La eficacia de la vacunación frente a distintos virus varía entre las diferentes poblaciones. En este sentido, investigadores de la Universidad Estatal de Iowa consideraron que un ‘adyuvante’ conductual no convencional podría ser el ejercicio físico. Así que decidieron examinar el efecto de 90 minutos de ejercicio aeróbico en bicicleta ergométrica de intensidad ligera a moderada, o caminata/trote al aire libre, justo después de la inmunización. Los resultados preliminares muestran que aumenta los anticuerpos.
En concreto, los investigadores estudiaron la respuesta de anticuerpos séricos en tres vacunas diferentes: la de la gripe pandémica H1N1 de 2009, con 20 participantes inscritos; la de la influenza estacional trivalente, con 28 inscritos; y la del COVID-19, con 36 participantes. Los resultados se han publicado en la revista Brain, Behavior and Immunity.
90 minutos de ejercicio
Los participantes de este estudio realizaron ejercicio después de la vacunación contra la gripe o tras la primera dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech frente al COVID-19.
Los investigadores explican que también utilizaron un modelo de ratón de inmunización contra la influenza A para examinar el efecto del ejercicio sobre la respuesta de anticuerpos y el papel de un tipo de proteína, interterferón alfa (IFNα), como un mecanismo potencial al tratar ratones con anticuerpos anti-IFNα.
De los participantes, casi la mitad tenían un IMC en la categoría de sobrepeso u obesidad. Durante 90 minutos de ejercicio, se concentraron en seguir un ritmo que mantuviera su frecuencia cardíaca entre 120 y 140 latidos por minuto en lugar de la distancia.
«Los resultados muestran que 90 minutos de ejercicio aumentaron constantemente los anticuerpos séricos para cada vacuna cuatro semanas después de la inmunización», señalan los autores. También el IFNα puede contribuir parcialmente al beneficio relacionado con el ejercicio.
Sin efectos secundarios
Otro dato positivo del trabajo es que el ejercicio no aumentó los efectos secundarios después de la vacunación contra la COVID-19. «Estos hallazgos sugieren que los adultos que hacen ejercicio regularmente pueden aumentar la respuesta de anticuerpos a la vacuna contra la influenza o el COVID-19 al realizar una sola sesión de ejercicio de intensidad ligera a moderada después de la inmunización», aseguran los autores.
Marian Kohut, autora principal del trabajo, señala que puede haber varias razones que expliquen estos resultados. Hacer ejercicio aumenta el flujo sanguíneo y linfático, lo que ayuda a que las células inmunitarias circulen. A medida que estas células se mueven por el cuerpo, es más probable que detecten algo extraño.
Los datos del experimento con ratones también sugirieron que el IFNα producido durante el ejercicio ayuda a generar anticuerpos y células T específicas del virus. «Pero se necesita mucha más investigación para responder el por qué y el cómo. Hay tantos cambios que ocurren cuando hacemos ejercicio: metabólicos, bioquímicos, neuroendocrinos, circulatorios… Probablemente sea una combinación de factores los que contribuyen a la respuesta de anticuerpos que encontramos en nuestro estudio», concluye Kohut.
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