La dificultad respiratoria nasal es el principal síntoma de la rinitis, que puede estar causada por múltiples motivos, tanto estructurales como funcionales. Su diagnóstico es eminentemente clínico, mientras que el tratamiento es sintomático. Las causas estructurales se deben a una alteración de la arquitectura normal de la nariz en su parte interna debido, entre otros factores, a defectos congénitos o a alteraciones producidas durante el crecimiento, como la desviación del tabique nasal. En cuanto a las causas funcionales, pueden deberse a una inflamación de la capa que cubre la nariz por dentro o bien a un mal funcionamiento de la regulación tanto de los nervios como de las venas y arterias que hacen su función dentro de la cavidad nasal. Aparte de las inflamaciones, esta forma de rinitis puede deberse a alergias, infecciones, sustancias químicas, fármacos, alimentos o alteraciones circulatorias.
Según la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la alergia es una de las causas más frecuentes de la rinitis, pero no la única. Los síntomas pueden ser la obstrucción con dificultad para respirar por la nariz, la hidrorrinorrea, el picor y, en ocasiones, las alteraciones del olfato. Además, los estornudos se producen a modo de ‘salvas’, es decir, que se pueden encadenar más de diez seguidos.
Algunos pacientes tienen síntomas perennes que se manifiestan durante todo el año, y suelen estar relacionados con los ácaros, los hongos, los alérgenos profesionales y el epitelio de los animales. La rinitis estacional se produce cuando aparecen los pólenes y otros alérgenos de la naturaleza. El diagnóstico se realiza con pruebas de provocación y también con los test cutáneos.
La duración de la rinitis puede variar entre unos días, cuando se trata de una presentación aguda generalmente por una infección, y la cronicidad. La rinitis producida por virus suele ser el resfriado común, y su tratamiento es sintomático. Cuando la causa es bacteriana, generalmente como complicación de la anterior, se transforma en una rinosinusitis aguda. El tratamiento recomendado suele ser antibiótico.
Entre las rinitis crónicas, la vasomotora es la más habitual, producida por una alteración en la circulación de la sangre dentro de las fosas nasales en relación con cambios bruscos de temperatura y las rinitis idiopáticas. Otras rinitis menos frecuentes están relacionadas con la ingesta de determinados alimentos, fármacos, contacto con irritantes, estrés emocional y asma, entre otros.
Rinitis y asma
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) calcula que el 80 por ciento de los pacientes con asma tiene rinitis, mientras que la prevalencia del asma en personas con rinitis es de un 15 por ciento en casos de rinitis estacional, y de hasta el 40 por ciento en pacientes con rinitis grave persistente. Esta sociedad científica resalta que la rinitis alérgica es un factor de riesgo para sufrir asma. En Pediatría, los niños con rinitis tienen hasta un 50 por ciento más de posibilidades de desarrollar asma.
El tratamiento de la rinitis se decide en función de la causa de la rinitis. Si es producida por la desviación del tabique o por determinados pólipos, se requiere cirugía. También es necesario pasar por el quirófano si la inflamación provoca aumento del tamaño de los cornetes. Otros tipos de rinitis pueden ser tratados con fármacos como antihistamínicos y antiinflamatorios. En el caso de que el paciente con rinitis alérgica también tenga asma, es necesario consensuar el tratamiento para controlar los síntomas de ambas patologías.
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