Una dieta alta en grasas está relacionada con cambios desfavorables en el tipo y número de bacterias intestinales, conocidas colectivamente como microbiomas, así como con un aumento de los desencadenantes inflamatorios en el cuerpo, según encuentra el primer estudio de este tipo, publicado en la edición digital de la revista ‘Gut’.
Estos efectos estos efectos pueden sembrar las semillas para el desarrollo de trastornos metabólicos, como diabetes y enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares a largo plazo, advierten los autores, científicos del Instituto de Nutrición y Salud de la Universidad de Qingdao, en China. Los hallazgos pueden ser particularmente importantes para los países en los que los hábitos alimenticios se están “occidentalizando” a la par de los crecientes niveles de riqueza de la población, agregan.
Investigaciones experimentales previas sugieren que una dieta alta en grasas crea un desequilibrio en las bacterias intestinales y hace que el intestino sea permeable, mientras que los estudios observacionales sugieren que la dieta está fuertemente vinculada con el volumen y el tipo de bacterias en el intestino.
Los científicos querían ver si los diferentes niveles de grasa en la dieta podrían alterar las bacterias intestinales en adultos jóvenes sanos de China, donde los hábitos alimentarios se están moviendo de una dieta tradicional baja en grasa y alta en carbohidratos a una relativamente alta en grasa y baja en carbohidratos.
Los investigadores dividieron a 217 jóvenes sanos de 18 a 35 años de peso normal en tres grupos dietéticos al alterar la proporción de carbohidratos (arroz blanco y harina de trigo) y grasa (principalmente aceite de soja), pero, por lo demás, mantienen el contenido de fibra y proteína igual.
Las tres dietas fueron: baja en grasa, equivalente al 20 por ciento de la ingesta de energía; con grasa moderada, equivalente al 30 por ciento de la ingesta de energía; y de alto contenido de grasa, que representa el 40 por ciento de la ingesta de energía. Cada participante se mantuvo en su dieta particular durante seis meses, y su impacto en sus bacterias intestinales y desencadenantes inflamatorios a través de muestras de sangre y fecales tomadas al inicio y al final de los seis meses.
Menos bacterias benéficas en individuos con dieta alta en grasas
Después de seis meses, los participantes en los tres grupos habían perdido peso, y los que seguían la dieta baja en grasas eran los que más perdían. Pero fueron evidentes ciertos cambios, con posibles implicaciones para la salud a largo plazo, en las muestras del grupo de dieta alta en grasas.
Aunque no hubo cambios importantes en el volumen general de bacterias intestinales entre los tres grupos, el número de bacterias beneficiosas que producen ácidos grasos de cadena corta, incluido el butirato, aumentó en el grupo que seguía una dieta baja en grasas. El butirato es una fuente de energía clave para las células intestinales y tiene propiedades antiinflamatorias.
Por el contrario, el número de estas bacterias benéficas se redujo en el grupo de la dieta alta en grasas, mientras que el número de bacterias “inútiles” que se han encontrado en las entrañas de las personas con diabetes tipo 2, por ejemplo, aumentó. Ciertas bacterias, como las especies de ‘Blautia’, que se vincularon con niveles más bajos de colesterol, fueron abundantes entre los de la dieta baja en grasas.
Las especies de ‘Bacteroides’, que se asociaron con niveles más altos de colesterol, fueron más comunes entre las personas con dieta alta en grasas. Además, la dieta alta en grasas se relacionó con cambios significativos y potencialmente perjudiciales en el metabolismo de los ácidos grasos de cadena larga, lo que dio como resultado niveles más altos de sustancias químicas que se cree que desencadenan la inflamación. Sucedió lo contrario en el caso de la dieta baja en grasas.
Los científicos enfatizan que el muestreo solo se realizó al inicio y al final del ensayo, y que habría surgido un cuadro más completo de los cambios microbianos con un muestreo más frecuente. Y como los tres grupos perdieron peso, no está del todo claro si la pérdida de peso provocó los cambios observados, o viceversa, y como los participantes del estudio eran todos jóvenes, sanos y de peso normal, los hallazgos podrían no ser más aplicables, agregan.
Pero los hallazgos parecen ilustrar la necesidad de frenar la ingesta de grasas en la dieta, sugieren. “Comparado con una dieta baja en grasas, el consumo a largo plazo de una dieta alta en grasas parece ser indeseable para adultos jóvenes sanos cuya dieta está en transición de la dieta tradicionalmente baja en grasas y alta en carbohidratos a una caracterizada por un mayor contenido de grasa”, concluyen los investigadores.
Pero sus hallazgos también podrían tener implicaciones para otros países, sugieren. “Estos hallazgos también podrían tener relevancia en los países desarrollados en los que la ingesta de grasas ya es alta”, agregan.
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