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jueves, 22 de febrero de 2024

La evidencia señala que la contaminación del aire compromete la salud cardiovascular de los pacientes con EPOC

La relación entre la contaminación del aire y la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) se ha ido haciendo evidente a lo largo de los años. EL MÉDICO INTERACTIVO ha reunido a un grupo de médicos de Atención Primaria para ahondar en la conexión entre ambas y su impacto en la salud pulmonar y cardiovascular de los pacientes, así como las implicaciones para la práctica médica diaria.

La Guía Española para el Manejo de la EPOC (GesEPOC) y otras guías internacionales como la GOLD reconocen que la exposición a contaminantes ambientales pueden contribuir al empeoramiento de enfermedades respiratorias crónicas como la EPOC y a su desarrollo. Asimismo, aumentan el riesgo de exacerbaciones, agudizaciones e incluso  ingresos hospitalarios en pacientes con EPOC, existiendo una clara asociación entre los dos.

Entendemos por contaminación ambiental la presencia en el aire de cualquier agente, en cantidad suficiente como para inferir nocivamente en la seguridad de los pacientes. Por tanto, es potencialmente nociva. Cada vez mas son conocidos los efectos procedentes del tráfico sobre el aparato respiratorio, ya que es la puerta de entrada de contaminantes aéreos, siendo el pulmón el primer órgano afectado, indica la doctora Ana Morán, del Centro de Salud Juncal, en Torrejón de Ardoz (Madrid).

Desde el Centro de Salud Mar Báltico, en Madrid, la doctora Viviana Rocío Oscullo añade que, aunque el tabaco y el déficit de alfa-1 antitripsina son factores patológicos conocidos en la EPOC, la contaminación ambiental ha ganado protagonismo en los últimos años.

Especial impacto en la infancia

Morán subraya que cada vez hay  mas evidencia científica que revela que los niños son especialmente sensibles a la contaminación ambiental. “Es bien sabido que dada su fragilidad, las concentraciones tóxicas en la infancia son menores que en la edad adulta”, dice. También, agrega, “hay mucha evidencia sobre la relación de los contaminantes ambientales con el desarrollo de diversas enfermedades pulmonares crónicas en el período prenatal y postnatal”.

La doctora María del Mar Matute, del Centro de Salud Jazmín, resalta que la EPOC no solo está vinculada a la contaminación atmosférica en la adultez o la infancia, sino también a la exposición prenatal. La contaminación del aire durante el embarazo aumenta el riesgo de que los niños desarrollen enfermedades respiratorias crónicas, incluida la EPOC, añade.

“La vigilancia y control de la calidad del aire son fundamentales para prevenir enfermedades respiratorias en la población. Reducir la exposición a la contaminación ambiental puede tener un impacto significativo en la prevención de la EPOC y otras enfermedades respiratorias”, concluye.

Impacto en la salud cardiovascular

En lo que se refiere a los adultos, existe una conexión directa entre la contaminación ambiental y los problemas cardiovasculares. La exposición a partículas finas y gases tóxicos presentes en el aire puede contribuir al desarrollo y agravamiento de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial y las enfermedades coronarias.

Numerosos estudios han evidenciado que la contaminación atmosférica está asociada a un mayor riesgo de eventos cardiovasculares, incluyendo infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares. La inhalación de contaminantes puede desencadenar respuestas inflamatorias y oxidativas en el sistema cardiovascular, contribuyendo así a la progresión de enfermedades cardíacas.

La doctora María Agustina García Pascual, del Centro de Salud Gamazo, en Valladolid, subraya la importancia de la contaminación atmosférica, tanto en entornos exteriores como interiores, especialmente en los meses más fríos. Citando estudios relevantes, la experta argumenta que existe una asociación significativa entre la exposición a diversos contaminantes, como partículas PM10, monóxido de carbono (CO), ozono (O3), dióxido de nitrógeno (NO2), y un aumento notable en las exacerbaciones y hospitalizaciones de estos pacientes.

Incide en la importancia de los meses de invierno, donde la exposición a contaminantes como partículas PM10, CO, O3, NO2, y las bajas temperaturas se asociaron significativamente con un aumento en las exacerbaciones y hospitalizaciones de los pacientes con EPOC. Datos que maneja de un estudio realizado en España que analizó a más de 160.000 pacientes durante 10 años, respaldan estas afirmaciones.

Partículas de menos de 2,5 micras

Ahondando en la materia, las partículas PM de menos de 10 micras, responsables de la contaminación ambiental, son responsables de las exacerbaciones en EPOC, son parte de su etiología y también del déficit de crecimiento del sistema respiratorio, explica Matute. “Pero estas partículas no solo llegan al alveolo, sino que también atraviesan la barrera pulmonar y llegan al torrente sanguíneo. De este modo pueden originar enfermedades cardiovasculares”.

De hecho, la presencia de contaminantes como el dióxido de nitrógeno y las partículas PM 2,5 se ha asociado a la activación de mecanismos que promueven la aterosclerosis y la formación de coágulos sanguíneos. No en vano, la Sociedad Española de Cardiología ha mostrado preocupación en aquellas ciudades donde el aire ambiental contiene partículas PM 2,5 por encima de niveles recomendados. Estas partículas PM 2,5 ya son el cuarto factor  de riesgo de muerte cardiovascular mundial, sostiene la especialista.

Infartos, arritmias y muerte cardíaca

Por su parte, la doctora Andreina Casanova, de Centro de Salud Los Jardincillos, en Palencia, sostiene que las partículas PM 2,5 han sido identificadas como factor de riesgo ambiental crucial en la aparición de Infartos Agudos de Miocardio (IAM), arritmias e, incluso, la muerte cardíaca.

“La American Heart Association y la European Society of Cardiology reconocen formalmente las partículas PM 2,5 como el factor de riesgo ambiental más importante que contribuye a la mortalidad y discapacidad cardiovascular global”, enfatiza. “En 34 estudios revisados, la exposición a corto plazo a PM 2,5 aumentó el riesgo relativo de IAM en un 2.5 % por cada 10 mg/m3, lo que representa hasta el 5 % de los casos de IAM en todo el mundo”, asevera.

En resumen, la contaminación del aire, en particular las partículas PM 2,5, emerge como un factor de riesgo ambiental clave en la incidencia de eventos cardiovasculares en pacientes con EPOC. Los expertos médicos enfatizan la necesidad de abordar de manera integral la contaminación ambiental, implementando políticas y acciones que reduzcan la exposición a estos contaminantes y protejan la salud respiratoria de la población. En este sentido, la concientización pública y la colaboración entre entidades gubernamentales y profesionales de la salud son fundamentales para enfrentar este desafío creciente y mejorar la calidad de vida de quienes padecen EPOC y otras enfermedades respiratorias.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores: Andreina Casanova Ferrando, Ana Morán Escudero, Viviana Rocío Oscullo Yepez, María del Mar Matute Mielgo, María Agustina García Pascual, Luis Sánchez Escalada, Eugenio Fernández Escalada, Ángel Gamo Ruiz y Carmen Paola Tovar García.

Una publicación independiente desarrollada gracias al patrocinio financiero de BIAL. Los puntos de vista y las opiniones que se expresan en esta obra son de sus autores y no reflejan necesariamente la política oficial ni la posición de BIAL. BIAL no debe ser considerada responsable de la veracidad de la información ni de los posibles errores u omisiones.

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