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viernes, 27 de noviembre de 2020

La adaptación de los profesionales sanitarios a la COVID-19 ha garantizado la asistencia

Para mejorar la asistencia sanitaria en la pandemia hay que conocer cómo se reestructuraron los hospitales, los servicios y la Primaria… en definitiva, cómo se adaptaron los profesionales sanitarios para hacer frente a la situación. Esto se ha analizado durante la sesión  ¿Cómo mejorar la asistencia sanitaria en la pandemia?, que se ha celebrado dentro de los Encuentros SEDISA de Gestión Sanitaria en Tiempos de Pandemia, organizados por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), con la colaboración de Janssen.

En ella se han dado cita, bajo la moderación de Manuel Martínez-Sellés, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Miguel Sánchez García, jefe de Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Clínico San Carlos; Luis Díaz Izquierdo, del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Severo Ochoa, de Leganés; Pedro Jaén Olasolo, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), y Ramón García Sanz, presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).

El intensivista ha comentado que la demanda de asistencia sanitaria desde principios de marzo ha sido tal que se han hospitalizado a 36.000 enfermos, unos 3.000 en UCI. “Estos datos confirman que se ha puesto a prueba la capacidad de adaptación, no solo los intensivos, sino de todo el hospital y el sistema sanitario, desde AP a la atención más sofisticada del sistema”, ha indicado Miguel Sánchez García.

Aumento exponencial

Durante la primera ola se produjo un aumento exponencial de los ingresos hospitalarios, del ingreso en las UCI y de la mortalidad. Pero había que mantener la calidad asistencial y ya en marzo se observó que cuando el retraso del traslado a los pacientes a la UCI era mayor también la mortalidad era más elevada. Por su parte, los enfermos no COVID-19 temían ir al hospital. La mayor parte de los profesionales estaba atendiendo a pacientes COVID-19, solo el 10% estaban dedicados a los no COVID-19.

Según los datos disponibles, el número de ingresos ha sido el mismo en las dos olas, pero ahora el crecimiento no es exponencial y “nos da tiempo a reaccionar. Se ve en la mortalidad, del 44% en la primera ola a menos del 30%, en UCI”, ha explicado el intensivista.

Camas UCI

Aunque la adaptación de los profesionales llevó consigo un alto grado de improvisación, en Madrid se pudo pasar de unas 600 camas de UCI a 1800. Para conseguirlo, se extendió a otras zonas del hospital, pero el problema se centró en la falta de recursos humanos para atender a los pacientes en UCI.

Con respecto a compra de equipamiento, Miguel Sánchez García ha recordado que  hubo muchos problemas, “hasta un secuestro de avión y engaños varios”.

Traslados

El especialista ha destacado la labor llevada a cabo en los traslados de los enfermos en la Comunidad de Madrid. En la primera ola se vivió una situación en la que había hospitales sobrecargados y otros que podían aceptar enfermos. La sobrecarga empezó en el Hospital de Torrejón y se extendió al Corredor del Henares, Getafe, Vallecas, Parla,… Quien tenía camas libres, las ofertaba; y el trasladado lo llevaba a cabo el SUMA, siempre con el consentimiento de la familia.

Se estableció un sistema de comunicación de todas las UCI de Madrid para que todos los pacientes pudieran ser atendidos. “En menos de 30 segundos estaba preparado el traslado. En la primera ola se trasladaron 200 enfermos a 24 hospitales, y participaron un total de 41 hospitales. Y hay que tener en cuenta que no es un traslado cualquiera, los traslados se hacen en una UVI móvil”.

Para el intensivista, se necesitan entre un 10 y un 15% más de camas de UCI y mantener la investigación de la fisiopatología de la enfermedad, que es nueva. “No saber a qué nos enfrentábamos fue estresante y eso lastra la calidad”.

Urgencias

Por su parte, el urgenciólogo Luis Díaz Izquierdo ha comentado que desde la Urgencia se estableció contacto con todos los profesionales, pero sobre todo con la UCI. “Tuvimos que reinventarnos para salir adelante”.

Una de las cosas que se vieron es que se triplicaron las urgencias y que los pacientes miraban con miedo. “Se cambió la forma de trabajar, adaptando los turnos, los espacios para ubicar a los pacientes, buscando siempre la mayor calidad asistencial y la mejor eficiencia en el tiempo”, ha indicado Díaz Izquierdo, quien ha añadido que actualmente tienen dos circuitos en la urgencia, COVID-19 y no COVID-19, y cuentan con el material suficiente. Las cosas han cambiado y mucho.

Interlocutoras

Pedro Jaén Olasolo ha recordado el papel de las sociedades científicas en la COVID-19, señalando que son el interlocutor necesario para la Administración en la toma de decisiones relacionadas con la pandemia y todas las que están vinculadas directamente a la asistencia sanitaria.

En el campo de su especialidad, se ha observado una demora en la asistencia de los pacientes, un aumento de los diagnósticos tardíos y más pacientes que tienen mal pronóstico, se han planteado dudas sobre la gestión adecuada de los recursos y la necesidad de mejorar la eficiencia del sistema.

Circuitos

Ramón García Sanz ha dejado claro, por su parte, que no se debe utilizar plasma sin saber el nivel de anticuerpos que tiene. Por otro lado, para el hematólogo es clave buscar recursos para que todo paciente que entre en el Servicio de Hematología tenga una PCR negativa, las 48 horas previas a su ingreso. Por eso, es necesario potenciar los circuitos: circuitos rojos y verdes, y la posibilidad de hacer intermedios.

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