Ciertamente ha llovido bastante, aunque sol ha hecho más, desde que el concepto Calidad Asistencial se introdujera en el sector salud, de la mano del control de calidad de un producto o servicio. Actualmente la calidad es un componente esencial, estratégico, del Sistema Nacional de Salud y de la gestión de toda organización sanitaria.
Ya no está solo en el área de operaciones (control de calidad), si no que ahora impregna todas las áreas y departamentos de cualquier organización de salud que se precie de trabajar en pro de la mejora continua y que dice, cuando habla de su misión y visión de empresa, querer ofrecer la mejor calidad posible y más segura a sus pacientes/familiares/cuidadores.
Así en el vértice estratégico de la organización, parafraseando a Mintzberg, cuando se idea y se desarrolla el plan estratégico empresarial, a implementar en los próximos años, los parámetros de la Calidad Asistencial y organizativa en general son tenidos en cuenta y están muy presentes en los objetivos a alcanzar.
La Calidad Asistencial tiene diferentes dimensiones y es necesario trabajar en todas ellas si se quiere obtener unos resultados de mejora continua evidentes, pues todas ellas están interrelacionadas e interactúan unas con otras. Este, el de las dimensiones de la calidad, seguramente es un campo a mejorar, porque hay algunas dimensiones que son más tenidas en cuenta que otras, por diferentes razonas. Pero la prioridad o prioridades no nos tiene que hacer perder la visión de conjunto.
Sin duda, la eficiencia es una de las dimensiones más tenidas en cuenta, en una época en que los recursos económicos dedicados a salud se han restringido y por el contrario los retos y demandas en este sector no hacen más que aumentar. Por ello, más que nunca se tiene que continuar trabajando en la eficiencia para conseguir gastar bien los recursos de que se disponen, eliminado aquello que no aporta valor a los procesos asistenciales o aquello que no ha demostrado que sirve para mejorarlos o para mejorar significativamente los resultados en salud. Es por ello que se utiliza la metodología Right Care o la metodología Lean en nuestros centros asistenciales con tanto éxito.
Otra de las dimensiones prioritarias es la seguridad, porque todo el mundo está de acuerdo en que no querría sufrir un daño evitable, también el no evitable claro, pero esto es harina de otro costal, y por toda la carga que lleva este término a nivel social y político. Sin duda se continuará perseverando en evitar incidentes o casi incidentes, se trabajará en cómo ayudar a las primeras, segundas y terceras víctimas y en cómo comunicar, en cómo dar información al paciente, familia y ciudadanía en general. Seguramente ello requerirá establecer un acuerdo entre los diferentes actores del sector salud: ciudadanos, profesionales sanitarios, gestores, políticos y aseguradoras. La Sociedad Española de Calidad Asistencial apuesta por ello, como vía de entendimiento, diálogo y compromiso para mantener un buen sistema de salud, sostenible, avanzado, innovador, competitivo y seguro.
Otras dimensiones no han tenido estos últimos dos-tres años la prioridad de las dos dimensiones anteriores, aunque sí que han sido tenidas en cuenta. Hablamos de la denominada calidad científico-técnica, pues es indudable que los profesionales del sector continúan manteniendo y mejorando sus conocimientos y habilidades. Sin duda este es uno de los retos, cómo mantener ese conocimiento. La formación continua es uno de los caballos de batalla inmediatos, en un período de tiempo en que se va a jubilar toda una generación y en la que se va a producir un recambio generacional que no solo deberá mantener lo alcanzado sino que tiene por delante ingentes retos. Ni que decir de la exigente sociedad que conduce a médicos y enfermería a tener conocimientos en muchos campos que no son propiamente los suyos (derecho, economía, comunicación, tecnología …).
Hablamos de la eficacia, el curar o mejorar la calidad de vida de los pacientes, por ejemplo. En esta dimensión deberemos seguir trabajando en la medición de resultados para poder evaluar adecuadamente el trabajo que se está realizando en el sector salud. Resultados clínicos: reducción de la mortalidad, aumento de la esperanza de vida, disminución de complicaciones, etc. Y resultados desde el punto de vista de los pacientes: disminución del dolor, menos tiempo de espera, información clara y concisa, etc.
La satisfacción del paciente debe ser tenida en cuenta siempre a través de las encuestas de opinión, reclamaciones, unidades de atención al usuario y evolucionando hacia lo que hoy se denomina la experiencia del paciente, como fórmula para involucrarle en la gestión de las organizaciones sanitarias y tener en cuenta su punto de vista.
Otros aspectos importantes son la aceptabilidad, la continuidad, la adecuación y la accesibilidad. La aceptabilidad tiene que ver con la adherencia, tomarse el tratamiento prescrito correctamente, no fallar a las visitas o a las pruebas programadas que sin duda tiene su impacto en otras dimensiones como la eficiencia o la eficacia.
La continuidad es un tradicional caballo de batalla de nuestro sistema sanitario, asegurar que un paciente tendrá la adecuada asistencia a lo largo del recorrido de su proceso, independientemente de la organización donde sea visitado, continuará siendo motivo de discusiones y de reformulaciones organizativas. Vamos a ver si las áreas integradas de salud o otro tipo de experiencias, como la reorganización del terciarismo, dan los frutos esperados en esta dimensión que tiene como base el adecuado diseño de los procesos asistenciales estableciendo indicadores clave que permitan mantener su monitorización y con ello detectar a tiempo disfunciones de los mismos.
En estos últimos tiempos ha surgido con fuerza, una nueva dimensión, la comunicación, donde tenemos mucho camino que recorrer pues en tiempos de la eclosión de las TIC y las e-salud es cuando más se objetiva la necesidad de trabajar en ella.
La adecuación, adecuar los servicios a las características y necesidades de los pacientes/familias/cuidadores, parece de Perogrullo pero no lo es, puesto que no siempre es así. Un ejemplo lo tenemos en las hojas de consentimiento informado, ¿están adecuadas para quien van dirigidas? ¿tienen en cuenta el nivel de alfabetización en salud de la población que se atiende? ¿o su nivel de e-alfabetización? Y así tendríamos unos cuantos ejemplos más de una dimensión que requiere pensarla para trabajarla.
La accesibilidad, relacionada con la equidad, quizás es donde más se ha mejorado en estos años, facilitando que cualquier ciudadano español pueda acceder al servicio que necesita, independientemente de donde viva, pero sin duda continua no siendo lo mismo vivir en un medio rural que en un medio urbano. ¿Tenemos en cuenta, por ejemplo, las isócronas a la hora de planificar los servicios sanitarios de una comunidad? ¿o el acceso a internet para poder realizar telemedicina?.
Y dejo para el final la dimensión que está llamada a ser la más protagonista en los próximos años, la comunicación. En el mundo de las redes sociales, de la informática con ordenadores cada vez más rápidos y potentes, de la telemedicina, de la tecnología 5G, del imparable desarrollo de las e-salud, del sector con más crecimiento el de las TIC, es cuando más evidente se hace observar que estamos lejos de sabernos comunicar y ello afecta, obviamente, a las otras dimensiones. Como la seguridad donde la mayoría de incidentes o casi incidentes se producen por disfunciones en la comunicación entre profesionales o entre profesionales y pacientes, o como la aceptabilidad donde el no entendimiento del paciente o familia sobre lo que tienen que hacer o lo que puede significar no hacerlo, conlleva dificultades. Por tanto, es en esta dimensión donde deberemos poner mayores esfuerzos no solo en la comunicación individual con el paciente, o de grupo con el equipo de trabajo, sino también la comunicación comunitaria para reducir el ruido que genera la información basura, la que no aporta ningún valor al proceso asistencial y que genera incerteza, temor y confusión.
El futuro pasa por una mayor colaboración de los diferentes tipos de profesionales que trabajan en el sector, pues hoy más que nunca la calidad y la mejora continua es cosa de todos. Solo con la implicación de todos los actores del sector salud será posible no solo mejorar sino mantener esa mejora continua. Obligatoria, pues en caso contrario, lo que sucede es que se produce una pérdida de calidad, una involución.
El objetivo será seguir poniendo en valor la mejora de la Calidad Asistencial. Esta tiene que seguir siendo un valor clave de las organizaciones sanitarias, pues añade valor al trabajo que en ellas se realiza, es decir al trabajo que realizan los profesionales de la salud.
La dinámica debe establecerse en diferentes ejes. Apuntamos algunos:
► Liderazgo facilitador. El líder debe de estar al servicio del equipo. Ejerciendo de líder sí, pero dando la debida cancha a los diferentes “motores” de la organización y facilitando su trabajo. El líder carismático hoy más que nunca es una amenaza más que una oportunidad.
► Trabajo en equipo y eso requiere madurez organizativa y de los profesionales que componen un grupo humano. Todo el mundo es importante y todo el mundo aporta y puede aportar valor al conjunto.
► Compartir conocimiento. Solo compartiendo, que no es lo mismo que imponiendo, se consigue avanzar, respetando las diferentes opiniones y puntos de vista.
► Reconocer los méritos no solo del súper líder. Una persona no sabe de todo ni lo puede saber todo. El súper líder de la organización, la representa, pero el mérito es del equipo. Y reconocer el mérito a saber equivocarse y a no hacer lo políticamente correcto. Los problemas de siempre no pueden resolverse con las mismas soluciones de siempre pues se enquistan.
Y para ello contamos con algunas herramientas que nos deberían facilitar andar en el camino propuesto, como son las TIC y el mundo de las e-salud. Su uso y su buen uso deben de estar al servicio de los pacientes/familiares/cuidadores y al servicio de los profesionales, facilitando y resolviendo. No solo ocupando espacio y tiempo.
Y tenemos un reto mayúsculo la comunicación eficaz. Reducir el ruido ambiental, el ruido que no nos permite oír lo importante, el exceso de información basura que nos hace perder tiempo, ser ineficientes. Debemos poner el esfuerzo en mejorar la comunicación entre pacientes/familia/profesionales y profesionales de la salud, y debemos poner el esfuerzo en mejorar la comunicación entre profesionales, pues ello hará mejorar la Calidad de la Asistencia.
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