Jefe de la Sección de Neurología en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el doctor Jesús Porta-Etessam lamenta que “lo que más nos está costando en la lucha contra la migraña es la concienciación social, hacer ver que es una enfermedad discapacitante”, y eso que “en España hay más migrañosos que rubios”. Resalta las mejoras que están introduciendo los nuevos tratamientos, aunque reclama que “para combatir la migraña necesitamos crear más unidades de cefaleas y más colaboración entre Primaria y Especializada”.
¿Cómo definiría la situación actual con respecto a la migraña?
Se ha avanzado muchísimo, y lo hemos hecho en cuatro aspectos. Uno de ellos es el conocimiento de la patología, ahora sabemos que hay muchos neuropéptidos que se liberan dependiendo de la fase de la migraña, así que tenemos un perfil de lo que es la migraña.
El segundo aspecto es el conocimiento de la discapacidad de los pacientes, antes sólo se analizaba el día y el dolor: hay pacientes que tienen un dolor poco intenso, pero a los que les limitan mucho las náuseas y los vómitos, o que tienen fotofobia… Ahora miramos al paciente como a una persona, su día a día, viendo por ejemplo si puede salir el fin de semana.
La tercera cuestión es el incremento del arsenal terapéutico, teníamos cuatro fármacos a finales del siglo XX y ahora tenemos más de 25, e incluso utilizamos los efectos secundarios a nuestro favor. De esta manera, podemos usar un tipo de medicamento si, por ejemplo, el paciente tiene insomnio. Esto nos permite un tratamiento personalizado que hoy día es la base contra la migraña.
El cuarto aspecto es el que más nos está costando en la lucha contra la migraña, que es la concienciación social, hacer ver que es una enfermedad discapacitante. Esto tendría que traducirse en que haya más unidades de cefaleas, enfermedad crónica y discapacitante.
¿Considera entonces que el tratamiento individualizado es la clave?
La migraña se trata de tres maneras, y una de ellas es evitar los desencadenantes, para lo que no hay que ir al médico porque la mayoría de los pacientes ya los conocen. Luego tenemos el tratamiento de las crisis, y en este sentido es fundamental que todo paciente que venga a la consulta se vaya con un tratamiento, que a las dos horas se vaya sin dolor. Para ello tenemos los antiinflamatorios y los triptanes, que podemos administrar por vía oral, nasal o subcutánea, que es la más rápida. Hay triptanes que tardan más en hacer efecto, y con ellos podemos jugar para afrontar las crisis.
En tercer lugar tenemos el tratamiento preventivo, para lo que disponemos de más de 25 tratamientos diferentes, lo que permite individualizar, aunque desgraciadamente no todos los pacientes tienen acceso a ellos. La situación actual es mejorable, porque hay veces que el tratamiento preventivo no se pone porque el médico no está familiarizado con él o se pone mal, no se individualiza.
¿Estos tratamientos tienen efectos secundarios?
Hay náuseas casi en un 80% de los casos y vómitos en un 25%, tenemos que ir haciendo pruebas ensayo-error. Hay que elegir el tratamiento preventivo en función del perfil del paciente, y el tratamiento de la crisis según el perfil de la crisis. Con el tratamiento de la crisis tratas la enfermedad y con el preventivo a la persona, utilizando la vía nasal cuando hay vómitos muy precoces o un dolor de cabeza muy intenso.
¿Qué papel tiene que jugar cada nivel asistencial en este proceso?
La Atención Primaria tiene que hacer el cribado de estos pacientes, que suponen el 12% de la población, en España hay más migrañosos que rubios. El primer tratamiento tiene que hacerse en Atención Primaria, con antiinflamatorios o triptanes. Al neurólogo tienen que llegar cuando hay comorbilidad o crisis intensas y crónicas. Tenemos un sistema sanitario magnífico, pero hay que luchar para que sea todavía mejor, para combatir la migraña necesitamos crear más unidades de cefaleas y más colaboración entre Primaria y Especializada para la derivación. Existen líneas de colaboración con Primaria, pero pueden mejorarse.
¿En qué podría mejorarse?
En cuanto a formación, por ejemplo. Ha habido un crecimiento brutal de novedades y los médicos en general están bien formados, pero es muy difícil estar actualizados en todas las patologías. Por eso es fundamental que haya una formación continua. El tratamiento de la migraña es muy especial, es difícil, no puedes empeorar con el tratamiento la calidad de vida de una persona. Hay que tomar decisiones únicas para cada paciente, porque los médicos somos profesionales, no técnicos. Por eso es tan gratificante cuando a un paciente le das una solución que es única para él, lo más bonito es cuando te dicen que le has cambiado la vida.
¿Cada paciente de migraña tiene ya su solución?
El problema es que muchos no están diagnosticados, o que no saben que existen ciertos tratamientos. No podemos mejorar a todos, pero sí podemos tratar a todos, y en un porcentaje alto puedes darles una vida normal. Es fundamental que haya campañas de concienciación, y que los políticos sean conscientes de que en el siglo XXI una patología tan discapacitante necesita unos recursos mínimos. En Madrid hay unidades de cefaleas en casi todos los hospitales, pero vienen pacientes de Extremadura. La equidad no sé dónde está, porque cuando un paciente se informa y sabe que hay más tratamientos te dice que quiere eso, no le parece justo no tenerlo a su alcance.
¿Los migrañosos están empezando a tomar conciencia de su número?
La migraña está mal vista socialmente, cuesta decirlo, incluso a los famosos que la sufren, a los que les pedimos que lo digan para concienciar. Esta patología te afecta en todo, desde el punto de vista familiar, educativo, laboral… La migraña tiene la doble cruz de que es una enfermedad y un problema social. Le pongo un ejemplo: se considera que la migraña es importante pero no grave, mientras hay tipos de cáncer que son graves pero no importantes.
Todas las enfermedades graves son importantes, pero hay muchas importantes (como la migraña o la incontinencia de orina) que no se consideran graves y que te pueden arruinar la vida. Hay que cambiar nuestra manera de entender las enfermedades, estamos en el siglo XXI y tenemos el requerimiento social más alto de la historia, sobre todo las mujeres: el 18% de las mujeres tiene migraña, casi una de cada cinco, y tienen que trabajar, quieren ascender, tienen un nivel de autorresponsabilidad alto, unas cargas familiares más altas… Esto les lleva incluso a sentirse malas madres.
¿Están aumentando los casos de niños que sufren migraña?
Los niños viven una situación de estrés mayor que antes, en muchos casos por el concepto de educación que tenemos ahora: queremos que sean Rafa Nadal, que hablen 17 idiomas… No creamos niños felices sino capacidades que no les van a servir para nada, cuando lo importante tendría que ser darles la estructura cerebral para que desarrollen estas habilidades.
Los niños están empezando a tener migrañas un poco antes y les duele con más frecuencia, es algo que nos preocupa mucho. Hay tres situaciones que han cambiado: sufren un nivel de estrés mayor, están ahora mucho más tiempo con efectos lumínicos continuos porque nuestro mundo es digital y se ha modificado su alimentación, que antes era mucho más regular y adecuada. Los niños muchas veces no se reconocen el dolor de cabeza, pero si les dices que te hagan un dibujo lo hacen de una manera muy clara, con una cabeza y un martillo que la golpea.
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