La toxina botulínica, que se inyecta comúnmente como tratamiento estético, pero también para tratar las migrañas, los espasmos musculares, la sudoración excesiva y la incontinencia, se está probando actualmente en ensayos clínicos para comprobar su capacidad en el tratamiento de la depresión.
Investigadores de la Escuela de Farmacia y Ciencias Farmacéuticas Skaggs de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) en San Diego (Estados Unidos) han extraído de la base de datos del Sistema de Comunicación de Efectos Adversos de la FDA en Estados Unidos, lo que casi 40.000 personas reportaron que les sucedió después del tratamiento con toxina botulínica.
En el estudio, publicado en la revista científica ‘Scientific Reports’, el equipo descubrió que las personas que recibieron toxina botulínica, en seis zonas distintas no solo en la frente, informaron sobre depresión con una frecuencia significativamente menor que los pacientes que se sometían a distintos tratamientos para las mismas afecciones.
“Durante años, los clínicos han observado que la toxina botulínica inyectada por razones cosméticas parece aliviar la depresión de sus pacientes. Se ha pensado que el alivio de las líneas severas del ceño en la región de la frente interrumpe un bucle de retroalimentación que refuerza las emociones negativas. Pero hemos encontrado aquí que el mecanismo puede ser más complejo, porque realmente no importa dónde se inyecte, explica el director del estudio, Ruben Abagyan.
Zona de aplicación
La base de datos contiene más de 13 millones de informes voluntarios sobre los efectos adversos que las personas experimentan mientras toman un medicamento. Abagyan y su equipo han descubierto que también pueden utilizar la base de datos para examinar la ausencia de una queja de salud cuando una persona toma un medicamento, si se compara con un grupo de control. En este caso, buscaron la ausencia de depresión.
El equipo se centró en casi 40.000 informes de personas que experimentaban eventos adversos después del tratamiento. Los informes cubren el tratamiento con toxina botulínica por ocho razones diferentes y sitios de inyección, incluyendo frente, cuello, extremidades y vejiga. Después, el equipo aplicó un algoritmo matemático para buscar diferencias estadísticamente significativas entre los usuarios de toxina botulínica y los pacientes que recibieron diferentes tratamientos para las mismas condiciones.
Según sus hallazgos, los pacientes tratados con toxina botulínica comunicaron depresión entre 40 y 88 por ciento menos frecuentemente para seis de las ocho condiciones y sitios de inyección.
“Este hallazgo es muy interesante porque apoya un nuevo tratamiento para afectar el estado de ánimo y combatir la depresión, una de las enfermedades mentales más comunes y a veces peligrosas, y se basa en un gran conjunto de datos estadísticos, en lugar de observaciones a escala limitada”, apuntan los científicos.
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