A la hora de tratar las dislipemias desde los Servicios de Cardiología, se intenta llegar a unos objetivos que sean ambiciosos al nivel del control de la cLDL, ya que está demostrado que cuanto menor sean los niveles de cLDL, menor será la probabilidad de eventos vasculares mayores. Los niveles que se deben alcanzar en pacientes con riesgo muy alto son <70 mg/dl e incluso se intenta conseguir niveles incluso más bajos. En pacientes con riesgo alto, <100 mg/dl, y los que tienen riesgo bajo moderado, >115 mg/dl. Este último grupo es el más común en Primaria, sin embargo, los de alto y muy alto riesgo son más comunes en Medicina Interna. En todos los casos, hay que ser exigentes en los valores de cLDL, incluso en los pacientes de riesgo bajo.
El seguimiento que se debe hacer de estos pacientes cuando se detecta en una analítica un perfil lipídico alterado se centran en repetir la analítica a las dos semanas y si se confirma el resultado de la primera analítica con una dislipemia detectada, que puede ser niveles altos de cLDL, se iniciará el tratamiento farmacológico que se ajuste a los niveles que se quieran alcanzar de cLDL, TG y HDL, donde el objetivo primario es bajar el cLDL, que es el que tiene demostrado una mayor morbimortalidad.
Pautas claves
Para eso, hay que incidir en los cambios y las modificaciones en el estilo de vida, ya es el pilar fundamental de prevención de enfermedades cardiovasculares. Estos hábitos alimenticios y de ejercicio físico tienen que empezar desde la infancia para evitar los problemas que luego ocurren en edad adulta y que son de difícil corrección.
En pacientes de alto riesgo hay que iniciar el tratamiento farmacológico de inmediato. Es necesario extremar al máximo todas las medidas que permitan reducir los factores que propicien la aparición de eventos cardiovasculares. El tratamiento farmacológico es fundamental.
Una vez alcanzados los objetivos de CDL en los pacientes de muy alto riesgo es fundamental un buen seguimiento y control por parte del facultativo.
Estatinas
El tratamiento habitual son las estatinas, ya que, normalmente, son muy bien toleradas, con eventos adversos poco frecuentes y reversibles.
Las estatinas utilizadas a mayor dosis que puedan ser toleradas por el paciente son la opción más empleada. También se puede recurrir a dosis bajas de estatinas en asociación con ezetimiba. Excepcionalmente, y si no se logra el objetivo con esta combinación, se podría utilizar un inhibidor PCSK9.
De todas formas, a medida que se van aumentando las dosis de estatinas se eleva la probabilidad de efectos no deseables, por lo que se deben plantear cambios en el tratamiento farmacológico.
Con el uso de estatinas puede producirse un incremento en las transaminasas hepáticas, por lo que antes de iniciar el tratamiento hipolipemiante se debe monitorizar las enzimas hepáticas y musculares (CK). No es necesario monitorizar sistemáticamente la CK, solo si el paciente sufre mialgias.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología Pedro Cabeza Lainez y Rafael María Fernández Rivero, del Hospital Puerta del Mar, y Enrique Díaz Retamiro y Antonio Martín Santana, del Hospital de Jerez, y el médico de Familia Elias Rodríguez Rodríguez, del Centro de Salud Jerez-Centro; los cardiólogos Héctor Osvaldo Pereyra Rico, Francisco Ruiz Navas y Francisca Francisco Aparicio, del Hospital Punta Europa, en Algeciras; los médicos de Familia Juan Carlos Mata Padilla y Juan Carlos Díaz Fernández-Montes, y David Navarro Moreno, del Hospital de Ceuta.
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