El pasado 18 de febrero, la actual junta directiva del Colegio de Médicos de Madrid cumplió tres años de legislatura. Su presidente, el Dr. Miguel Ángel Sánchez Chillón, compagina su cargo al frente de una institución, que representa a más de 45.000 colegiados, con el de especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en un centro de salud madrileño. Además, es vicesecretario, desde el pasado mes de diciembre, de la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid. Desde el año 2002 también ocupa la presidencia de la Fundación Antisida de España y entre 2003 y 2007 formó parte, como vicepresidente, de la Junta de Médicos del Mundo. Ha cooperado asimismo en distintos proyectos de emergencias humanitarias en el continente africano.
A nivel interno, ¿cuáles han sido, hasta ahora, las principales actuaciones llevadas a cabo durante su presidencia?
Partiendo del programa de gestión que elaboramos, se han llevado a cabo medidas de tipo estratégico y otras más ejecutivas-tácticas. A nivel estratégico, creíamos que era importante devolver cierto grado de independencia a la Medicina, a las sociedades científicas, hasta ahora algunas muy dependientes de la financiación de la industria farmacéutica. Este ha sido uno de los pilares fundamentales de nuestra gestión, dotar a las sociedades de cierta independencia económica, porque pensamos que ello daría lugar a generar mayor credibilidad profesional y objetividad al colegio y a todo el entorno profesional, logrando que fueran un reducto de ciencia y humanidades, pero sin influencia externa. Y el segundo pilar, importante para el ICOMEM, ha sido la creación del consejo científico, en el año 2016, del que parten las decisiones técnicas y científicas. Se trata de un órgano asesor formado por 13 miembros, de los que solo dos son de la junta directiva; el resto son representantes de las sociedades científicas o de la universidad. Por tanto, hemos dejado en manos de personas independientes esa parte de la gestión. Además, ofrecemos a todas las sociedades, sobre todo a las más dependientes desde el punto de vista económico, la opción de poder tener su oficina en el colegio, y este año se van a mejorar espacios de la sede para que los cursos de formación puedan impartirse también en ella.
¿Cómo ha sido la renovación de los órganos internos?
Todos los órganos esenciales de la institución se han renovado. La comisión de deontología al completo para ser más paritaria, más acorde con la demografía médica madrileña. Hemos renovado también la comisión de recursos, y las mesas de Atención Primaria y Hospitalaria. Además, por primera vez se ha creado la Mesa de Médicos en Formación para que este colectivo estuviera representado y se implicara de forma activa para darle a la institución un aire más dinámico. Dichas mesas están compuestas por médicos elegidos por votación directa nominal del resto de profesionales de Madrid que representan a esos tres niveles asistenciales. Entre otras actuaciones, han llevado a cabo, por ejemplo, la propuesta de un Plan Estratégico para Atención Primaria y SUMMA por parte de la mesa de AP, o la petición del desarrollo completo de la Ley de Buen Gobierno y Profesionalización de la Gestión de los Centros y Organizaciones Sanitarias del Servicio Madrileño de Salud por parte de la Mesa de Hospitales. También, poco tiempo después de llegar, renovamos la asamblea de compromisarios, que, en contra de los estatutos, llevaba varios años sin hacerlo. Esto generó alguna disensión, pero ahora funciona perfectamente. En ella están presentes representantes de los grupos de la oposición, proporcionalmente, y aún así, están aprobando los presupuestos prácticamente con mayoría absoluta. Antes de esta junta directiva, el último presupuesto que se había aprobado era de 2011. Ahora, el grado de convicción y de asertividad es muy elevado.
Se ha hablado mucho de la desvinculación del colegio de las empresas externas que albergaba la institución…
Había que limpiar la imagen y prestigio científico de la institución y por eso prescindimos de todas las empresas que parasitaban el colegio. Ahora tenemos un presupuesto saneado, y con él hemos bajado las cuotas a los colegiados y damos más servicios. Al no haber pérdidas injustificadas, el dinero rinde, tenemos aseguradas las cuotas, y somos una empresa desde el punto de vista económico bastante estable.
¿Se están cumpliendo, entonces, todos los objetivos del programa electoral?
Aunque aún no lo hemos cuantificado de forma detallada, podríamos hablar de que hemos conseguido desarrollar el 90-95 por ciento del programa que presentamos; además, hemos añadido cosas que no estaban y, sin embargo, hemos visto la oportunidad de llevarlas a cabo, como el museo. En cuanto al rendimiento, podemos decir que estamos con los objetivos prácticamente cumplidos, aunque nos quedan algunos puntos pendientes del programa, como la renovación de los estatutos o la optimización de los recursos humanos.
¿Qué proyectos destacaría de los implementados en estos tres años?
La apuesta por la formación es uno de los más importantes. El colegio imparte cursos gratuitamente, que son implementados por las sociedades científicas y cuyo presupuesto hemos aumentado este año un 360 por ciento. Además, vamos a firmar en breve un acuerdo de colaboración con la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, por lo que en algunos casos probablemente podremos llegar a un incremento del 720 por ciento en el ámbito docente. Igualmente, quiero resaltar que la Comunidad de Madrid también va a colaborar en las mejoras estructurales del edificio del colegio. A nivel de formación, el aumento de cursos ha sido fundamental, ya que el colegio adolecía de esa posibilidad. Llevamos dos años con programas gratuitos propios, como el denominado “Fórmate en tu Colegio”, que es una visión de todas las facetas de la profesión para todo el que lo desee y que dura todo el curso. El pasado año, por la capacidad física del edificio, contó con 200 plazas inscritas. Pero, próximamente, tendremos la capacidad para emitir todos los cursos en streaming, lo cual es fundamental. Por otro lado, las cuentas de la institución están saneadas, como he comentado, y se han bajado las cuotas de los colegiados al nivel de las que se abonaban en 2003. Por lo tanto, desde el punto de vista económico creo que estamos haciendo una buena gestión.
¿Cuáles son los principales frentes abiertos en este momento?
Lo más importante para este año sería presentar unos estatutos nuevos y cerrar el tema de recursos humanos, ya que el 25 por ciento del presupuesto del colegio se va en este epígrafe. También es importante impulsar la correduría de seguros que hemos creado, segurICOMEM, tras rescindir la relación con Uniteco. Es una empresa propia, con trabajadores, y qué mejor opción para actuar en nombre de los 45.000 colegiados que ser nosotros mismos los que negociemos este tipo de productos. La constituimos en junio del pasado año y, aunque no ha dado pérdidas -tan solo un mínimo beneficio-, esperamos relanzarla este año y que empiece a volar sola. Otro frente abierto es el proyecto museístico, con el que pretendemos situar el colegio, no solo ante los colegiados, sino ante la sociedad madrileña y mundial.
¿Por qué un museo dedicado a Ramón y Cajal en el Colegio de Médicos de Madrid?
Por un lado, Ramón y Cajal está entre los principales científicos de la historia de la humanidad. Por otro, el edificio del colegio ha albergado desde su creación al Real Colegio de Cirujanos, a la Facultad de Medicina y, desde 1970, al Colegio de Médicos de Madrid. Ante esa historia de un edificio que ha sido y es un centro de ciencia, nos lo planteamos por dos motivos principalmente. Por un lado, dado que su sostenibilidad es complicada y costosa de mantener por su antigüedad y estructura (es considerado un ‘BIC’, bien de interés cultural), pensamos que una forma de reflotarlo era crear un museo para poner en valor lo que significaba. Por otro lado, era necesario saldar la deuda que España tenía con el Premio Nobel. Por eso, hemos abierto un museo, que en el futuro será un gran museo, dedicado a Ramón y Cajal y a la Escuela Española de Neurohistología, ya que aquí impartieron clases durante treinta años. Se llama Museo Cátedra Ramón y Cajal y en el futuro podría contar con entre 6.000 y 7.000 piezas para consultas de investigadores. Además, forma parte de la candidatura de “El Paseo del Prado y El Buen Retiro, Paisaje de las Artes y de las Ciencias” a ser declarado como Patrimonio de la Humanidad, que ha sido presentada por el Ayuntamiento de Madrid ante la UNESCO. De aprobarse, nos permitiría poder optar a ayudas, subvenciones…
¿Qué papel activo está jugando el colegio ante un tema tan de actualidad como el de las pseudociencias?
Es una de las campaña que hemos iniciado y que nos ha puesto ante la sociedad. Con el apoyo del consejo científico, hemos abordado el tema y nos hemos posicionado claramente en contra de favorecer su existencia, lo que nos ha generado algunos enemigos. No podemos olvidar que tenemos una función docente, orientadora o consejera hacia la ciudadanía. El ciudadano quiere tener un referente para saber qué hacer y qué no, y si tenemos la posibilidad de englobar a todos los profesionales de la Medicina, ese consejo será mejor valorado por el ciudadano. No obstante, la población debe saber que solo podemos actuar de forma activa sobre los médicos, nunca sobre intrusos. Actualmente llevamos contabilizados, desde el año 2015, en la comisión de deontología un total de 15 expedientes abiertos relacionados con disciplinas alternativas.
El Colegio se ha posicionado en contra de las agresiones en el ámbito sanitario. Recientemente ha firmado un acuerdo para la prevención y cobertura de las agresiones a médicos de la Comunidad de Madrid…
Hemos firmado un convenio con la Fundación Mutual Médica para que los profesionales que sufran una agresión, que tenga como consecuencia una incapacidad física o psíquica y por tanto una baja laboral, tengan una cobertura económica añadida. No se trata de resarcirles, pero colabora y tiene el efecto de estímulo para que los médicos se atrevan a denunciar, porque la mayoría de las agresiones no se denuncian. Es sorprendente, pero hay pocas denuncias para la cantidad de agresiones que se producen a diario.
El colegio venía destinando una parte importante de su presupuesto a protección social, ¿se están manteniendo estas ayudas?
Sí, aproximadamente el 33 por ciento, un tercio del presupuesto del colegio, revierte en los colegiados a través de ayudas de tipo social. Es cierto que esto se venía haciendo antes de nuestra llegada, pero nosotros hemos modificado el objetivo, y ahora son otros colectivos que hemos visto que pueden necesitarlo más, como por ejemplo los médicos más jóvenes, que son ahora los principales destinatarios. Empezar como médico hoy en día en un entorno duro económicamente les hace necesitar más esas ayudas. Además, hemos incrementado el importe de ayudas para las ONG médicas, y seguimos invirtiendo el 0,7 por ciento de nuestro presupuesto en ayudas a la cooperación internacional. Pueden optar a ellas los facultativos u organizaciones en las que trabaje algún médico de la Comunidad de Madrid. Se ha incrementado la cuantía, pero nos gustaría que fuera aún mayor, porque varios de los miembros de la junta directiva hemos trabajado en este ámbito y además somos un colegio que representa valores vocacionales y humanos que nos mueven.
¿Qué gestiones harían falta para lograr una Sanidad de calidad?
A nivel global, creo que habría que trabajar en un Pacto de Estado. No podemos estar dando bandazos dependiendo de los cambios de Gobierno, sobre todo de los autonómicos, más aún cuando estos no tienen muy claro qué Sanidad queremos. Además, si los políticos se presentan para gestionar la Sanidad pública, queremos que se comprometan y la gestionen; que no la subcontraten.
En cuanto a la Atención Primaria, ¿cómo sería posible mejorar las condiciones de los profesionales del primer nivel asistencial?
En España, el ratio de médicos no es malo y el porcentaje de centros sanitarios públicos y privados no es nada desdeñable, pero vemos que hay carencias, déficits asistenciales y demoras. Es verdad que hay una cierta masificación en la Sanidad, sobre todo en la pública. Está claro que hay un problema de gestión. Los médicos deberíamos tener una mejor formación en gestión, y no solo los gestores, todos a nivel individual. Por otro lado, en Primaria la relación médico-paciente es mucho más estrecha y la gestión es más clara porque los médicos de AP tienen un cupo conocido con unos objetivos a medio, o largo plazo que hay que plantearse cómo gestionar. Ahí es donde tenemos que empezar a incidir. También es importante tener en cuenta los cambios sociales que se están produciendo y el consiguiente incremento de la dependencia. Sin embargo, no hemos planteado los objetivos sociosanitarios desde esa perspectiva. Hay que empezar a pensar que, en lugar de volcar recursos económicos, por ejemplo, para grandes tecnologías, el ciudadano necesita una atención sociosanitaria a nivel de barrio, que no es tan costosa económicamente, pero sí mucho más próxima, y que las grandes tecnologías deben ser algo muy puntual y muy cerrado en cuanto a tiempo.
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