La relación médico-paciente se basa en una buena comunicación, donde es clave conocer las herramientas que faciliten generar confianza con el paciente, transmitirle seguridad y esperanza en su enfermedad. Esas herramientas facilitan elaborar un mensaje que llegue de la mejor forma posible, adecuándose a sus necesidades, a sus capacidades y a su vida. Bajo esta premisa, se pone en marcha el curso HematoThinking, Estrategias de una Buena Comunicación Médico-Paciente, donde a lo largo de 4 módulos se podrá seguir online las sesiones sobre “Entender para ser entendidos: de la transmisión de un mensaje a la comunicación constructiva”; “Kinesia y proxemia: lo que dice el lenguaje del cuerpo, que no dicen las palabras”; “Comunicación adaptada: lo que espera el paciente hematológico de su médico”, y “La emoción como factor determinante en la entrevista clínica”.
Con el diagnóstico de una enfermedad hematológica en el mano, normalmente la primera reacción del paciente es el miedo. Por eso, uno de los primeros objetivos del hematólogo es manejar ese miedo para que el paciente pueda seguir la conversación y sea capaz de participar en la toma de decisiones sobre su salud.
Antonio Martínez Francés, jefe del Servicio de Hematología del Hospital General Universitario Santa Lucía, en Cartagena, recuerda que el miedo no solo se manifiesta con las palabras, sino que también con la expresión de la cara, los gestos y la forma de sentarse el profesional sanitario puede percibir este sentimiento.
Escuchar
Para conocer bien las circunstancias familiares y sociales del enfermo, hay que dejarle hablar. En la primera visita, los hematólogos, a diferencia de los médicos de Atención Primaria, no conocen las circunstancias vitales de cada paciente. Por eso, es clave dejarle hablar y que vaya compartiendo sus dudas, temores y sentimientos. A partir de ahí, el hematólogo puede ir preguntándole en un clima de confianza y cercanía, para recabar toda la información que pueda y que sea de utilidad en la toma de decisiones terapéuticas.
La comunicación médico-paciente debe ser un diálogo, una charla bidireccional sustentada en la confianza. De esta forma, el paciente se sentirá cómodo para resolver las dudas que le surgen con su diagnóstico, donde las opciones de tratamiento, su eficacia, sus efectos adversos no deseados y el pronóstico de su enfermedad son las cuestiones más relevantes que suele querer dilucidar.
Lenguaje accesible
Los profesionales sanitarios están acostumbrados a utilizar un lenguaje técnico que en ocasiones no entiende correctamente su interlocutor. Por eso, es importante que a lo largo de las distintas charlas que se tenga con el paciente se le pregunte si ha entendido bien las medidas que van a llevarse a cabo haciéndole repetir, en las ocasiones que vea que está perdido, lo que le acaba de explicar.
Cuando la enfermedad no tiene buen pronóstico y no evoluciona bien, el hematólogo debe modular la información que transmite al enfermo y a su familia. De esta forma, podrá conocer hasta dónde quieren saber y ofrecerle esa información de forma correcta.
No solo las palabras permiten la comunicación, puesto que según datos recogidos en el curso HematoThinking, el 7 por ciento de la comunicación es la parte oral, el 38 por ciento es el tono a lo que se pone a la conversación y el 55 por ciento restante es la comunicación no verbal.
Por eso, es importante saber utilizar e interpretar el contacto visual, las expresiones de la cara, la sonrisa, seguir la conversación con gestos…
Los pacientes también siguen estos aspectos. A la hora de hablar con ellos, se puede ver si lo que dice su médico no se corresponde a sus gestos, sus posturas y su forma de expresarse. En Oncohematología, se suele tener una relación estrecha con el paciente, por eso, es importante saber manejar esa situación. Esa estrecha relación es fruto de las vivencias compartidas durante todas las visitas de los pacientes y sus familiares.
Para fomentar el correcto entendimiento de los mensajes, el especialista puede remarcar y repetir las recomendaciones o advertencias, facilitando que el paciente o sus familiares puedan preguntar y resolver sus dudas. Es bueno que se vayan a casa con uno o dos mensajes clave que resuman la consulta, y esos mensajes se deben reforzar con el tono de voz y los gestos.
Adaptar la comunicación
El contacto físico genera confianza. En la situación actual por la COVID-19 es complicado mantenerlo. Ahora más que nunca el lenguaje no verbal tiene que acompañar al paciente y a sus familiares. No obstante, la exploración de los pacientes se hace siguiendo las recomendaciones de higiene adecuadas y en esa exploración se pueden ofrecer muestras de cercanía y confianza.
En este contexto hay que tener en cuenta que las mascarillas no están ayudando mucho, pero son necesarias.
Las restricciones de tiempo que hay en las consultas han hecho que los especialistas hayan reducido sus entrevistas con los pacientes a unos 15 minutos. Por este motivo, es importante que la comunicación con el paciente esté adaptada a él.
Evolución de la relación médico-paciente
Antonio Martínez Francés señala que la relación médico-paciente actual está muy lejos de la que había antes y que se caracterizaba por una actitud paternalista por parte del médico. “Las circunstancias eran otras. Por un lado, la formación sanitaria de la población era más pobre, el acceso a la información médica era muy difícil y restringido a los profesionales. Los pacientes no se consideraban empoderados para tomar sus propias decisiones vitales”.
Pero ahora, al médico se le piden resultados y eficiencia, y eso se traduce en poco tiempo para atender a los enfermos. El tiempo disponible para cada consulta es escaso y la solución rápida y sencilla es atender a los datos objetivos de las pruebas y a prescribir medicación para el síntoma que tenga el paciente, hasta el punto de que, si esa prescripción no se hace, porque el médico no lo considere necesario, no se le considera un buen profesional por parte del enfermo.
El hematólogo indica que “es necesario reservar tiempo suficiente en el caso de las primeras visitas y aprovechar, en el caso de nuestra especialidad, las sucesivas visitas de los pacientes para completar la información, y construir una buena relación entre médico y paciente, porque las personas seguimos siendo personas, y necesitamos continuar confiando unos en otros”, señala el experto.
Perfil actual del médico
Para mejorar esta situación hay que conocer el perfil actual del médico y del paciente. Teniendo en cuenta los datos recogidos en el curso HematoThinking, el médico actual trabaja en un mundo sanitario diferente, muy tecnificado, con una tecnología tremendamente cara, que hay que emplear de forma racional y eficiente. Esta es una de las razones por la que se han desarrollado las especialidades y subespecialidades. Por otra parte, la sociedad tiene un acceso inmediato a la información y exige buenos resultados. Así, el médico debe ser técnicamente bueno y tener habilidades de gestión, ya que es importante aplicar correctamente los recursos sanitarios que tiene a su alcance y gestionar el tiempo y la información médica.
Perfil actual del paciente
Con respecto al paciente, el especialista destaca que “está mejor informado, puesto que tiene a su alcance una cantidad ingente de información médica en internet. Si no sabe digerirla no le sirve para mucho, quizás solo para confundirle”.
No obstante, continúa diciendo el hematólogo, ese acceso a la web le permite acudir a la consulta médica con más conocimientos, lo que es algo bueno, dado que puede facilitar el entendimiento con el facultativo, incluso si emplea un lenguaje técnico.
Para el experto, el acceso a la información del paciente no necesariamente anula el papel del médico, sino que lo potencia. Por una parte, al paciente le puede costar gestionar la información que le da su médico. En esa gestión de información, el médico tiene un papel relevante como gestor o guía dentro de lo que es científicamente evidente en el tratamiento del enfermo.
Por otra parte, el acceso a la información puede dinamizar y mejorar el entendimiento entre médico y paciente, así como mejorar la confianza, al darse cuenta de que lo que su especialista le aconseja es lo que se ha demostrado mejor para su tratamiento.
Antonio Martínez Francés no cree que sea un problema que el paciente esté bien informado, ya que exige a los profesionales mantener una buena formación continuada, y un esfuerzo constante de aprendizaje. Y aquí reside la habilidad de un buen médico hoy en día.
Comprender la información
Por ello, es importante que el paciente entienda bien lo que se le está diciendo, remarcando la información más destacada acerca de sus síntomas, de lo que debe hacer ante la aparición de efectos no deseados relacionados con su tratamiento y cómo debe comportarse ante ciertas circunstancias. Antes de finalizar la consulta, el especialista debe cerciorarse de que el paciente y su familia han entendido lo hablado sobre los pasos a seguir hasta la nueva visita.
Entre la escucha, la empatía o la asertividad, el hematólogo considera más importante la escucha al paciente. “Escuchar a los pacientes es la manera de poder establecer una relación con ellos, de darnos cuenta de lo que les preocupa, de sus esperanzas y temores. Es más, sin escucharle es imposible sentir empatía. Ser asertivo también es importante, porque nuestra labor no es buscar culpabilidades, sino ayudar al paciente a poder superar su enfermedad y a comprender y conllevar los problemas derivados de ella, y del tratamiento al que lo vamos a someter”.
Preparar al paciente para su enfermedad
Una de las cuestiones que se plantean los hematólogos que tratan a pacientes con enfermedad oncohematológica es cómo los preparan para su enfermedad. En esta situación, hay que tener en cuenta diversas circunstancias, entre las que se encuentran las expectativas vitales del paciente y entender hasta qué punto la enfermedad o el tratamiento que va a necesitar van a truncarlas. Antonio Martínez Francés comenta que “no es igual tratar a un anciano que a un paciente joven. El primero asume que su vida llega al fin y solo quiere que sea en las mejores condiciones, sin dolor y sin una mala calidad de vida. A estos pacientes tenemos que escucharlos, informarlos y tratar cualquier síntoma que pueda ocasionar su patología”.
Por su parte, añade el especialista, en el paciente joven lo prioritario, tanto para él como para los profesionales que lo tratan, es poder curarlo y en caso de que sea imposible, poder completar el tiempo de vida que le reste de la forma más intensa posible. “Para ello, hay que darle mucha información y esperanza en que al menos si ganamos tiempo ganamos posibilidades de nuevos tratamientos que se están investigando. La implicación del paciente en el tratamiento es fundamental para que haya adherencia y se consigan resultados positivos del mismo”.
Gestionar la frustración
En la gestión de la frustración hay que entender que viene derivada de los fracasos terapéuticos o de la mala tolerancia al tratamiento, que obliga a su retirada. “Es muy difícil dar esperanza a quien no la tiene. En esas condiciones hay que ayudar al paciente a aceptar sus circunstancias, y a modificar las expectativas con las que se debe de enfrentar”, detalla el hematólogo, que añade que “lo que no podemos curar, al menos lo podemos aliviar. Es muy importante que no se sienta abandonado nunca por los profesionales sanitarios y que continuemos siempre tratando sus síntomas hasta el final. Es fundamental hacerle saber que no vamos a permitir que sufra dolor, ni otro tipo de síntomas que le empeoren la vida que le quede por vivir”.
Adherencia terapéutica
La comunicación médico-paciente es clave a la hora de conseguir una correcta adherencia terapéutica. En esa relación es importante mantener informado al paciente de lo que puede esperar de su tratamiento, de los efectos adversos y de los resultados que puede tener el incumplimiento o el abandono del mismo.
En este contexto, es necesario que el paciente sepa que puede acudir a su médico cuando lo necesite para despejar sus dudas. Es recomendable que disponga de los teléfonos de contacto y del correo electrónico para tener acceso a su equipo de profesionales sanitarios. En este camino el paciente también puede ir acompañado de la mano de enfermería.
Oncopsicología
El apoyo psicológico es necesario en el manejo del paciente oncohematológico. Antonio Martínez Francés afirma que “hay que dar esperanzas mientras tengamos opciones de salida, y aprovechar las entrevistas con el paciente para hacerle ver los aspectos positivos de su vida, así como saber gestionar correctamente la ansiedad”. Para ello, los profesionales pueden recurrir a la ayuda de la oncopsicología, que aplica técnicas de relajación, que les ayuda a luchar contra la ansiedad que generan las circunstancias que rodean a una enfermedad tumoral.
El experto destaca el papel de las asociaciones de pacientes y las experiencias previas positivas de otros enfermos que han pasado por las mismas patologías y las han superado, “ya que ayudan a que transformen su pensamiento, para darles esperanzas y emociones constructivas”
Para acceder a la información sobre el curso, consulte:
https://cursos.gruposaned.com/hematothinking
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