La disfagia es un síntoma habitual en el paciente anciano, por lo que los expertos deben tener en cuenta esta dificultad para ingerir alimentos a la hora de recomendar una dieta e, incluso, para prescribir un tratamiento oral, especialmente en pastillas. La disfagia puede llegar a conducir a pérdida de peso, deshidratación, malnutrición o infecciones, entre otras consecuencias.
La dificultad para tragar afecta a cerca del 40% de las personas mayores de 65 años, y a más del 60% de los pacientes institucionalizados, según datos aportados por la Sociedad Castellanomanchega de Médicos Generales y de Familia.
Investigación para mejorar la deglución
Precisamente la deglución en el paciente mayor es el objetivo de una investigación impulsada por el Centro de Investigación Biomédica en Red en el Área temática de Enfermedades Hepáticas (CIBEREHD). El proyecto ‘Alimentos de textura mejorada para una deglución segura (SafeToSwallow)’, que tendrá una duración de tres años, está coordinado por Pere Clavé, de la Fundación Salud del Consorci Sanitari del Maresme, perteneciente al Hospital de Mataró de Barcelona.
La investigación consiste en el estudio de los factores que influyen en el proceso de masticación y deglución. El objetivo es optimizarlos y adaptarlos al proceso de industrialización para garantizar una deglución segura en pacientes con disfagia orofaríngea ingresados en hospitales. La investigación consiste en la realización de estudios básicos de laboratorio y estudios clínicos con pacientes ancianos hospitalizados.
La disfagia y los problemas para masticar
El adulto mayor suele ser un paciente pluripatológico, y, por tanto, está polimedicado. Las necesidades de vitaminas y minerales en esta población pueden variar por problemas de salud o por la toma de determinados fármacos, que pueden alterar la absorción, el apetito o cambiar el gusto, entre otros.
Los médicos recomiendan a los adultos mayores que hagan una dieta sana y equilibrada. Debe basarse en las costumbres mediterráneas, con la posibilidad de tomar complementos en vitaminas liposolubles (A, D, E y K). En general, el organismo obtiene de los alimentos las vitaminas y minerales necesarios. En determinadas ocasiones, como situaciones de alteración o deficiencia nutricional, se puede considerar necesario complementar la dieta con vitaminas o minerales. Se recomienda la evaluación y la recomendación por parte del profesional sanitario.
Necesidades energéticas del paciente mayor
Según los expertos en Endocrinología y Nutrición, las necesidades energéticas del paciente mayor son:
- Menos calorías: unas 2.300 kcal. para varones de 70 kg. de peso a partir de los 60 años, y unas 1.900 kcal. para mujeres de 55 kg. de peso y la misma edad. La reducción de la ingesta calórica debe centrarse en los alimentos con grasas y azúcares. Por el contrario, debe mantenerse la toma de alimentos con vitaminas, proteínas y minerales.
- Más hidratación: la ingesta de agua debe aumentar con la edad para mejorar el funcionamiento digestivo y renal.
- Proteínas: se recomienda el consumo proteico adecuado, con un 60% de origen animal, y un 40% aportado por proteínas de origen vegetal, incluidas las legumbres y los cereales.
- Lípidos: debe evitarse un exceso de alimentos grasos.
- Hidratos de carbono: se recomienda la forma de almidón o glucógeno, en lugar de monosacáridos o disacáridos.
- Minerales: debe controlarse la ingesta de productos con hierro y calcio, especialmente si la persona tiene problemas de osteoporosis.
- Vitaminas: el paciente mayor suele presentar déficit de la ingesta de vitaminas.
Se recomienda seguir una dieta equilibrada y, si se considera necesario, acompañarla de complementos alimenticios adecuados.
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