La dieta es fundamental para corregir la dislipemia. Hay evidencia que demuestra el papel de la dieta como modulador de la aterogénesis directamente o a través de su influencia en distintos factores de riesgo cardiovascular.
Las guías internacionales recomiendan de forma consistente dietas bajas en grasas saturadas y un aumento del consumo de fibra.
Varios estudios epidemiológicos han observado un efecto protector de la actividad física, mientras que la inactividad física se ha visto asociada a una variedad de enfermedades. De ahí, el papel protector de actividad física frente a la aparición de la enfermedad cardiovascular.
Alcohol y obesidad
En cuanto al consumo moderado de alcohol, hay datos que muestran un efecto beneficioso sobre la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, están basados en estudios observacionales, lo cual genera cierta controversia.
La obesidad sí que es factor de riesgo de enfermedad coronaria. Por eso, es preciso el manejo adecuado para producir beneficios en la prevención de la enfermedad cardiovascular.
La guía NICE recomienda una dieta baja en grasas totales y grasas saturadas, consumo diario de frutas y verduras, la reducción del peso, la realización de ejercicio físico y consumo bajo de alcohol.
En la GPC de Osakidetza se recomienda la dieta mediterránea, no superar el consumo de una o dos unidades diarias de alcohol (en mujeres y hombres, respectivamente) y la realización de ejercicio aeróbico.
Dieta mediterránea
Hay que recordar que en la última guía de la ESC se propone la dieta mediterránea, dieta saludable con bajo contenido en grasas saturadas y rica en productos integrales, verduras, fruta y pescado, actividad física moderadamente intensa 3,5-7 horas a la semana o 30-60 min la mayoría de los días, la ingesta de una unidad diaria de alcohol en hombres y mujeres, excepto en pacientes que tengan hipertrigliceridemia y no exponerse al tabaco en ninguna de sus formas.
Programas de adherencia
La adherencia a los cambios en el estilo de vida es un reto importante. La utilización de programas de prevención y formación del paciente a través de equipos multidisciplinares que permitan un seguimiento más intenso parecen ser una herramienta eficaz para conseguir este objetivo, sin olvidarnos de hacer un enfoque integral del paciente y de la familia.
En prevención primaria, la promoción de estilos de vida saludable a través de la dieta y la actividad física, así como el abandono del tabaco, deben permanecer como actividades primordiales en estos pacientes. Debe incluir cambios saludables en el estilo de vida, dejar de fumar, mantener un peso adecuado, dieta, ejercicio y medidas generales, que permitirán un mejor control de la dislipidemia. La terapia farmacológica se indicará además de las anteriores indicaciones cuando la situación lo requiera.
Objetivos marcados
El primer objetivo del tratamiento es alcanzar las metas de colesterol LDL fijadas, según el riesgo CV individual del paciente. La terapia farmacológica está indicada en individuos con enfermedad ateromatosa en cualquier territorio vascular o en presencia de múltiples factores de riesgo.
También si tiene riesgo cardiovascular alto o muy alto, en presencia de diabetes, o si no se logra cumplir las metas recomendadas de colesterol LDL con cambios en el estilo de vida. Los hipolipemiantes no deben indicarse como sustituto de los cambios de estilo de vida saludables, sino como complemento a ellos.
Estratificación del riesgo
Se recomienda en individuos con riesgo cardiovascular moderado, iniciar fármacos con LDL 160 mg/dl; con riesgo cardiovascular alto, empezar con fármacos con LDL 130 mg/dl y opcional con LDL >100 mg/dl según el criterio médico. Si el riesgo es muy empezar con estatina con LDL > 100 mg/dl y opcional, con LDL> 70 mg/dl según criterio médico.
En hipertrigliceridemias, se recomienda comenzar con una dieta estricta y un aumento de actividad física con niveles menores de 200 mg/dl. El uso de fármacos es opcional cuando los valores sean entre 200 – 499 mg/dl.
Los TG son altamente respondedores a la dieta, por tanto la alimentación es fundamental en su manejo. Se deberá agregar fibratos o ácido nicotínico cuando los niveles lleguen a 500 mg/dl.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Ángel Faure Grima, Blanca Lagarón Cabello, Mª Jesús Esparza Urisarri, Edurne Madoz Zubillaga, Yolanda Lasheras Fernández y Rosa Sanz Sainz, de Pamplona.
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