¿Cómo valora la situación de España en cuanto al uso de opioides en comparación con Estados Unidos?
El modelo sanitario español es completamente distinto al americano. En España hacemos un control estricto de las prescripciones, y también tenemos un control de la sociedad, que vigila a los miembros de su propia familia; por tanto, no se repite la situación de Estados Unidos, lo que no quiere decir que no debamos estar atentos para evitar que haya casos puntuales. Algunas personas pueden hacerse adictas por realizar un mal uso de estos fármacos, al igual que ocurre con otros tipos de medicamentos. En definitiva, las situaciones de ambos países son completamente distintas, y los datos demuestran que en España no tenemos los problemas que han surgido en Estados Unidos.
En España se ha registrado un incremento del consumo de estos medicamentos, ¿a qué se debe? ¿Se trata de un posible abuso o de un mayor manejo y conocimiento de los opioides?
Estos fármacos son los analgésicos más potentes que tenemos, yen la actualidad se ha incrementado la población con problemas degenerativos, osteomusculares, dolor de espalda, etc. Además, el cáncer se ha convertido en una enfermedad crónica, y los pacientes oncológicos viven más tiempo. En consecuencia, más pacientes necesitan este tratamiento. Como he dicho, los opioides son los mejores analgésicos y estamos preparados para prescribirlos adecuadamente, siempre con un seguimiento correcto y vigilancia. El objetivo es evitar que los pacientes se suministren una dosis excesiva, superior a la que nosotros hemos marcado, que es una dosis concreta de 90 miligramos de morfina equivalente para que no se pase de esa dosis salvo casos excepcionales. En España no tenemos problemas de epidemias, sino algunos casos puntuales, como ocurre con cualquier otro medicamento.
Durante el Congreso de la Sociedad Española del Dolor, celebrado recientemente en Zaragoza, ha comentado su preocupación por la publicación de ciertos titulares alarmistas en la prensa española.
Esos mensajes han sido traducciones de periódicos norteamericanos, como el New York Times. Algún periodista ha traducido la información y la ha asimilado como si fuera de España; luego ha buscado alguna persona en España que tuviera algún problema y lo ha puesto como modelo de esta situación. Me parece muy poco ético, muy poco serio y, además, perjudicial y grave para los pacientes, porque trasladan un mensaje que no es cierto y hacen que pacientes que necesitan ese medicamento pierdan la confianza en el medicamento o en el médico que se lo ha prescrito.
Las estadísticas del Ministerio de Sanidad indican que un alto porcentaje de pacientes que reciben opioides está bien controlado. ¿Qué ocurre con el resto?
Ahora mismo tenemos herramientas para poder detectar qué pacientes son más propensos a sufrir una adicción, y deben ser considerados de una forma especial. Algunos necesitan los fármacos porque no les queda más remedio, tal vez por un cáncer o un dolor muy severo, y entonces hay que hacer una vigilancia muy rigurosa, con controles de orina para ver qué dosis están tomando. Estos pacientes con un riesgo importante de adicción deben probar primero con otro tipo de tratamiento, y recurrir a los opioides solo en caso necesario. Esta vigilancia y control los estamos realizando en el cien por cien de nuestros pacientes.
En la misma línea, también se ha registrado un uso excesivo de antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
Solo tenemos dos tipos de analgésicos, los opioides y los AINE, y ambos son completamente distintos, cada uno con sus ventajas y sus inconvenientes. Los AINE son fármacos que no provocan adicción, pero causan graves efectos secundarios; de hecho, su consumo es la causa de más de mil muertes al año por hemorragias gástricas, que son muchos más fallecimientos que los producidos por los opioides. Aparte, los AINE también causan insuficiencia renal y otros tipos de problemas. Por tanto, todos los fármacos producen accionesy efectos secundarios, por lo que debemos vigilarlos. En la actualidad se está sobredimensionando el tema de los opioides como hace un tiempo se hizo con los AINE. Nuestra labor es elegir exactamente el fármaco que mejor le va a cada paciente y usarlo de manera adecuada.
¿Cuáles son los principales riesgos?
Los opioides pueden tener efectos muy graves que lleven a la muerte en un corto plazo, mientras que los AINE pueden crear una insuficiencia renal al cabo de los años. Tienen dos esquemas y dos vigilancias diferentes, pero en ningún caso podemos decir que sean fármacos inseguros.
¿Se puede hablar de opiofobia u opio-ignorancia en España?
En nuestro entorno, no. Los pacientes que vienen a nuestra unidad a veces preguntan por algún efecto secundario y nosotros les informamos exactamente de nuestras pretensiones, la dosis a la que hay que llegar, el modo de tomar el fármaco, etc. Tal vez en Atención Primaria la situación es diferente, pero a nuestra unidad llegan pacientes con dolores muy intensos, y tienen mucha confianza en nosotros y en el tratamiento que les damos.
¿Cree que puede haber más problemas con el paciente crónico en el ámbito de la Atención Primaria?
Los médicos de Primaria cada vez están más formados en este campo, y lo hacen fenomenal. En general, no hay ningún problema. Los médicos de Primaria hacen el seguimiento de los pacientes, también en domicilio, y son fundamentales en el manejo del dolor. Emplean fármacos potentes, con opioides, en coordinación y comunicación con los especialistas. Solo algunos casos concretos, puntuales y complejos requieren que un paciente sea atendido en un área especializada, pero, en general, el paciente crónico que toma opioides puede ser tratado con toda garantía en el modelo de Atención Primaria.
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