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jueves, 26 de noviembre de 2020

“La prevención primaria, entendida como hábitos de vida recomendados, debe iniciarse desde la infancia”

En prevención cardiovascular es importante actuar con equipos multidisciplinares en todos los ámbitos de interés para el paciente, individualizando su atención y haciéndole partícipe de los objetivos que alcance. De esta forma, el éxito o el fracaso serán puntos de apoyo para conseguir sus propias metas y no un cumplimiento a una indicación médica, indica el Dr. Vicente Arrarte, presidente de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología.

¿Cuál es la patología cardiovascular que con más frecuencia ven en las consultas de Cardiología?

En general, las patologías más prevalentes son la cardiopatía isquémica, la insuficiencia cardiaca y las arritmias.

¿Cuál es el perfil del paciente con esta patología?

Evidentemente, depende del entorno en el que se encuentre el hospital, pues abarca la población correspondiente y, por tanto, todos los niveles socioeconómicos. El rango de edad de media suele ser entre 60 y 80 años.

¿Qué pacientes se derivan desde Atención Primaria?

Todo tipo de pacientes, sobre todo los que presenta dolor torácico, palpitaciones, disnea… También puede haber derivaciones de los seguimientos de pacientes con antecedentes cardiológicos o para descartar causa cardiológica.

¿Son conscientes los pacientes del riesgo que suponen las patologías cardiometabólicas?

Algunos pacientes rápidamente se conciencian, pero hay pacientes que afrontan muy mal su enfermedad. También hay otro grupo bastante numeroso que siguen presentando gran cantidad de hábitos tóxicos, tabaquismo, mala alimentación, poco ejercicio… a pesar de las recomendaciones ofrecidas por los profesionales sanitarios.

Los cambios en el estilo de vida son clave en el manejo de la patología cardiometabólica, ¿qué grado de implementación existe entre la población?

Afortunadamente, la cultura de alimentación saludable y ejercicio es actualmente una tendencia mayor que hace años. Sin embargo, aún hay hábitos, como el alcohol y el tabaco, que preocupa en todos los rangos de edad. En la infancia se está convirtiendo en un problema la tendencia a la obesidad y el sedentarismo. Asimismo, gran parte de la población sigue presentando factores de riesgo catalogables como alto o muy alto riesgo, y es evidente que, tanto en prevención primaria como secundaria, sigue habiendo mucho trabajo que realizar tanto desde Medicina como con el apoyo de las instituciones y los medios en la correcta educación de la población.

¿Qué grado de adherencia hay a estos programas de prevención?

En prevención primaria es más difícil concienciar a la población. Tras un evento cardiovascular y, sobre todo en los primeros días tras el ingreso, es un momento óptimo para el cambio de hábitos. Muchas veces se consigue, pero también es cierto que es necesario continuar con refuerzo en los centros de salud para evitar que se recaiga en hábitos no saludables y en mayor riesgo de volver a presentar eventos.

¿Cómo se pueden mejorar estos programas para conseguir una mayor adherencia?

Indicando los programas en la situación de máxima adherencia, es decir, tras la aparición de un evento. Es importante actuar con equipos multidisciplinares en todos los ámbitos de interés para el paciente, individualizando la atención y haciendo al paciente partícipe de sus objetivos alcanzados para que el éxito o el fracaso lo viva como un aliciente para conseguir sus propias metas y no como un cumplimiento a una indicación médica.

¿Existe una mayor adherencia al abordaje farmacológico que a los cambios en el estilo de vida? ¿Por qué?

Los cambios del estilo de vida son difíciles de lograr porque forman parte del comportamiento y situación personal del paciente. Lograr cambiar lo que estamos acostumbrados y con lo que muchas veces nos sentimos cómodos no es fácil. Tampoco es cierto que la adherencia terapéutica sea fácil de conseguir. De hecho, muchos estudios hablan de fármacos como las estatinas que hasta un 50 por ciento de los pacientes dejan de tomar pasado un año del evento cardiovascular, a pesar de tener una indicación de mantener el tratamiento de por vida para reducir el riesgo cardiovascular en el futuro. Tenemos que mejorar estos datos y reduciremos los eventos cardiovasculares.

¿Qué se puede hacer para mejorar la adherencia?

Hacer partícipe al paciente de sus propias metas, aunque previamente debemos educarlo y formarlo para que conozca su enfermedad, sus factores de riesgo y se empodere para poder tomar sus propias decisiones en pos de conseguir sus objetivos.

¿Cómo repercute la mala adherencia a la consecución de objetivos terapéuticos?

Evidentemente cuando uno no toma una medicación o no realiza unos hábitos adecuados es esperable que no consiga los beneficios que demuestra la ciencia sobre la toma correcta de una medicación o de unos cambios de actitud, pudiendo, por tanto, tener nuevos episodios cardiovasculares.

¿En qué grupo poblacional hay que establecer la prevención primaria del riesgo cardiovascular?

Contamos con unas escalas de riesgo que abordan el mayor o menor riesgo de desarrollar enfermedades. La mayoría se centran en una población entre 40 y 60 años de forma primaria para cambiar a tiempo hábitos y factores de riesgo que pueden acabar produciendo eventos cardiovasculares a los pocos años. Por supuesto, la prevención primaria entendida como hábitos de vida recomendados debe iniciarse desde la propia niñez.

¿En qué consiste la prevención secundaria?

Básicamente es lo mismo que la prevención primaria, solo que nos encontramos con pacientes que, ya de entrada, son personas de muy alto riesgo vascular y, por tanto, debemos ser mucho más estrictos y plantear unos objetivos más exigentes en los factores de riesgo cardiovascular para evitar nuevos eventos cardiovascular.

¿Cómo es el grado de adherencia en prevención secundaria? ¿Durante cuánto tiempo se mantiene?

Es cierto que tras un evento cardiovascular existe una mayor posibilidad de conseguir los cambios de actitud de los pacientes, pues se encuentran preocupados y asustados por el riesgo vivido. Sin embargo, hay que aprovechar esas primeras semanas de máxima adherencia esperable, ya que superado el duelo inicial y el afrontamiento de la enfermedad inicial muchos pacientes tienen riesgo de perder los hábitos alcanzados y volver a actuaciones previas si no se lleva a cabo una estrategia preventiva adecuada y duradera.

¿Cómo es la coordinación con Atención Primaria para seguir con la prevención primaria y secundaria?

Es esencial, pero a veces no es fácil pues se trata de coordinar la atención de un centro hospitalario con un centro de salud que tienen formas de atención diferentes. La comunicación rápida y disponible entre los especialistas hospitalarios y los del centro de salud es la mejor forma de coordinar la atención centrada en el paciente, evitando que se sienta redirigido de una a otra consulta sin definir la prevención unificada que precisa.

¿Qué papel tiene enfermería en el seguimiento de estos pacientes?

La estructura de los centros se ha basado en la consulta médica, lo que ha hecho saturar la atención y descentrar el objetivo final que es dar atención al paciente. Enfermería es una disciplina ideal para mejorar la coordinación en la atención, fomentar consultas preventivas con apoyo médico cuando fuera necesario y convertirse en centro de la prevención de pacientes estables. Debe reforzarse el papel de enfermería en la atención, no subordinada al médico, sino trabajando en común desde cada disciplina, de forma coordinada, para el beneficio del paciente.

¿Están viendo secuelas cardiovasculares de la COVID-19? ¿Cómo se está manejando?

Aunque en la literatura está descrita la aparición de secuelas miocárdicas en algunos pacientes por la infección por la COVID-19, en la práctica clínica, con diferencia, es más frecuente la presencia de complicaciones cardiovasculares derivadas de los problemas generados por la atención en la pandemia. Muchos pacientes no acudieron cuando se encontraban mal por este motivo y no pudieron ser tratados de la manera más recomendada para un evento cardiovascular. Afortunadamente, los profesionales sanitarios se adaptan con rapidez y van corrigiendo estos defectos, si bien se encuentran muchas dificultades por la rígida estructura del sistema, las carencias de personal y la sobrecarga ya histórica de la atención que queda absolutamente desbordada en una situación como la que estamos viviendo. No tener controlada la pandemia es un problema que hace empeorar la recuperación de la atención adecuada.

¿Qué riesgo puede tener en estos pacientes a corto, medio y largo plazo?

Deseamos que las afectaciones encontradas sean atribuibles a lo comentado y quede en el recuerdo en unos meses todo lo vivido. No podemos negar que es posible ver en el futuro más complicaciones de pacientes que sufrieron eventos cardiovasculares complicados por la solicitud de asistencia tardía, las dificultades en la atención o por la propia infección. Sin embargo, quiero ser optimista y, aunque no podemos borrar los daños causados por la pandemia, quiero pensar que las repercusiones serán mínimas en un plazo medio.

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