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lunes, 29 de septiembre de 2025

Bed blocking: ¿Se pueden resolver ineficiencias del flujo hospital-comunidad?

El bed blocking describe la ocupación de una cama hospitalaria por pacientes que, desde el punto de vista clínico, no necesitan cuidados hospitalarios. Es decir, están en situación de alta, pero no pueden abandonar el hospital por causas no puramente clínicas, como puede ser por incapacidad para recibir cuidados en domicilio o la falta de apoyo social suficiente. Así lo explica a EL MÉDICO INTERACTIVO Patricia Alonso, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA).

David Cantarero, catedrático de la Universidad de Cantabria y del IDIVAL Valdecilla, lo define conceptualmente como pacientes clínicamente aptos para el alta que siguen ocupando camas de agudos por falta de recursos o circuitos de continuidad: sociales o sanitarios. “En países como el Reino Unido se denomina a eso delayed transfer of care y aquí como alta diferida por motivos no médicos, la cuestión es delimitarlo y cuantificarlo”, comenta a nuestro medio.

Normalmente, tiene mayor impacto en pacientes mayores y frágiles, pero lo cierto es que el bed blocking está condicionado por múltiples factores, como son las características clínicas, funcionales, mentales y sociales del paciente, los recursos del sistema sanitario, la dispersión geográfica… lo que hace que las estrategias de su abordaje sean muy heterogéneas.

Cuidados de transición

El bed blocking visibiliza ineficiencias del flujo hospital-comunidad y pone de manifiesto la necesidad de inversión en cuidados de transición, como señala David Cantarero. Todo ello facilita la medición de este fenómeno y el benchmarking, es decir, el acercarse a lo mejor, si se definen criterios de paciente apto para alta.  Es “útil para gestión de camas, urgencias y estancias evitables con la optimización en la gestión de recursos que supone en términos de coste-efectividad”.

El catedrático piensa que se trata de un término que para muchos genera bastantes estigmas y es heterogéneo. Además, las propias definiciones no son uniformes entre sistemas sanitarios y hospitales. También puede dar lugar a un riesgo de incentivos perversos y  a un riesgo moral si se presiona para altas sin soporte adecuado detrás de estos procesos. Es más, recuerda que en España no disponemos de una serie oficial nacional como la del NHS británico y el problema es que la evidencia es fragmentaria y muy localista.

Desventajas

Desde el punto de vista de la gestión, la representante de SEDISA apunta que el bed blocking presenta importantes desventajas a todos los niveles. Desde el punto de vista del paciente, aumenta el riesgo de complicaciones hospitalarias, como son las infecciones nosocomiales; el deterioro funcional; síndrome confusional; caídas…. Además, genera un aumento de la ansiedad del paciente y de la familia que perciben una situación de espera sin avance.

Para el profesional sanitario, aumenta la carga emocional y laboral, vinculadas a la gestión de problemas que escapan a su capacidad de actuación; y para el centro hospitalario, impacta en la eficiencia de los flujos asistenciales, dado que reduce la disponibilidad de camas para pacientes agudos, provocando demoras de ingreso desde urgencias, y para procesos programados, incrementando las listas de espera quirúrgicas o de procedimientos con ingreso.

Todo esto, se traduce en un sobrecoste importante para el sistema, al ocupar recursos de alta complejidad para necesidades que podrían cubrirse en entornos de menor coste y mayor adecuación. Además pone de manifiesto la fragmentación artificial entre Sanidad y servicios sociales, generando inequidades territoriales y dificultades en la planificación de largo plazo.

Ventajas colaterales

Tal y como detalla Patricia Alonso, el bed blocking es, en esencia, un problema, pero tiene ciertos aspectos que, bien gestionados, pueden considerarse fortalezas o, más bien, ventajas colaterales.  Para el paciente, el alta no se produce hasta que existen unos requisitos mínimos desde el punto de vista clínico y social, minimizando riesgos al alta.

Para los profesionales, mejora la observación de la evolución clínica en pacientes frágiles, facilitando una mayor coordinación con el equipo de apoyo social, la familia y el equipo de atención primaria antes de la transición al domicilio o residencia. Para la gestión sanitaria, impulsa la creación de protocolos de alta precoz, equipos de hospitalización domiciliaria y equipos de soporte domiciliario (para pacientes con necesidad de cuidados paliativos), así como los circuitos de enlace con residencias, unidades de media estancia y atención primaria.

Articulación en España

Hay que recordar que, en España, el bed blocking no se articula a través de un plan único de ámbito estatal, sino que cada comunidad autónoma ha desarrollado sus propias estrategias en el marco de la atención a la cronicidad y la coordinación sociosanitaria, donde las piezas más habituales son la planificación del alta desde el ingreso y la activación temprana de trabajo social para evitar estancias innecesarias.

No obstante, David Cantarero comenta que hasta el momento no se dispone de un claro indicador estatal consolidado. “En todo caso, la literatura en nuestro país cuantifica el fenómeno en servicios concretos como, por ejemplo,  el 3,5% de altas demoradas; siendo mucho mayor ese impacto en perfiles de mayor edad y dependencia y comorbilidades.

Estudios recientes en Cantabria, publicados junto a Amada Pellico y Maria Paz Zulueta de IDIVAL Valdecilla, muestran que el coste de la estancia prolongada supone el 12,44 % del coste del total de la estancia de los casos, pero dado que la duración de la estancia es la variable principal que explica el coste, si se tiene en cuenta el posible efecto de un alta retardada encubierta, el coste de la estancia prolongada llega a suponer el 31,15 %. Se han visto resultados similares en otros estudios publicados sobre alta retardada.

Implantación

En las distintas comunidades autónomas están implantado planes de este tipo. Así, en el País Vasco se incluye dentro de la Estrategia de Atención Sociosanitaria 2021–2024 y planes operativos territoriales; en Cataluña hay un despliegue de atención intermedia y planificación geriátrico-paliativa, y una red sociosanitaria. Por su parte, en Galicia cuentan con el Plan Gallego de Hospitalización a Domicilio (HADO) 2019–2023 y continuidad en atención domiciliaria y con unidades de coordinación con residencias, mientras que en la Comunidad Valenciana se canaliza a través del Servicio de Coordinación e Integración Sociosanitaria.

La Comunidad de Madrid también lo ha impulsado a través del Plan de Atención Integral a la Fragilidad y Promoción de la Longevidad Saludable 2022-2025, con líneas de coordinación sociosanitaria, detección de fragilidad y atención integral.

Hay que recordar que mientras algunas comunidades han avanzado en modelos consolidados de integración sanitaria y social, otras se encuentran aún en fases de despliegue. “Esta heterogeneidad supone un reto, pero también una oportunidad para compartir buenas prácticas y avanzar hacia un modelo más equitativo y eficiente en todo el Sistema Nacional de Salud”, asegura Patricia Alonso.

Experiencias europeas

El problema es reconocido y monitorizado en la mayoría de los sistemas sanitarios europeos, aunque se denomine con términos distintos. Su origen es común y las soluciones giran en torno a aumentar la capacidad de cuidados de media y larga estancia y reforzar las vías de alta y la atención domiciliaria/integrada. “La Comisión Europea adoptó en 2022 la “European Care Strategy” para mejorar la calidad y accesibilidad a los cuidados. Esta reconoce expresamente la necesidad de reforzar los cuidados de larga duración, mejorar la coordinación intersectorial y garantizar la accesibilidad a cuidados domiciliarios y residenciales como parte de la sostenibilidad de los sistemas de salud”, detalla la gestora, quien añade que en Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud (NHS) monitoriza de forma rutinaria el bed blocking y publica informes mensuales, vinculando incluso objetivos financieros a la reducción de estancias evitables. Han desarrollado programas como discharge-to-assess, que permiten dar el alta antes y valorar al paciente en su entorno”.

Otras experiencias europeas se centran en los Países Nórdicos, que cuentan con modelos avanzados de integración sanitaria y social, con responsabilidad municipal en los cuidados de larga duración. En Suecia, por ejemplo, se introdujo un sistema de compensación financiera por cada día de demora, lo que incentivó la creación de plazas para atención sociosanitaria.

Francia ha impulsado la red de Soins de suite et de réadaptation, unidades de media estancia que funcionan como espacio asistencial intermedio entre el hospital y domicilio.

Y Portugal está trabajando en la puesta en marcha de la Rede Nacional de Cuidados Continuados Integrados, que ofrece convalecencia, rehabilitación y cuidados paliativos en dispositivos intermedios, reduciendo las estancias en los hospitales de agudos.

Iniciativas conjuntas

España participa en varias iniciativas europeas y transfronterizas que buscan dar respuesta a los retos compartidos en el ámbito del bed blocking. Junto con la Unión Europea participamos en JADECARE (Joint Action on implementation of digitally enabled integrated person-centred care), en la que están presentes varias comunidades autónomas. La iniciativa está orientada a escalar modelos de atención integrada digital, con impacto directo en la planificación del alta y la continuidad de cuidados. También nuestro país participa en proyectos europeos de cooperación en salud digital y coordinación sociosanitaria que comparten indicadores de calidad y buenas prácticas.

En cuanto a la cooperación transfronteriza, Patricia Alonso se refiere a los Programas Interreg-POCTEFA, que han desarrollado proyectos como APTITUDE (envejecimiento activo y prevención de la dependencia), OPTIMAGE (atención a personas mayores en el entorno rural pirenaico) o PROXI (servicios de proximidad para mayores).

El Hospital Transfronterizo de la Cerdanya es un ejemplo singular de gobernanza sanitaria compartida entre España y Francia, que ha servido de modelo para explorar soluciones conjuntas en la atención de pacientes crónicos y mayores.

España y Portugal también han compartido experiencias de la Red de Cuidados Continuados portuguesa, especialmente en Galicia y la región norte de Portugal, donde la movilidad de pacientes mayores hace necesario un marco de cooperación.

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