Recientemente se ha celebrado la toma de posesión de José Manuel Miñones, licenciado en Farmacia, como ministro de Sanidad. En el acto estuvo presente Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF), quien en esta entrevista para EL MÉDICO muestra su satisfacción: “Por primera vez un licenciado en Farmacia es nombrado ministro de Sanidad. Para nosotros es un orgullo”. En esta entrevista, Jesús Aguilar analiza también una serie de cuestiones relacionadas con la profesión farmacéutica, especialmente la tan esperada reforma de la Ley de Garantías y Uso Racional del Medicamento, así como la solicitud de potenciar la actuación profesional del farmacéutico.
¿Qué impresión le ha causado José Manuel Miñones?
Se trata de un farmacéutico que cuenta con una dilatada y reconocida trayectoria en el ámbito académico y en la investigación. Y, desde luego, tiene una profunda vocación de servicio, que le viene de familia. El día de su toma de posesión tuve la oportunidad de felicitarle personalmente y nos hemos puesto a su disposición, como siempre, para trabajar juntos por nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS).
¿Cuáles son las principales peticiones del Consejo al ministro, teniendo en cuenta el tiempo que queda de legislatura?
Nadie sabe cuánto tiempo va a estar en el Ministerio, depende de las próximas elecciones, es complicado saberlo. En cualquier caso, llevo siete años de presidente y este es mi octavo ministro, así que la media es un tanto corta. El primer día no le hicimos personalmente ninguna petición, sino que se las haremos cuando nos reunamos con él. Desde luego, tenemos importantes asuntos pendientes, como la revisión de la ley del medicamento y todo el tema de la tramitación en el ámbito de la Salud Pública. Además, con Carolina Darias, su antecesora, y Teresa Ribera, ministra de Transición Energética y Reto Demográfico e Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, firmamos el pasado mes de marzo el programa de farmacia comunitaria rural, que tiene ahora como primer objetivo la puesta en marcha de un proyecto piloto. Esperemos que podamos llevarlo a cabo con este ministro.
¿Y qué le ofrecen los farmacéuticos y el CGCOF a José Manuel Miñones?
Al nuevo ministro le ofrecemos toda la colaboración que le haga falta, así como nuestro apoyo y trabajo para poder llevar a cabo estas importantes misiones de las que estamos hablando, especialmente las modificaciones de la ley del medicamento y del ámbito de Salud Pública. Desde luego, nosotros nos ponemos a su disposición como corporación que representa a todos los farmacéuticos españoles, trabajen donde trabajen, desde las oficinas de farmacia, los hospitales, los centros de análisis clínicos o Atención Primaria, y tantas otras modalidades de servicio.
¿Cree que hay tiempo para llevar adelante la reforma de la Ley de Garantías y Uso Racional del Medicamento? También es un compromiso de César Hernández, director general de Farmacia y Cartera Común del Ministerio de Sanidad. ¿Qué espera de esta reforma?
Creo que desde el Ministerio deben contestar todas estas preguntas, porque es un compromiso que han adquirido, si bien en algunos puntos son regulaciones a nivel europeo. La verdad es que los tiempos ya son muy ajustados para hacer una profunda reforma, pero nosotros, en su momento, remitimos todas las aportaciones a este proyecto que consideramos importantes; en total, son once.
¿Cuáles son las principales?
Hablamos de esa necesidad de potenciar la actuación profesional del farmacéutico para seguir asegurando un acceso seguro de la población a los medicamentos, fomentando lo que nos parece fundamental, que es el uso racional de los medicamentos con las adecuadas garantías. También pedimos potenciar la red de farmacias, cuyas posibilidades ya sabíamos y que se han visto durante la pandemia. La farmacia es uno de los pilares sobre los que se asienta el sistema sanitario; por ello, entendemos que se debe potenciar esta red. Recordemos que tiene una múltiple vertiente asistencial, sanitaria y social, con una gran capacidad para llegar a toda la población. En definitiva, en nuestras alegaciones pedimos que se tenga en cuenta el gran potencial de la farmacia.
¿Qué otras peticiones hacen en esas alegaciones?
Hablamos de la necesidad de disponer de un sistema estable en la regulación de los precios de los medicamentos, algo imprescindible. Hay un axioma que se tiene que cumplir siempre por seguridad del propio paciente, y es que donde esté el medicamento debe haber un farmacéutico. Debemos seguir esos futuros modelos, que ya se están implantando en algunas comunidades autónomas, en los que la atención farmacéutica domiciliaria ofrece la misma calidad y seguridad que la dispensación presencial, y debe estar limitada a los grupos de personas que lo necesitan y que están establecidos por la propia ley. Igualmente, en esas aportaciones a la ley del medicamento presentamos la importancia de consolidar la dispensación colaborativa entre los farmacéuticos hospitalarios y los farmacéuticos comunitarios. Este modelo ya se ha puesto en funcionamiento con un gran éxito en algunas autonomías, como Cataluña, la Comunidad Valenciana o Andalucía.
Otro aspecto abordado es el de la concentración de los servicios farmacéuticos.
Respecto a la concentración de los servicios farmacéuticos, pensamos que es necesario que la futura regulación la reconozca con una profundidad a nivel estatal. De esta forma, evitaremos tener unas diferencias tremendas entre las distintas comunidades autónomas. Entendemos que esos servicios farmacéuticos asistenciales deben estar incluidos en los conciertos suscritos con los colegios profesionales en el marco de la prestación farmacéutica. Hemos reflejado en nuestras aportaciones que estos servicios también han demostrado un valor sanitario y económico muy importante, por lo que contribuyen a la mejora de los resultados en salud. Así se refleja tanto en el ámbito de la prevención de la enfermedad como en la mejora del uso de los medicamentos.
Son tiempos de reforma también en Europa: ¿de qué manera afectan al farmacéutico? Así, ¿cuáles son las expectativas de la revisión de la Directiva Europea 2001/83/CE, por la que se establece un código comunitario sobre medicamentos para uso humano?
Esta directiva nos parece muy importante, porque refuerza la seguridad del abastecimiento precisamente en un momento en el que tenemos problemas en las oficinas de Farmacia a la hora de dispensar determinados fármacos que la ciudadanía necesita. Desde el Consejo General estamos intentando, desde hace mucho tiempo, contribuir a detectar de manera precoz este problema. Para ello, disponemos de una herramienta que nos permite registrar las incidencias de las farmacias cuando se produce un problema de abastecimiento de un medicamento.
¿En qué consiste exactamente?
En España tenemos cerca de 10.000 farmacias que todas las noches emiten las faltas de suministro y de distribución farmacéutica. De esta forma, todas las mañanas disponemos de un mapa español de las dificultades para poder encontrar esos medicamentos que necesitan los ciudadanos. Se trata de un proyecto que hemos empezado en la organización farmacéutica colegial, y que a nivel europeo han calificado como una buena práctica. Ahora estamos liderando un proyecto paneuropeo que cuenta con la participación de cinco países. El objetivo es crear un sistema de notificación similar al que funciona en España. A nivel europeo también es importante el Plan Nacional de Lucha contra la Resistencia Antimicrobiana, que busca reforzar las medidas que garanticen el uso racional de los antibióticos. Este es un gran problema, no solamente desde el punto de vista de la Sanidad, sino desde la perspectiva de la Agricultura y todo lo que está relacionado con el medicamento de Veterinaria.
Hablando de Europa, hace tiempo que ya no se cuestiona ‘el modelo español de Farmacia’.
Está más que demostrado que el modelo español es bueno, es un modelo de éxito. La pandemia ha puesto de manifiesto esa conquista social que han tenido los ciudadanos con este tipo de modelo. Hemos podido mantener encendida la cruz verde en las más de 22.000 oficinas de Farmacia en todo el territorio español. Se ha demostrado que es uno de los pilares de éxito del SNS, por lo que, en estos momentos, nadie se está planteando otro tipo de escenarios.
Se habla mucho de la defensa del Sistema Nacional de Salud, ¿cree que realmente está en peligro? ¿Cuáles son los principales desafíos? ¿Es una cuestión de presupuesto?
Se trata de un problema que viene de lejos y que la pandemia ha hecho que se acusase todavía más. En la Comisión para la reconstrucción social y económica, que se creó en el Congreso de los Diputados, comentamos que todos debemos formar parte del SNS. Creemos que no se puede reconstruir un sistema sanitario ni la Salud Pública sin los farmacéuticos ni las farmacias. Nosotros entendemos que el Sistema Nacional de Salud, que es excelente, no puede desaprovechar ningún recurso. Disponemos de 22.000 farmacias, que forman la red de establecimientos más extensa de toda Europa, y representan un colectivo de más de 55.000 profesionales que están al pie del cañón en todos los rincones de España. Este colectivo debe sumarse de manera mucho más proactiva para hacer más sostenible todavía el SNS.
¿Cuáles son sus propuestas en esta comisión de reconstrucción?
Planteamos varios ejes que consideramos necesarios para mantener la sostenibilidad del sistema. Defendemos la idea de reafirmar la Farmacia comunitaria como la Farmacia de Atención Primaria; siempre ha sido así, y se ha confirmado durante la pandemia. Para conseguirlo, es necesario desarrollar programas de seguimiento farmacoterapéutico, de adherencia, de farmacovigilancia, de revisión de medicación, de conciliación, etc. Todos estos proyectos y programas ayudarán a ampliar la capacidad, así como a mejorar la eficacia y la eficiencia del Sistema Nacional de Salud.
En la comisión de reconstrucción también se habla de Salud Pública.
Para nosotros es fundamental la integración de la Farmacia en las políticas de Salud Pública. Sería ideal que las farmacias estuviesen incorporadas al sistema de vigilancia epidemiológica. Algo que hemos solicitado muchas veces, y que hemos propuesto, es la creación de una red nacional de farmacias centinela, que multiplicaría la capacidad actual de vigilancia.
¿Cuáles son los otros dos temas formulados?
Otro eje importante que planteamos en la comisión es integrar la Farmacia comunitaria en la transformación digital de la Sanidad. Esto conlleva la conexión de las farmacias con el SNS a través de un modelo de digitalización que nos permita trabajar de forma coordinada con los equipos de salud. En el cuarto y último punto presentamos la necesidad de garantizar la viabilidad de las farmacias, por esa labor sanitaria, social y de cohesión territorial que realizan, en especial, en las zonas más frágiles y despobladas.
¿Cómo valora la implantación de la receta electrónica? Los farmacéuticos siguen quejándose de los problemas de interoperabilidad entre comunidades autónomas. ¿Qué soluciones se pueden ofrecer?
Tenemos unas recetas electrónicas en todas las CC. AA. que son un ejemplo en Europa, porque funcionan bien salvo mínimos problemas informáticos en situaciones determinadas. El problema está en la receta electrónica interoperable, es decir, cuando un paciente se desplaza de una comunidad a otra. Los sistemas de receta electrónica de cada una de las comunidades tienen muchas diferencias entre sí. Existen fallos en el sistema de comunicaciones, especialmente en verano, así como caídas de sistemas, entre otras complicaciones. Sin embargo, la realidad es que las farmacias españolas, hoy en día, dispensan medicamentos a personas procedentes de otras autonomías, aunque se haga en condiciones distintas. Sería deseable que la receta interoperable fuera tan fuerte como las recetas propias de cada comunidad autónoma. Pero en ningún caso sucede que no se pueda dispensar los medicamentos a los ciudadanos. La realidad es que tenemos uno de los sistemas más avanzados de toda Europa, y con mucho.
La pandemia ha dejado muchos aprendizajes e innovaciones, como el servicio de dispensación colaborativa de medicamentos de diagnóstico y dispensación hospitalaria en farmacias comunitarias. ¿En qué consiste? ¿Se ha puesto en práctica en todas las autonomías? ¿Cree que debe mantenerse?
Este servicio se puso en funcionamiento en Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía durante la pandemia, cuando no nos podíamos mover de casa. También funcionó posteriormente, cuando nos pedían que no nos acercáramos a los hospitales. Sabemos que algunos fármacos se dispensan en las farmacias de los hospitales, y no en las comunitarias. Esta circunstancia sólo pasa en este país, y creemos que esos fármacos deberían estar en las farmacias comunitarias para no marear a los ciudadanos, especialmente a los pacientes polimedicados. Teniendo en cuenta la situación de las farmacias hospitalarias en ese momento, este sistema estableció métodos de comunicación y de colaboración entre los farmacéuticos de los hospitales y los farmacéuticos de las oficinas de Farmacia.
¿En qué consiste esta coordinación?
Desde la Farmacia hospitalaria se supervisan los medicamentos que necesita el paciente, y los fármacos se envían a la Farmacia comunitaria, donde el usuario puede recogerlos y recibir la información necesaria. Los principales beneficiados son los pacientes, que evitan el desplazamiento al hospital. Creemos que este programa se seguirá extendiendo a más comunidades autónomas. El sistema garantiza que el medicamento, durante todo el proceso, se mantiene bajo la custodia de un farmacéutico. Esa supervisión y el control del fármaco por parte del profesional garantiza la seguridad del paciente. En los estudios que hemos realizado, los ciudadanos muestran una altísima satisfacción. Según una encuesta, los pacientes valoran este sistema con un 9,84 gracias a factores como la comodidad, la rapidez en la recogida, el trato recibido, la calidad del servicio o la ampliación del horario.
¿Qué otras CC. AA. se están planteando implantar este sistema?
En concreto, la Comunidad de Madrid ha anunciado la puesta en marcha de este programa con 61 pacientes que tienen VIH. El objetivo es que puedan recoger la medicación que necesitan en su oficina de farmacia.
¿En qué consiste el protocolo para la creación del ‘Programa de Farmacia Comunitaria Rural’ suscrito recientemente en La Rioja con el Gobierno central?
Estamos muy contentos de este programa que se ha podido firmar, porque es una buena señal. Abre la puerta para que las farmacias puedan desarrollar esas nuevas funciones asistenciales y sociales que nosotros entendemos que deberían estar llevando a cabo para ayudar a la sostenibilidad del sistema, aparte de los beneficios para el propio ciudadano.
¿Cómo será el desarrollo de este programa?
Las líneas de trabajo están encaminadas a mejorar la prestación farmacéutica, así como al desarrollo de programas de Salud Pública. También tiene otra vertiente social donde se abordan cuestiones como la lucha contra la soledad o la detección de situaciones de vulnerabilidad. Además, se ocupa de que el mundo rural no se quede al margen de la España digital.
¿En qué fase está el Programa de Farmacia Comunitaria Rural?
Estamos pendientes de que se desarrolle un programa piloto en una comunidad autónoma. El problema es que con la celebración de las elecciones autonómicas y municipales el 28 de mayo estamos en una situación de espera.
En el ámbito de los recursos humanos, ¿cómo es la situación entre los farmacéuticos? ¿Hay datos actualizados? ¿Cuáles son las necesidades de España a medio y largo plazo en cuanto a licenciados en Farmacia?
Este año, en el examen de los farmacéuticos internos residentes (FIR) se presentaron unas 6-7 personas por cada plaza ofertada. En España, más o menos, hay unos 5.000 compañeros que trabajan en la Farmacia hospitalaria, los análisis clínicos y la Salud Pública dentro del Sistema Nacional de Salud. La pandemia ha puesto de manifiesto destacadas necesidades de nuestro sistema sanitario. Es necesario hacer un análisis exhaustivo de la situación para conocer los medios que hacen falta. Debemos saber si hacen falta más medios o si la solución es que gestionemos mejor los recursos disponibles. Sé que esto no es políticamente muy correcto, pero realmente es mi opinión. Primero, debemos hacer una buena gestión de los recursos disponibles y después podremos saber el número de personas que son necesarias en cada uno de los puestos.
¿Y cómo es la situación de los recursos humanos en la Farmacia comunitaria?
No observamos problemas. Se sigue produciendo un incremento constante de personal conforme la red sigue creciendo. En la actualidad, este sector tiene unos 55.000 farmacéuticos empleados, sobre un total de más de 78.000 farmacéuticos colegiados.
¿No se observa una necesidad de profesionales, por ejemplo, en puestos especializados o en farmacias pequeñas?
Parto de la base de que lo primero que deberíamos hacer es un trabajo de gestión para revisar nuestra labor, lo que hacemos bien o cosas que deberíamos dejar de hacer. A partir de aquí, marcaremos las necesidades. En todos los trabajos, si no haces un análisis previo de la situación, siempre hace falta más gente.
En general, los profesionales critican la falta de planificación y tampoco se ha llegado a hacer nunca ese solicitado registro de profesionales.
En nuestro caso sí sabemos cuántos somos, porque todos los farmacéuticos tienen que estar colegiados, por lo que tenemos un registro. La Administración debe cumplir con el deber de solicitar a los profesionales que estén colegiados.
Además, es una profesión joven.
Tenemos una media de 43 años; nuestra profesión es muy joven y también muy femenina, sin cuota.
Las mujeres son mayoría en las facultades de Farmacia, pero minoría en determinados puestos de responsabilidad, ¿a qué puede deberse? ¿Cree que las nuevas generaciones igualarán este porcentaje, por ejemplo, en las presidencias de los colegios de Farmacia, en sindicatos, cátedras, etc.?
En nuestro caso es al revés, y son los hombres los que tendrían que igualar esas cuotas. De las 892 personas que suman las 52 juntas de gobierno de los colegios provinciales, 501 (56,17 por ciento) son mujeres. Por tanto, son mayoría en los órganos de gobierno de los colegios farmacéuticos de toda España. Por ejemplo, mi comité directivo está formado por siete personas, de las que cuatro son mujeres. Nosotros no tenemos estos problemas que sí aparecen en otros entornos. No hacemos ningún tipo de diferenciación entre hombres y mujeres, sino que todos somos considerados como personas. Debemos tener en cuenta que siete de cada diez profesionales de la Farmacia colegiados son mujeres (71,9 por ciento). Sí es verdad que entre este porcentaje y el 56,17 por ciento de mujeres representantes de juntas de gobierno hay una pequeña diferencia, pero la misma que puede haber al revés. Somos la tercera profesión sanitaria con mayor representación de la mujer, y, desde luego, también en los órganos de gobierno colegiales.
No hay tanta mayoría de mujeres, por ejemplo, en las presidencias colegiales.
Tenemos cerca de 20 mujeres ocupando la presidencia de los colegios provinciales. Y mi predecesora en la presidencia del consejo ha sido Carmen Peña.
¿En qué medida la crisis sanitaria agravada por la pandemia ha marcado la relación farmacéutico-paciente?
En nuestro caso, creo que la ha mejorado, porque hemos estado disponibles de manera permanente y constante. Desde las oficinas de Farmacia hemos intentado solucionar las necesidades del ciudadano en todo momento, por lo que pienso que esa relación se ha consolidado. Durante la pandemia hemos hecho el mismo trabajo de todos los días, tal vez con más intensidad, y también con más visibilidad.
¿Qué balance general hace?
Según una encuesta hecha a los usuarios de las oficinas de Farmacia por GAD 3, su nivel de satisfacción es muy alto durante los últimos años, e, incluso, reclaman que las farmacias realicen más servicios asistenciales. Además, nueve de cada diez encuestados piden una mayor integración en la Atención Primaria. Otro dato significativo es que el 75 por ciento considera que la Farmacia comunitaria ha sido un agente sanitario clave en la detección de la COVID-19 y que ha ayudado a descongestionar la Primaria. En definitiva, los farmacéuticos estamos muy satisfechos del trabajo que hemos desempeñado y nos sentimos muy orgullosos de la forma en que los ciudadanos han valorado nuestra labor.
¿Se han registrado más agresiones a profesionales, como sí han denunciado otros profesionales sanitarios de Enfermería y Medicina?
Estamos poniendo en funcionamiento el Observatorio Nacional de Agresiones a Profesionales Farmacéuticos. Se trata de una iniciativa que se enmarca dentro del Observatorio de la Profesión Farmacéutica. Su objetivo es analizar, concienciar, dar visibilidad y contribuir a frenar las agresiones a los profesionales farmacéuticos.
¿Ya hay datos disponibles?
Todavía está en fases muy iniciales, pero los primeros casos notificados indican que el 88 por ciento se corresponden a agresiones verbales, como amenazas, vejaciones, injurias o coacciones. El 6 por ciento del total son agresiones físicas.
¿Cómo valora, hasta el momento, su experiencia personal como presidente del CGCOF?
La verdad es que estoy satisfecho con esta experiencia personal que ha superado todas las expectativas. En primer lugar, nunca pensé que pudiera llegar a ser presidente del Consejo General. Durante muchos años he trabajado en una fábrica de la industria farmacéutica. Estoy satisfecho con la labor realizada junto con mi equipo directivo, que no solo es muy competente, sino que también está muy comprometido con el avance de la profesión y con el servicio al ciudadano. En segundo lugar, nunca me hubiera podido imaginar que me iba a encontrar la peor emergencia sanitaria del último siglo. En este sentido, he tenido realmente el honor de liderar una profesión sanitaria que lo ha dado todo y que ha ofrecido lo mejor de sí misma, muy por encima de lo que profesionalmente se le puede exigir a una persona. Siento orgullo por la labor que desarrollan los 78.000 farmacéuticos colegiados.
¿Cuáles son los principales proyectos que quiere impulsar hasta que termine su mandato?
Antes de la pandemia, en 2019, pusimos en funcionamiento una estrategia corporativa que supone un cambio cultural y profesional, con el título ‘Somos farmacéuticos: asistenciales, sociales y digitales’. Son tres palabras que ahora nos permiten decir que somos un poco visionarios, porque desde que empezamos esta evolución de la profesión el tiempo nos ha confirmado que hemos acertado al apostar por estos atributos. Cada uno de ellos está acompañado de una agenda y unas estrategias con las que queremos dotar a los farmacéuticos de contenido y de funciones en cada uno de estos ámbitos.
Las farmacias comunitarias desempeñan una gran labor de Salud Pública, con campañas organizadas, pero también con intervenciones individuales. Así se ha demostrado durante la pandemia. ¿Cree que de alguna forma se podría conseguir un retorno para la farmacia o para el profesional? Por ejemplo, con exenciones fiscales, ayudas, subvenciones, etc.
Sin ningún tipo de duda. Un ejemplo muy sencillo es el de las pruebas de cribado de VIH o de cáncer. En las comunidades donde se cuenta con la farmacia comunitaria se registra una adherencia mucho más elevada que en otras autonomías donde sólo se hace en el centro de salud. Se trata de un procedimiento muy sencillo, en coordinación con el servicio autonómico de salud. La oficina de farmacia puede ayudar en muchísimos otros temas, además de los cribados. Las farmacias pueden ser verdaderos sensores sanitarios en farmacovigilancia o en la detección temprana de las posibles reacciones adversas de los medicamentos. Las farmacias también pueden desempeñar un gran papel en las actividades, campañas y programas de Salud Pública. En concreto, la figura del farmacéutico como agente de salud pública es fundamental y su labor está regulada en la propia ley del medicamento.
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