La DE psicogénica, ¿es más común en hombres jóvenes? ¿Hay un perfil tipo? ¿Qué factores psicológicos contribuyen a los problemas de erección?
Para ponernos en contexto, hay trabajos que prevén que en el año 2025 habrá en el mundo cerca de 325 millones de hombres que padezcan una disfunción eréctil de tipo psicógeno. No obstante, los porcentajes varían según la edad, aunque de media en España podemos decir que en torno a un 40 por ciento de los casos estaremos ante una disfunción psicógena según los datos más optimistas.
No obstante, la disfunción eréctil sí está vinculada a la edad, es por ello que es en los hombres menores de 40 años cuando entre el 82 y el 85 por ciento de los casos estaremos ante una disfunción psicógena, precisamente porque los hombres jóvenes están más condicionados por el estrés, la ansiedad, los problemas de autopercepción, las interacciones con otras personas, etc. Por otro lado, los varones más mayores empiezan a sufrir los efectos de las enfermedades crónicas, como la hipertensión, la diabetes, la dislipemia, el síndrome metabólico, etc. Por ello, efectivamente, si tuviéramos que establecer unos perfiles en el paciente joven sería mucho más común una disfunción con un componente más psicógeno y en el paciente más añoso tendría un componente más orgánico.
Aunque la realidad es que es complejo hacer esta diferenciación de una forma tan estricta, porque todo lo psicógeno acaba siendo orgánico y no hay nada orgánico que no acabe siendo psicógeno. Así, en algunas ocasiones, en algunos individuos o dentro del mismo individuo según los momentos, habrá un componente más de peso orgánico y en otros más psíquico.
¿Qué mecanismos neurobiológicos se han identificado en la relación entre disfunción eréctil psicógena y trastornos mentales como la ansiedad o depresión? ¿En qué otras patologías de salud mental puede encontrarse una mayor prevalencia de DE?
Hay varios estudios que apuntan a un grupo de péptidos, en concreto al péptido encargado de la liberación de la gastrina y otra proteína interesante a nivel metabólico, que se ha visto que están muy relacionados con la función sexual del varón. Está comprobado que cuando hay una situación de estrés mantenido o una situación de ansiedad, efectivamente hay una disminución del contenido de este péptido en las neuronas y en los axones de las neuronas, sobre todo a nivel de la columna lumbar y sacra. Estas son precisamente las zonas de las que salen las raíces que controlan la función y los reflejos peneanos y escrotales, por lo que se observa una repercusión negativa a nivel tanto de la calidad de la erección, como de la eyaculación.
Estamos viendo entonces una traslación de algo que es meramente psicógeno, como una situación de estrés, de ansiedad o un trastorno mental como la depresión a nivel de unas proteínas. También es verdad que se ha demostrado que el estrés disminuye la expresión genética de las proteínas que conforman los receptores de esas hormonas masculinas, que son los andrógenos, con lo cual ya son varios mecanismos que median a nivel orgánico como consecuencia de un origen psicógeno, por lo que se ha podido establecer perfectamente el mecanismo de traslación neurobiológica de algo psíquico en algo físico.
¿Hay mayores tasas de trastornos como la depresión y la ansiedad en pacientes con DE? ¿Aparecen antes o después de la propia DE?
Lo que más está estudiado es precisamente su relación con los trastornos de ansiedad, de estrés o de depresión, pero también existen, por ejemplo, en las afectaciones de la autoestima, las personas que sufren trastornos de estrés postraumático, personas que tienen trastornos de culpa o cuando hablamos de los traumas de la infancia que se manifiestan en la edad adulta, esos son digamos por ese orden aproximadamente los que más se manifiestan como prevalentes en la ocurrencia de la difusión eréctil.
Estamos hablando de que entre el 20 y el 22 por ciento de nuestra población adulta tiene trastornos de ansiedad y de depresión, así que es un tema a tener en cuenta. Así, cuando hay un trastorno preestablecido, lo habitual es que se manifieste antes el trastorno de ansiedad o de depresión y posteriormente como consecuencia o como correlato secundario a este trastorno, se manifiesta la disfunción eréctil. Sin embargo, cada vez más, estamos viendo pacientes, sobre todo jóvenes, que debutan con una disfunción eréctil y a raíz de eso se le diagnostica de un proceso de depresión o ansiedad. Llama la atención que estamos recorriendo el camino al revés y esto ocurre casi en un 40 por ciento de los pacientes que acuden a nuestra consulta con una disfunción eréctil o con una disfunción eyaculatoria.
Precisamente en los casos de trastornos por ansiedad, ¿hay evidencia no solo de una mayor prevalencia, sino también de mayor gravedad de la DE? ¿Y cómo influye el tratamiento de trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad, en la recuperación o empeoramiento de la función eréctil?
Todo viene englobado en que esta es una relación bidireccional. En una persona con un trastorno de salud mental a la que diagnosticamos una disfunción sexual, especialmente la disfunción eréctil, esta va a ser más difícil de manejar. Primero tenemos que ver cuál es el origen de su patología, la medicación que está tomando y también la afectación que tienen estas personas de sus hormonas a nivel de producción de testosterona, porque sí que es cierto que muchos trastornos de la esfera mental son paralelos a trastornos endocrinos, con lo que hay una disminución del uso periférico metabólico de la testosterona. Otro factor de gravedad en este tipo de personas que sufren trastornos de ansiedad o de depresión es que a nivel circulatorio el flujo básico, es decir la sangre que está llegando al pene, es mucho menor.
Por otra parte, cuando recorremos el camino a la inversa, en una persona que tiene algún tipo de alteración de la percepción de su cuerpo, o alteraciones sobre la percepción del tamaño de su pene, la percepción que tienen sobre su virilidad, si tienen algún tipo de duda sobre su orientación, pues qué duda cabe que eso ensombrece mucho el pronóstico de la disfunción eréctil. Todo ello tiene una dificultad añadida a la hora de no solamente enfocar el diagnóstico, sino de cómo enfocar el tratamiento y de forma global el manejo terapéutico.
Siendo así, ¿es posible abordar la DE sin tratar el impacto en la salud mental del paciente y en sus relaciones personales?
No, estaríamos haciendo un trabajo poco integrativo, no nos preocupa el pene del paciente, sino el paciente en todo su conjunto. La DE hay que abordarla desde una perspectiva multimodal y tenemos que considerar siempre los aspectos biopsicosociales del paciente e incluso aspectos emocionales o espirituales. Incluso en un paciente diabético, sabemos que la causa fundamentalmente va a ser orgánica, pero la disfunción eréctil habrá podido afectar a su autoestima o su calidad de vida, por lo que no hacer también un abordaje psicológico es un error de bulto. Afortunadamente nuestros pacientes cada vez más están más informados y ellos mismos reclaman ese abordaje integral.
Cuando la DE se relaciona más con factores psicológicos, ¿el paciente acude por norma antes al urólogo o al psicólogo/sexólogo? ¿Qué enfoque multidisciplinario se recomienda para estos casos?
Ahora los equipos son multidisciplinarios y entre todos tenemos que hacer un traje a medida para cada persona. Indudablemente puede ocurrir que un sexólogo reciba en su consulta a una persona y mediante su exploración observe que hay predominancia orgánica en el origen de su trastorno, y aunque haga su labor psicológica, derive a otro componente del equipo para tratar los aspectos más corporales. De la misma manera el médico andrólogo muchas veces consulta con otros profesionales de su equipo como el fisioterapeuta, trabajadores sociales, o enfermería. Lo mejor es trabajar juntos y discutir los casos en sesiones clínicas conjuntas. Contar con otros profesionales no solamente enriquece el trabajo de cualquier terapeuta, sino que le da carta de credibilidad frente a las personas que nos demandan una asistencia.
¿Qué enfoques terapéuticos novedosos están surgiendo en el tratamiento de la disfunción eréctil asociada a la salud mental, como la terapia cognitivo-conductual o la psicoterapia sexual?
Se ha visto que técnicas como la terapia cognitivo conductual han llegado a fronteras impensables hace unos años y técnicas tales como la relajación, la terapia integrativa, la de pareja, la sistémica o el NMDA tienen una utilidad científicamente demostrada. La tienen además no solo para el propio usuario, también para la pareja en su conjunto. Muchas veces nos olvidamos de las parejas y son fundamentales, no solamente en la ayuda del diagnóstico, sino para llevar a cabo las herramientas terapéuticas para una recuperación pronta y exitosa.
Ahora que se habla tanto de salud mental, especialmente entre jóvenes, ¿el incremento de problemas de salud mental ha traído consigo un incremento de casos de DE?
Los trastornos de salud mental están afectando a casi un 14 ó 15 por ciento de nuestros adolescentes entre 10 y 19 años, una edad en la que se producen grandes cambios. Se establecen los roles, las identidades y las orientaciones sexuales y se produce el desarrollo de la sexualidad a nivel integral. Todo eso los coloca en una situación de vulnerabilidad de riesgo de autoestima, de discriminación y todo eso hace que el desarrollo de las disfunciones sexuales se coloque en su momento más álgido. Por ello, cada vez son más los jóvenes que acuden a nosotros.
Una reflexión final
Cada vez hay una conciencia mayor en nuestros profesionales de que las personas con problemas de salud mental tienen una sexualidad y tienen derecho a una sexualidad igual que cualquiera de nosotros.
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