Una persona con dislipemia debe iniciar su tratamiento modificando su estilo de vida con medidas higiénico dietéticas, donde la reducción en la ingesta de grasa, el aumento del consumo de alimentos ricos en grasas trans, en fibra soluble, evitar el sobrepeso y la obesidad, así como el tabaquismo son pilares básicos. A esto hay que añadir la incorporación en su rutina de ejercicio físico, al menos 150 minutos a la semana, en días alternos. Se recomienda caminar de forma rápida y regular durante 45 minutos al día, que equivaldrían a esos 150 minutos a la semana.
La enfermedad cardiovascular es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Los niveles altos de colesterol (CLDL), colesterol total (CT), triglicéridos y los niveles bajos de HDL están vinculados a un mayor riesgo de padecer un evento cardiovascular.
Existen evidencias bioquímicas, investigaciones epidemiológicas y clínicas que apoyan la hipótesis de la existencia de relación causal entre las modificaciones oxidativas de las lipoproteínas de baja intensidad LDL, y la ateriosclerosis. La susceptibilidad de las LDL y las HDL a la oxidación depende de los ácidos grasos que las componen y, por consiguiente, de la dieta y de la concentración de antioxidantes asociados a sus estructuras. Por eso, los ácidos grasos de la dieta se relacionan con los niveles de estrés oxidativo.
Primeras medidas
El primer paso para bajar el colesterol se debe sustentar en la dieta y el ejercicio. Respecto a la dieta, es importante analizar la alimentación, ver el tipo de comida que se consume a lo largo del día, cambiando lo necesario para que sea sana, incorporando el consumo de frutas, verduras, pescado, legumbres, carne (preferiblemente blanca), en la que no se incluyan las grasas de origen animal y las saturadas.
Los alimentos vegetales contienen una gran variedad de antioxidantes naturales, como las vitaminas E, C, betacarotenos, flavonoides y ácido oleico que los sitúan como grandes aliados para mantener los niveles de colesterol a raya. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no se ha demostrado que los suplementos sean beneficiosos para conseguir los objetivos marcados.
Respecto a los fitosteroles y alimentos funcionales, se sabe que reducen la absorción intestinal del colesterol y aumentan la efectividad de la dieta (9-14% de reducción adicional de C-LDL), aunque también carecen de suficiente evidencia. No obstante, pueden asociarse con fármacos.
Ejercicio
En cuanto al ejercicio, se sabe que la resistencia aeróbica optimiza el metabolismo de las grasas. La máxima capacidad de oxidar ácidos grasos se produce durante el ejercicio. A su vez, toda la actividad diaria contribuye a generar gasto calórico, por eso, subir escaleras en lugar de usar el ascensor, ir en bicicleta en lugar de ir en coche son acciones cotidianas que pueden contribuir a conseguir los objetivos marcados.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Gerardo Iglesias Lobejón, Francisco Carrera Guerreiro, Manuel Pichel Pereira y César A. Romero García, del Centro de Salud San Roque, en Vilagarcía de Arousa; los médicos de Atención Primaria Susana Hernaiz Valero y Carolina Valcarce Rodríguez, del Centro de Salud Val Miñor; Evangelina Filloy Miguez, del Centro de Salud Baiona; Maria Tato Fontaiña, del Centro de Salud Gondomar, y Teresa Alonso Ucha, del Centro de Salud Beiramar, y María Luisa Romero García, José Manuel Badecas Sierra y Rosa María Baldobedo Castoya, de Madrid.
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