Si una realidad no tiene nombre es como si no existiera y no se puede conocer. Con esta premisa y coincidiendo con el Día Internacional de la Palabra, 23 de noviembre, el proyecto LIBERA, creado por SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, quiere poner en valor la palabra ‘basuraleza’ y la necesidad de que se reconozca por la RAE.
Significado de basuraleza
Tras consultar con expertos e investigadores especializados en biodiversidad, LIBERA creó en marzo de 2018 la palabra ‘basuraleza’ (basura y naturaleza) como una alternativa al término littering (depositar basura en un espacio público). Su objetivo es que el problema del abandono de residuos en espacios naturales sea entendible por parte de la ciudadanía.
Desde que se creó el término, ha tenido más de 1.300 menciones espontáneas por parte de terceros, ha traspasado fronteras y ha sido usado por grandes nombres del mundo de las letras e incluido por editoriales.
Campaña basuraleza
Bajo el lema “Recojamos Basuraleza en el diccionario para sacarla de la naturaleza”, LIBERA ha creado una campaña de concienciación y conseguir que se incluya en el diccionario. Ha creado un sillón virtual de la RAE para que, sin moverse de casa, los usuarios participen en la petición de incluir la palabra en el diccionario a través de Twitter.
Microplásticos en humanos
Una persona podría estar ingiriendo semanalmente cinco gramos de plástico, el equivalente a una tarjeta de crédito, según la organización WWF. Datos como estos preocupan a la comunidad científica.
Los microplásticos se han encontrado en diversos alimentos como la cerveza, la miel y la sal de mesa, pero son los mariscos la fuente conocida a la que se expone el consumidor, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
El 40% de los residuos marinos son restos de cuerdas, redes y desechos de la actividad pesquera. Un 20% está compuesto por fragmentos de plástico, otro 17% son envoltorios y objetos; y un 11% microplástico.
La situación de los microplásticos es preocupante en el entorno marino, pero en la tierra sigue inexplorado. Diferentes análisis sugieren que las acumulaciones de microplásticos en entornos terrestres podría ser entre 4 y 23 veces mayor que en los océanos. Los suelos agrícolas podrían acumular un mayor número de estas partículas que los fondos marinos.
Contra la basuraleza
La primera fuente de basura mundial no son los envases de alimentos, ni las botellas, ni las bolsas de plástico, sino las colillas. Además de los graves efectos que el tabaco tiene para la salud, su desecho supone consecuencias medioambientales nefastas.
Diversos estudios muestran que su efecto contaminante puede durar entre 7 y 12 años y algunos autores indican que hasta 25 años.
Algunas aves buscan materiales y utilizan otros para hacer sus nidos, poniéndose en contacto con sustancias tóxicas. Cuando estas entran contacto con el suelo, lombrices y otros animales se envenenan por cadmio. Al desaparecer la estructura se ve afectada, haciendo impermeable e infértil el suelo.
Si llegan a cursos fluviales, viajan hasta el océano. Especies marinas se envenenan por el cadmio o por acumulación de sustancias tóxicas. Esto afecta a nuestra salud, ya que se acumulan en las especies marinas de las que nos alimentamos.
Otra sustancia derivada de las colillas es el arsénico, un metal pesado bioacumulable fácilmente absorbido por las plantas. Es perjudicial para la fauna y la salud pública.
Por último, una colilla mal apagada abandonada en el campo o lanzada desde un vehículo puede provocar un incendio y un grave impacto ecológico y ambiental.
Guantes y mascarillas
Hemos introducido de forma apresurada elementos que pueden salvarnos la vida, como las mascarillas. Sin embargo, no podemos proteger nuestra salud poniendo en riesgo la del planeta, ya que con demasiada frecuencia estos nuevos residuos acaban abandonados en espacios naturales.
Casi de un día para otro, guantes y mascarillas se han convertido en un complemento esencial para la humanidad, pero también en un riesgo para el planeta si no acaban donde deben. Lo mismo sucede con bastoncillos para los oídos, toallitas húmedas, preservativos, hilos dentales, lentillas, compresas, tampones… que terminan diariamente abandonados en la naturaleza o en el inodoro. Las medicinas, arena para gatos o las heces humanas son otros residuos que pueden afectar a nuestra salud y medio ambiente si no se depositan en el lugar adecuado.
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