
Estudios complementarios
Además, existen casos en los que se requieren estudios complementarios, genéticos, hormonales y de imagen que pueden estar fuera del arsenal diagnóstico-terapéutico de Primaria. Será entonces necesario derivar al paciente al segundo nivel asistencial en función de la capacidad resolutiva en cada entorno.
De hecho, la causa más frecuente de derivación es en aquellos casos que la dislipemia es refractaria al tratamiento, cuando hay sospecha que es una dislipemia familiar o en los casos que el paciente, a pesar de estar tratado, sigue con un LDL superior a 200. No nos podemos olvidar de los casos de la comorbilidad, como infarto o ictus, que hacen que el paciente pase a ser de alto riesgo.
En conclusión, las hiperlipemias primarias precisan de un tratamiento crónico de por vida. Las hiperlipemias secundarias pueden desaparecer una vez se elimina la causa que las origina. No obstante, es frecuente que en las hiperlipemias que requieren tratamiento farmacológico, este deba administrarse de forma crónica.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Interna Mari Cruz Almendros Rivas y Anna Palou Rispau, y el médico de Familia Antonio Mario Gascue Rancaño, de Girona; Silvia Serrano García, Andreu Altes Boronat y Blanca Rosa Hernández Hernández, de Badalona, y Armando Jurado, Josep Boladeras, María Luisa Planas, Antonia Daviu y Ana Sanchis, de Pollensa.
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