La mayoría de los casos de sumisión química que se atienden en Urgencias se presentan como un estado de vulnerabilidad química, es decir, alguien que después de consumir determinadas sustancias toma decisiones que igual no las hubiera tomado sin consumir dichas sustancias.
Después de eso, “aparece por la mañana en un lugar que no reconoce y le han robado o ha tenido unas relaciones sexuales que intencionalmente, a priori, no quería tener”, ha explicado Miguel Galicia Paredes, médico de Urgencias del Hospital Clínic de Barcelona, quien ha añadido que “tenemos dificultad para disponer de unos tratamientos homogéneos para las sustancias que se emplean para la sumisión química, ya que no todas son detectables o hay algunas que tienen una vida media muy corta”.
En este contexto, otro problema con el que se encuentran los urgenciólogos es que cuando atienden a la víctima, el tiempo que ha pasado entre la agresión y que la víctima solicita asistencia es demasiado largo y, normalmente, las sustancias clásicas son difíciles de detectar. “Es verdad que no las podemos detectar en todos los servicios de Urgencias en cualquier momento del día y de la noche, pero sí que se pueden determinar en bastantes laboratorios toxicológicos avanzados”.
Riesgos psicológicos
Es importante tener muy en cuenta los riesgos psicológicos que estas personas tienen a largo plazo, “ya que presentan una especie de estrés postraumático, porque muchas veces se despiertan con una amnesia absoluta de lo que ha pasado, les faltan horas de una noche y tienen la sensación de que han sufrido algo desagradable, pero no lo pueden focalizar”.
Además de la seguridad sexual, en la sumisión química hay que tener en cuenta los riesgos biológicos, porque puede haber sido víctima de un contagio de una hepatitis.
En todo el proceso es importante, ha indicado el urgenciólogo, “organizar la asistencia y los procedimientos de acuerdo con la Policía, con el forense y con el juzgado de guardia, porque si no hacemos esto bien, al final cualquier tipo de muestra o de lo que encontremos en el paciente no tiene validez en la investigación policial”.
Miel loca
Miguel Galicia Paredes también ha hablado de la miel loca. Se llama así porque es un producto que tiene una gran concentración de unas toxinas. “Cuando uno consume esa miel, adquiere unos porcentajes elevados de estas toxinas que generan cuadros de vómitos, de diarrea y, fundamentalmente, mucho mareo y arritmias cardiacas. También puede aparecer un poco de confusión y de delirio, que en determinados ambientes es lo que se busca.
Por el momento, el especialista no ha visto ningún caso de intoxicación por miel loca, pero al estar en el mercado y venderse en la web, los profesionales sanitarios deben conocer sus efectos para dar la alarma si algún día se presenta alguien en Urgencias con un cuadro intestinal y con arritmias, se pueda sospechar el consumo de miel loca.
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